Este año viene precedido
de un sendero donde la prosperidad ya no despegará,
el futuro no aterrizará, donde el tren de la cordura se descarrilará
y la incertidumbre pasará a ser, amarga realidad.
¡Tras!… arrancó la hoja del calendario y ya estuvo, un nuevo año, borrón y cuenta nueva, perdón y olvido, tolerancia y carajo, ¿Por qué?, porque un hombre ungido con bordón de mando se quedó estacionado en comportamiento y funciones de candidato, ignorando aquello de que; ‘Cuando la guerra se ganó, las batallas se acabaron’, siempre la intolerancia, el resentimiento social, el feudalismo efervescente queriendo con el poderío ocultar esa coraza a un pasado que debe cargar como una corona de espinas desde le infancia.
En la cultura taurina otro hombre poderoso económicamente que tiene palacios de hierro y otros de sol y sombra por doquier, de la Fiesta se hace un saco a la medida de su conveniencia, sin importar que la Fiesta a la que alcanzan sus tentáculos esté sumida en un dramático letargo en el que en lugar de abrir la Puerta de Cuadrillas hay que abrirle con la sirena y las luces rojas la puerta de la terapia intensiva, ¿a ver si es cierto que los milagros existen?, ¿es justo eso?, ¿debemos permitirnos caer en la resignación?
A lo mejor las palabras no son las precisas para esta época, pero de que todos entendemos que la Fiesta que conocimos y queremos no es la actual, también es cierto, como igual lo es, el tener que aceptar que cada quien parecería querer su fiesta, digamos a su gusto o forma de interpretarla y eso puede ser hasta válido, pero quitarle la salchicha al hot-dog, o la salsa al taco, es no sólo una aberración, es lo que le sigue, y uso términos propios de productos de consumo (que no me gusta hacerlo) pero es que en eso, han convertido la Fiesta, en un producto de un Grupo, al que solo le falta anunciar ‘Orejas con causa’.
La discusión puede seguir y seguir, la empresa dirá que los toreros extranjeros piden, exigen y condicionan toros de determinadas ganaderías, sopena de no venir, mas, el asunto no es así, tiene un porqué, que por principio de cuentas se reduce a como cuadren las cuentas en palabras entendibles estamos ante una Fiesta que es un negocio, que forma parte de un corporativo.
Y como este negocio no es como en Los Pinos donde por ver no se paga, aquí sí, el público paga, pero no ve lo que quiere, y ¿que es lo que quiere?, pues por principio de cuentas no sentirse estafados.
Antes que nada tener una temporada que se de con encierros dignos ¡que si los hay! y una muestra paradójica de que las cosas se están haciendo mal, es el haber mostrado en el último festejo de luces del año recién palmado y uno que otro que fueron la excepción que confirmó la regla de que sí hay Toros, pero como esto no va cambiar por varias razones entre ellas que no hay toreros líderes, mandones, libertarios, comprometidos con sí mismos y con la Fiesta, mas también es cierto que no es digno que la afición este suplicando, pues sólo queda un camino que es el de los foros abiertos donde voces y letras acreditadas pero sobretodo libres, mantengan el dedo en la llaga, porque si no es así el espectro del olvido andará siempre rondando y los nuevos públicos pensaran que la versión light es la que rifa y que conste que no solo los bureles que no lo parecen, son light, también los carteles desarmados con anorexia lo son.
Nunca en el olvido
Poquitos toreros merecen ser resaltados, subrayados, aplaudidos sin un pero que ponerles, el primero sin duda le pese a quien le pese, es la primera y única figura indiscutible de México; Cristóbal Arenas “El Maletilla”, becerrista muy superior a los de grados altos.
Y otro que en la tabla de novilleros sin caballos durante todo el año se catapultó, con el corazón, la enjundia, la inteligencia y entereza por capacitarse en Iberia donde el sartén es lumbre en la que hay que curtirse, lo fue el michoacano Isaac Fonseca, quien seguramente retornará a la península española además de que en cualquier momento se le verá anunciado con caballos, y ya referidos ese par de toreros, es deber y justicia destocarse ante dos toreros de seda y apoderados de luces; Luis Gallardo y Jacobo Hernández, sin los cuales la vida torera de los chavales referidos no estaría caminando de la misma manera ascendente.
¡Y claro! que contestó eso de ¿a quienes volveré a ver con gusto, no nada más por la obligación informativa?, partiendo del gozo que me producen los toreros con sello, con personalidad, con elegancia, con presencia en el ruedo, los que parecen y son toreros dentro y fuera de los alberos ese es el caso del matador Rodrigo Cepeda y de André Lagravere ‘El Galo’, y también admiro a quien lleva a los espectadores al borde del asiento, con esa corriente natural que desemboca en el dramatismo donde el toreo enciende la pasión como lo vino haciendo ese chaval que lo es Roberto Román.
Lamento que no hayamos visto este año con frecuencia a un par de toreros a los que la ceguera de la mercadotecnia empresarial no vio, Luis Conrado y Paulo Campero, no son niños bonitos, no heredaron apellidos de esos que el toro no entiende, no son dóciles, hasta creo que son extra terrestres por el corazón que se cargan, la enjundia que les escurres, las agallas afiladas, su toreo personalísimo y sobre todo por ese algo que es hambre de ser alguien y que el día que les pongan el plato van a echar de la silla a los alternantes de pipa y guante.
Recomendación
Y no puedo terminar sin recomendar a usted leer y tomar conciencia de lo publicado por Don Jaime Oaxaca; Bregando: El que mucho abarca, lo encuentra en la web. desolysombra.com.
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