¡Ya no queda casi nadie!
Son pocos los valores, los símbolos, los emblemáticos, los personajes que quedan en esta Fiesta y todo pa’ que se nos andan muriendo, y antes de seguir con la misma cantaleta por no decir que con la misma burra, que es ese trillar de que la Fiesta esta jodida, sí, sí lo está, porque así la quieren, quienes así les conviene que sea, y si decir, que si tal vez no fuera así, pues ¿quién sabe si en ella cabrían?, porque son muchísimos que viven de su ordeña o más bien preguntar se tuviesen cabida todos, ¿Quién sabe? Pero antes de ir a eso, que no sé si llegue porque no estoy de vena, como creo que muchos en este país no lo están, por lo mínimo y lo máximo de los tropiezos que tienen explicación, mas no consuelo, ni resignación. Y sí mucho de decepción, la maldita ilusión de andar creyendo en falsas promesas, no más muertes, no más violencia, no más abusos… sí más engaños.
Mas resulta que ahora como la maldición gitana, las cosas por aquí se nos han juntado hasta ya tenernos con el hígado lleno de cascajo, en todo, con alguna excepción extranjera y otra esperanzadora como fue lo visto en el arranque de esta temporadilla, que bueno nos va a traer muy pronto otra vez a Diego Ventura y a Andrés Roca Rey, con la esperanza de que Enrique Ponce afine nuevamente el violín y nos deje música pa’ que no se nos olvide lo bien interpretado, pero también y sobre todo pa’ que quienes dicen que solo puede con torillos de establos preferidos, ahora lo haga, con los de una ganadería de toros bravos, porque si los de Los Encinos alguien considera que no son suficientes pa’ que se levante el mérito de lo que se les haga, pues quedan de dos sopas, que no son; ‘Ni la de fideo, ni la de jodeo’, sino la de levantarse en una lucha frontal contra los engañadores, los enemigos y los ignorantes y ya no permitir que otros decidan por nosotros con sus acciones y sus cantaletas o bajar las cortinas del Tenampa.
Pero ya me anda alejando de darle el pésame a la Fiesta, porque en la semana pasada la de las tragedias nacionales, a ella se le sumó otra muy singular y particular pa’ la Fiesta que por ello no está de fiesta, y lo fue, la desaparición de uno de sus muy pocos personajes del tendido y por ende de lo popular que aun subsisten, esto en referencia a Artemio Patiño, el “El Señor del carrito”, “El negro”, “El tamal”, el cuate de muchos y el motivo de tomarle con el gusto de lo mucho que le aporto a la Fiesta, porque aportarle color, sí que es cosa digna de resaltarse.
Artemio auténticamente rodó con su tabla de madera y baleros por todas las plazas y lo hizo con sus piernitas bien cortitas y la dignidad bien grandota, me decía ‘me cae en los huevos pedir’ y por eso se conseguía programas de la corrida y a nivel de piso los canjeaba por unos duros, nunca le alcanzó pa’ hacer realidad su sueño no dorado porque alguien como él, al que la fortuna de la vida le volteo desde siempre la jeta, no tiene esos sueños pero si anhelaba tener una de esas sillas de ruedas motorizadas automáticas y decía que no la quería pa’ ir más rápido, ni más cómodo, si es que algún día supo lo que es andar cómodo, con este infierno terrenal, del que sólo conocía los caminos empedrados.
Quería ‘la nueva troca’ pa’ cargar más programitas y convertirlos en jama, como esa que cuando lo del acopio pa’ los damnificados lleno dos cajitas de cartón con latas y sopa y un paquete de rollos de papel higiénico y los llevó al atrio de la Plaza México sin aspavientos sin voltear buscando las cámaras o los reflectores, nada de eso, el sí que sabía lo que era el sufrimiento, el propio y el ajeno, ¡Gracias “Negro”! por haberte atado al pescuezo un paliacate del Bardo y traer sobre tu maceta una cachucha de mi menda y también, más Gracias por la foto que en correspondencia me regalaste donde apareces con el matador Guillermo Capetillo, sí señor torerazos los dos.
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