lunes, 19 de noviembre de 2018

CRÓNICA DE LUIS CUESTA DE LA 2a CORRIDA DE LA TEMPORADA GRANDE EN LA PLAZA MÉXICO



  

Tiempo Sabio y Gariba

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El tiempo es sabio pero no siempre es justo y precisamente “tiempo sabio” fue el nombre del toro de Julián Hamdan que regaló Castella tras haber haber pasaportado un lote muy malo de la ganadería titular y con el que por momentos anduvo muy cerca de lo gloria.
Sebastián Castella realizó una faena importante, pero intermitente; aunque la realidad fue que se le escapó un toro de puerta grande por sus fallos con la espada y por no haber conseguido estructurar una faena completa ante un noble y encastado astado.
“Tiempo sabio” llegó al llegó al tercio final con tranco, prontitud, fijeza y transmisión. Sin embargo la faena por momentos resultó monótona y Sebastián anduvo acelerado, con la muleta enganchada y sin muchas ideas. Es cierto que también hubo grandes muletazos y toreo del bueno con el capote, pero la faena de triunfo grande nunca llegó del todo.
El remate final fue un bajonazo certero que emborronó la faena, algo que no le importó a un público desinformado y festivo que pidió con fuerza las orejas y que atinadamente el juez de plaza no concedió. La oreja que finalmente se llevó fue un premio menor para el torero y para el ganadero que crió un toro de verdad bravo.
También hay que señalar que fue reprobable la actitud de Castella al encarar al juez Jesús Morales por no haberle otorgado la segunda oreja tras el sartenazo que señaló, algo que nos habla del poco respeto que le tienen algunos toreros a la Plaza México.
El resto del festejo tuvo otras dos partes: Un final feliz para Ignacio Garibay en su despedida y una tarde desaborida para Diego Silveti.
Garibay pudo despedirse con dos orejas en la espuerta y el respeto de la afición que lo trató fenomenal toda la tarde. En ninguna de sus dos faenas se produjo el prodigio del toreo, pero tuvieron autenticidad y lo más importante fue que Garibay pudo vivir por última vez la soledad trágica que viven el toro y el torero, frente a frente en el centro del ruedo de la Plaza Mexico.
De las dos faenas la del cuarto toro fue la más emotiva y la más completa, es cierto que en el transcurso de la obra hubo imperfecciones, el temple no se produjo con la necesaria continuidad y los enganchones de muleta mancharon un poco la faena, pero se ganó a ley la oreja y en la vuelta al ruedo el público se le entregó con fuerza.
Y si la tarde de Garibay tuvo un desenlace feliz, la de Diego Silveti fue la otra cara de la moneda, ya que su lote estuvo compuesto por dos toros muy justos de fuerzas.
El primero era de una invalidez clamorosa, en la muleta se mantenía a duras penas sobre las cuatro patas, pero fue un bomboncito sumiso. Silvetile dio todos los naturales y derechazos que pudo, pero sin mucho calado en el tendido.
El sexto, pese a su invalidez, fue un toro con cierta clase y nobleza, Silvetique anduvo muy bien con el capote toda la tarde, con la muleta lo toreó con más entrega que temple. Le instrumento cualquier cantidad de pases y aunque pegar pases y torear, en opinión de algunos aficionados, son un mismo concepto. En la tauromaquia no lo son.
Pegar pases es endosarle al toro suertes inconexas, sin estructurar la faena con propósito de, dominio. Torear es todo lo contrario: Es ligar las suertes para un progresivo dominio del toro y, una vez conseguido, la faena está hecha.
La oportunidad del triunfo que necesitaba, la perdió con la espada con su segundo, al que si lo llega a matar a la primera oportunidad, seguramente le hubieran pedido la oreja por como estaba el público de festivo ayer en la Plaza México.
El encierro de La Estancia tampoco dio el juego esperado por todos, aunque hay que señalar que hubo dos toros nobles con movilidad (1° y 4°) y que los corridos en tercero y sexto lugar tuvieron clase en sus embestidas, el problema fue la poca fuerza de todo el encierro.
Una élite de sabios de la tauromaquia atribuye a la consanguinidad las caídas de los toros, sin embargo afamados catedráticos que han estudiado a fondo el tema aseguran que la consanguinidad nada tiene que ver, y que más consanguinidad había en las reses de principios del siglo pasado, y no se caían. A lo mejor el mal no está en el toro, sino en el hombre.
Es lo que digo yo.
Para el próximo domingo anuncian toros de Arturo Gilio para Andy Cartagena a caballo, Arturo Macías y Leo Valadez.
Twitter @LuisCuesta_


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