martes, 4 de diciembre de 2018

ES LO QUE DIGO YO Por Luis Cuesta


Arturo Macías ha conseguido una importante actuación el pasado domingo en La México, en donde ha conquistado nuevamente al aficionado entendido, ese que reclama las formas de la pureza, las de la naturalidad, las de enroscarse al toro en la cintura con la pierna adelantada y no retrasada, en lo que fue una tarde de mucha torería con dos faenas muy importantes, pero malogradas con la espada.

Por Luis Cuesta – De SOL y SOMBRA.
Arturo Macías regreso a la Plaza México y lo hizo con el pie derecho en una tarde en donde revitalizó las ilusiones qué hay en su toreo y el buen paso que ha llevado durante todo el 2018.
El festejo tuvo un solo protagonista y es que Macías ha firmado ante su primero de Reyes Huerta una de sus mejores faenas en La México, en una tarde en donde ha mostrado sus dos caras; la del toreo profundo y largo con este ejemplar y la del estoicismo frente al quinto de la ganadería de Arturo Gilio.
Macías que estuvo toreando con el capote como pocas veces le habíamos visto regalándonos tres verónicas de cartel muy despaciosas, con la muleta ha instrumentado una faena muy intensa al de Reyes Huerta, un animal que embestía con transmisión y que se abría en cada muletazo facilitando la ligazón.
El trasteo alcanzó el clímax en dos series de naturales de mucha profundidad. Otra serie con la derecha muy ligada y un final muy redondo con adornos y remates pusieron la guinda a la obra, que desgraciadamente no fue refrendada con la espada, perdiendo de esta manera dos orejas de ley.
Además del buen toreo que pudo interpretar durante la faena al primero de su lote, estuvo muy torero con su segundo en donde se colocó en ese sitio donde los toros embisten, por muy malos que sean, o te dan el pasaporte sin sello para entrar directamente al quirófano. Y lo hizo con una quietud inquietante, en donde se mostró impavido y estoico imponiéndose a las condiciones del quinto, un toro al que la transimisión le duró una tanda con la derecha. A partir de ahí el torero hidrocálido tiro mucho de él y recurrió al toreo de cercanías metiéndose entre los pitones volviendo a caldear al público hasta ponerlo al rojo vivo.
Sin embargo, su fallo con la espada le privó de haber obtenido una oreja. Una pena porque el triunfo estaba cantado, con el público entusiasmado esperando sacar los pañuelos.
A unos gustará su toreo vertical de aguante y a otros les agradará menos esa quietud estoica. Sin embargo hacía mucho tiempo, que no veíamos torear con tan armoniosa lentitud y con tan magnífico temple a un torero mexicano en esa plaza, como el domingo pasado vimos hacerlo a Arturo Macías.
Que pena que la empresa de la Plaza México siga castigando a este torero en carteles modestos y que otros toreros con menos méritos estén en los carteles de relumbrón, tan solo porque forman parte del nuevo sistema taurino corporativo. Pero así trata el sistema a los toreros incómodos, especialmente a aquellos que dan lecciones de ética, y de honestidad en cada tarde.
Macías se merece volver cuanto antes a La México, pero en mejores condiciones y esperemos que lo haga con la espada más afilada, porque por valor y toreo, estamos seguros que no quedará.
Es lo que digo yo.
Para el próximo domingo se anuncia el esperado regreso del torero riojano DiegoUrdiales, ante un imponente encierro de Xajay.

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