Fervor a plaza llena
Jorge Arturo Díaz Reyes, Cali, Colombia, II 10 19
La terna en triunfo, ante una plaza llena, inauguró la temporada bogotana. Con tarde soleada, el español, el colombiano y el peruano enlucieron el encierro y se llevaron dos orejas cada uno.
El ganadero y empresario Juan Bernardo Caicedo fue quizá el mayor beneficiario de la corrida. Un taquillazo, cuatro de sus buenos mozos desorejados y dos aplaudidos en el arrastre. Pero con todo y eso su dicha no puede ser completa. Les faltó a sus toros lo esencial; bravura… y además fuerza. Carencias que la mucha nobleza no lograba compensar. Un castaño requemado, un jabonero, y cuatro negros, uno de ellos listón y el otro salpicado. De finas y simétricas cuernas, aunque con menos cuajo primero y cuarto, pusieron estética en el ruedo, el resto lo aportaron los toreros.
A “El Juli”, se le notaba el disgusto con el inestable y defensivo primero. Abrevió, y cuando le salió al cuarto ya sus alternantes que se había repartido tres orejas le ponían en situación comprometida. Embarcó los 480 kilos de “Jilguerillo” en seis verónicas de distinta factura, dos chicuelinas y una buena media. La plaza le cantó su beneplácito, y él, tras el picotazo de Ospina, devolvió atenciones con tres lopecinas aguantadas y una serpentina de la cual rodó el blando de costado. Ignorando esa claudicación, brindó al público, citó de largo y empalmó dos derechas por pecho y espalda, un cambio de mano, dos naturales y un forzado que de inmediato pusieron a sonar “Nerva”. Pese a los trastavilleos, el negro fue a más encontrando una muleta lenta y templada, que le dirigió hasta donde llegaba, con suficiencia y entrega. Tanta que hasta se atropelló un par de veces. Tres, cuatro p’allá y p’acá, sin solución de continuidad y sin espada, dueño y señor de todo. Recetó un espadazo total pero levemente desprendido que bastó, y las dos orejas cayeron sin glosas.
Luis Bolívar, se llevó el lote de más tonelaje y entidad. El segundo arremetió codicioso y galopante a las verónicas y desde los medios al caballo de Cayetano Romero. También al quite por chicuelinas. Cuatro doblones genuflexos, un cambio por detrás y uno de pecho reventaron el tendido. Cinco más por el mismo lado muy templadas, y ya en las otras ocho y en los primeros cuatro naturales el toro y la faena fueron a menos y a menos. La estocada completa desató petición mayoritaria y la oreja con algunos pitos.
El quinto tuvo más fondo, pero menos bondad. Huyó tajado feo de la puya que le malpuso Clovis. Desordenó la lidia en los dos primeros tercios y manseó, y se le coló a la muleta. La porfía de la brega laboriosa que imponía su descompostura fue malinterpretada por cinco silbadores, no obstante, la espada eficaz conquistó las mayorías y la otra oreja, que en atención a los pocos insidiosos tampoco quiso ser paseada por el caleño.
Andrés Roca Rey, puso cara la tarde con una expuesta y clamorosa faena de manso. “Adivino” lo era y mucho. Lo mostró desde los siete lances de recibo. José Manuel Quinta solo le rozó. Lo que traía lo dejó en el florido quite de chicuelinas, espaldina, nicanora, farol y brionesa. Luego, tras tres estatuarios remolones, un cambio por espalda y cinco naturales, se rajó rajados además se cayó. Pero el peruano se le fue encima y en tablas le buscó la cara y le obligó y le obligó hasta en circulares autoritarios. La quietud y la inminencia de la cogida impactaban por su verdad. La superioridad del hombre era abrumadora y cuando el estocadón fulminó, la plaza rugió el ¡torero-torero! y la batalla por la segunda oreja la ganó el público. El sexto fue el de peor juego y la insistencia que parecía innecesaria, redundó en una lucha estéril, una voltereta ruda y un desarme. Pinchó a toro arrancado y después la puso toda. Nada más.
Esta fue una de esas corridas en que se reconcilian el toreo y el rango de figura con aquello de que todo toro tiene su lidia. Eso la hizo importante. Ya, lo de los premios es asunto del público y el palco en uso de sus atribuciones legales y considerando...
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 10 de febrero 2019. Plaza de Santamaría. 1ª de temporada. Sol. Lleno. Seis toros de Juan Bernardo Caicedo (en Domecq), bien presentados, nobles y bajos de raza.
“El Juli”, silencio y dos orejas
Luis Bolívar, oreja y oreja
Andrés Roca Rey, dos orejas y silencio
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