jueves, 22 de noviembre de 2018

BARDO de la TAURINA ¿Pa’ que decir tanto? si basta con la brevedad


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Me preguntan qué ¿Por qué? hasta los jueves me refiero a lo que aconteció el domingo, la razón   es que  lo que está usted leyendo, es simplemente un comentario, que no necesita volcarse ante las teclas obedeciendo a lo que haya que obedecer, que tampoco hay mucho de donde escoger y cuyas vertientes son las de los periodistas serenos o estridentes más   éticos y calificados, que son los que como las catedrales  que en cada ciudad apenitas y las hay, las otras líneas salen de los jornaleros, las que su nombre lo indica todo, luego siguen los encendedores de los incendiarios también conocidos como los alabadores sin santísimo porque en esta fiesta nacional no hay a quien alabar (permítame saco mi lupa) el resultado sigue siendo el mismo, ya después vienen los ‘niños malcriados’ que son los que grafitean en cualquier pared y pos ya sabe usted, no hay ni quien los pele, no estoy metiendo en esta canasta a los facebookeros y tweeteros o todavía otros más escondiditos que son los chateadores, tan espontáneos amateurs los unos como los otros, que se avientan al rectángulo de la ‘compu’   pa’ calmar sus ansias.
Y los jueves digo poco porque poco hay que decir de lo que ocurrió el domingo primero y el segundo, ¿Si no a ver?,  salvo lo de Ventura con el toro de Fraga, el terno de Ponce,  se podría decir con amplitud;  Los toros pa’ lo que fue esta plaza han sido una pifia, que hasta hubiese sido bueno una prueba de microscopio pa’ dar un certificado de autenticidad de rango y  no dejar duda de lo que traían en las puntas eran diamantes o diamantina boleada, los toreros uno primero no se vio y cuando se esperaba que se viera, lo vio el toro y a otra cosa mariposa, al que no se sabe ¿por qué lo metieron en la inaugural?  El toro le dijo; -¡Triunfa abre la Puerta Grande!- y el otro dijo como las Marías; -¿Y después que vendo?-, en la más reciente quien vino a despedirse lo hizo, el francés honró  su flema displicente, el de las dinastía siguió en su mundo, las entradas entre las dos hicieron una o sea ¡un fracaso!, como también el de sus publicistas y jilgueros que siguen sin dar pie con bola pa’ atraer gente y espérense al domingo, diez líneas bastaron y sobraron y hasta pude sintetizar -Un toro, un rejoneador, han sido todo, total, un desastre-, menos de una docena de palabras bastaron.
 Así la cosa, ya aquellos millones de penicilina pasaron están en desuso, hoy se necesitan activos de nueva generación y parece que lo que nos están dando va a la par de la dramática cuarta transformación, la que en la plaza de toros y en la plaza pública, si esto no cambia seguiremos con el tiradero en el tianguis taurino y en el nacional.



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