La obra, digna de una figura, tiene una duración de 48 minutos y están más que bien aprovechados
Quiero hacer patente y público mi reconocimiento a los colegas de Tauroagencia por el gran documental que realizaron con motivo del último día en la vida torera profesional del matador de toros Eulalio López “Zotoluco”, el sábado 4 de febrero de 2017, desde muy temprano en su casa y hasta su regreso al hotel ya entrada la noche.
Sin estridencias, sin exageraciones ni chabacanerías, bien musicalizado y ambientado en un tiempo de 48 minutos y 47 segundos se puede apreciar lo que ha sido la vida intensa y sacrificada de un diestro como “Zotoluco” que, en sus inicios toreaba cinco corridas al año y que una vez triunfando en México no bajaba del medio centenar de festejos e inclusive habiendo llegado a los 70 paseíllos.
En tal documento, en audio y video, hay puntuales testimoniales del diestro de Azcapotzalco que son contundentes sobre lo que ha sido su andar torero, desde las bendiciones de su señora madre hasta las que le dan su esposa e hijos antes de torear, además de la manera de cómo se planificó el día de su despedida definitiva de los ruedos ese ya mencionado sábado 4 de febrero de 2017, primero de los festejos por el LXXI aniversario de la Monumental Plaza México, escenario que le dio todo lo que hizo en su trayectoria taurina, llegando a cumplir en total en su paso como diestro doctorado mil 128 corridas y 75 en el ruedo del gran coso de Insurgentes.
Las imágenes inician en su casa, ese 4 de febrero, muy temprano, tirándose a matar en el aparato para después trasladarse a la Basílica y encomendarse a la Virgen de Guadalupe, como siempre lo hizo en su carrera. De ahí a desayunar y después al hotel donde reposaría y se vestiría de luces en tanto que sus apoderados Alejandro Silveti y Alonso Cuevas se iban al sorteo de los toros de Fernando de la Mora para el mano a mano con el valenciano Enrique Ponce.
Luego viene el momento de la salida del hotel, la llegada a la plaza atendiendo a todo el público y la corrida en la que contó con todo el cariño del público, brindarle a su esposa Leticia y sus hijos Álvaro y José María, saliendo en hombros del coso acompañado de Ponce y ya de regreso en el hotel refrescarse en el bar, vestidos de torero ambos alternantes, y así volver a la habitación donde en su altar el hombre, el ser humano, el torero se desfondaron en un mar de llanto de agradecimiento por todo lo que le dio la Fiesta Brava. Un gran documental sin duda.
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