jueves, 2 de mayo de 2019

SEVILLA: El clavo ardiendo de Torrestrella Por Zabala de la Serna / El Mundo MADRID


Doblón de Joaquín Galdós con el buen quinto de Torrestrella, ayer, en la Maestranza DE Sevilla JOAQUÍN ARJONA 
Musha caló equivale a que ya es verano en Sevilla aunque el calor de Sevilla en verano sí que es musha caló: un calor africano. Un desierto de ladrillo extendía su manto en los tendidos de sol. Y la sombra... ¡Ay! Día de playa la jornada del trabajo. Ni el atractivo de Torrestrella retuvo a la clientela. Que este jueves volverá en masa al reclamo de las figuras. 
Álvaro Domecq Romero se le distinguía en barrera por el señorío y la compañía: el sombrero de ala ancha perfectamente calado a la vera de Romero. El empaque de lo antiguo: saber, ser y estar. Todo unido en los dos retratos juntos. Por los tiempos idos, por las épocas marchitas, por el recuerdo perpetuo. 
Una viva llama de pasión prendió Cumpleaños. Tan guapo, tan vivo. Una pintura salpicada, sueltecitas las carnes, la culata estrecha, las puntas por delante. José Garrido voló su capote. Compuesta la verónica, el embroque tardío. Y la media encendida. Superada por la del quite por delantales, acompasado el giro incompleto. Muy medido el castigo en el caballo: el torrestrella se crecería en banderillas con revolucionada casta. 
Garrido fue generoso en el planteamiento, en las distancias. El principio con el cartucho de pescao, la muleta en la izquierda, claro. Los naturales trepidantes provocaron el calambre de la ilusión en los tendidos. Más por el toro que por el toreo: Cumpleaños traía una repetición muy loca, una alegre acometida, ese venirse más que irse, la humillación contada. Y severamente recto en el embroque. El toro de público por definición. Afloró el recuerdo de aquel torrestrella que volteó Las Ventas contra Rincón, ya en su reaparición, en 2004. Por los mismos parámetros. JG, en una situación muy diferete a la del César del toreo, trasteó con él. Guerreó sin tirar la moneda, ni cruzar la raya. Sin que Cumpleaños regalase nada como aquel torrestrella de 2017 (Ruidoso) que se rebosaba de calidad en sus manos en este mismo ruedo. Luego, vino el fallo a espadas. Que en tales ocasiones vale de consuelo: la plaza estaba bizcochona y vaya usted a saber si entierra la espada... Al final la ovación más sonora fue para el toro de Álvaro Domecq en el arrastre; Garrido recogió otra más tímida. En memoria quizá de un cambio de mano de más hondo calado. 
La corrida, tan cacareada en las redes, realmente se hacía una escalera. Desigualadísima de hechuras, remates y bellezas. Y se sumió desde entonces en un bache: el cuarto, por feo, bruto y complicado, puso tan alto el listón como su alzada. El tedio dominaba la escena. Hasta que apareció el quinto, un cinqueño como contrapunto al tercero. Que cumplía los cuatro años hoy. Y se notaba la edad en ambos. 
Fue bueno el penúltimo torrestrella llamado Lucero. Sin finales ni descolgar del todo pero bueno. Joaquín Galdós lo enseñó con distancia y la misma listeza con la que eligió los terrenos para desaquerenciar al mansito anterior de su lote. Después, lo de torear ya es otra cuestión: colocándose como se coloca es muy dificil el toreo. Aunque a veces, de la segunda pierna en adelante, la muñeca izquierda se le engrase -como ya le sucedió con el citado mansito en su pasar a lo tonto-, ya evitado el embroque que nunca se produce. Citar con la cacha es lo que tiene. Pero los oles caían... Los doblones finales del peruano constituyeron lo más sincero y profundo. Pinchó un par de veces las posibilidades de triunfo. Que increiblemente eran serias. Y dio una coreada vuelta al ruedo. 
Alfonso Cadaval se le pararon los dos torrestrella de su lote. Cadaval lo pasa mal. Y peor con la espada. No sólo con querer se puede ser torero
Cuando finalizaba la triste función, Santi Acevedo se cortó la coleta por sorpresa. Era el día del aniversario de la muerte de Montoliu. Olvidado este miércoles en la Maestranza. 
A pesar de todo lo que faltó en la corrida, si me das a elegir, me quedo contigo, Álvaro. Asido a dos clavos ardiendo. O al clavo de Torrestrella. 

Torrestrella

José Garrido, Joaquín Galdós y Alfonso Cadaval
Plaza de la Maestranza. Miércoles, 1 de mayo de 2019. Segunda de feria. Menos de media entrada. Toros de Torrestrella, muy desiguales de hechuras y remates; destacaron el encastado 1º aun con todos sus matices y el noble 5º sin finales; mansito y sin maldad el 2º en su pasar; bruto complicado el 4º; 3º y 6º se pararon.
José Garrido, de verde botella y oro. Dos pinchazos y estocada baja (saludos). En el cuarto, estocada rinconera (silencio). 
Joaquín Galdós, de nazareno y oro. Estocada (saludos), En el quinto, dos pinchazos y estocada desprendida (vuelta al ruedo).
Alfonso Cadaval, de corinto y oro. Pinchazo hondo y nueve descabellos. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo, estocada pasada y descabello (silencio).

No hay comentarios:

Publicar un comentario