Polémica, división de opiniones, sospechas y una marejada de comentarios en su mayoría negativos, es lo que ha producido hasta el momento el regreso de Enrique Ponce a la Plaza México para el festejo que abrirá la Temporada Grande 2018 – 2019.
Por Luis Cuesta – De SOL y SOMBRA.
Finalmente se cumplieron los compromisos de Querétaro, San Luis Potosí y Guadalajara con un aire de estafa en el ambiente.
Hubo un momento en que pareció que la furia de los aficionados se iba a desbordar en Guadalajara. Sólo pareció, claro. Porque si lo acontecido en el Nuevo Progreso sucede hace 20 años, la gran bronca se produce, seguro.
Del balance de Querétaro y San Luis Potosí quedan los toros de aspecto anovillado y, además, chicos; toros con astas sospechosas de manipulación; sobre todo, toros de una invalidez desesperante. En Guadalajara se quedaron con la flojedad y mansedumbre de un encierro terciado con muchos kilos.
Pero no todos estaban enfadados en el Nuevo Progreso y no faltaron los que ante estos agravios exclamaron: ‘Qué lástima que le haya tocado ese toro pues venía con unas ganas; y bueno, por lo menos puso voluntá’.
Ante las fuertes críticas los mismos periodistas de siempre defienden a ultranza los recientes acontecimientos, esos mismos que durante años nos han intentado convencer de que en México hay dos toreros a quienes el taurinismo debe considerar intocables: Enrique Ponce y El Juli.
Prueba de ello es que ningún juez de plaza, torero mexicano o empresario ha demostrado lo contrario en nuestra fiesta y, con ello acabar con la pantomima de algunas -no todas- de las figuras europeas.
Lamentablemente los toreros mexicanos y sus administraciones también se aprovechan de la situación y navegan con la bandera del muertito pensando: ‘¿Que nos rechacen una corrida que va a matar el maestro Ponce por falta de trapío en la Plaza México?’ No habrá autoridad que tenga los pantalones para hacerlo.
Y así llevamos más de 20 años.
Desafortunadamente el mito es más fuerte que el propio Ponce y el poncismo militante todo le tolera a su ídolo. Fantasean. Es cierto que Ponce pone el alma en lo que hace, pero los demás toreros que actúan con el también, con la diferencia de que a los paisanos los miramos con lupa -si retrasan la pierna, si templan, si meten el pico, si equivocan en los terrenos, si dan la distancia exacta, si se encorvan, si se enderezan, si ponen la mano arriba o abajo, bueno hasta si pestañean, mientras que con Ponce todo da igual.
Algo que nunca tenemos que olvidar es que cuando gran parte de las entradas están vendidas, la presión de la afición sobre la militancia podrá siempre más; y la autoridad no se atreverá a exponerse a un conflicto de orden público por una tontería. Podría parecer, que todo está calculado y se cuenta con el público, al que supuestamente intentan defraudar, para que proteste hasta que la autoridad impida el fraude en caso de que este salga a la superficie esté domingo en la Plaza México.
Pero las grandes broncas toreras parece que ya son cosa del pasado en estos tiempos modernos, en donde impera más el triunfalismo, el ‘torerismo’ y los festejos ‘orejeros’, que la pureza y la verdad en la fiesta brava. Y quiero aclarar que con esto no se trata de perjudicar en nada al ídolo valenciano en su reaparición en la Plaza México, ni de ponerle trabas, pero la autoridad, que no puede desconocer los antecedentes, tiene la obligación estricta de vigilar muy de cerca la presencia e integridad física de las reses que se van a lidiar este domingo, hasta que estas salgan al ruedo capitalino.
Si las cosas se hacen como es debido, no tiene porque haber algún problema. Los problemas los traen el compadreo y los compadres.
Es lo que digo yo.
Twitter @LuisCuesta_
No hay comentarios:
Publicar un comentario