domingo, 3 de junio de 2018

LA CRÓNICA DE ANDRÉS AMORÓS DE LA XXVII DE SAN ISIDRO

Miuras de duro pedernal en San Isidro

Con el único toro bueno de la corrida, Pepe Moral pierde la oreja por la espada

El sexto toro de Miura saltó al callejón entre el pánico de la gente
El sexto toro de Miura saltó al callejón entre el pánico de la gente - Paloma Aguilar
Comienza la llamada «semana torista», siete días de corridas sin el encaste Domecq: ¡algo insólito! (Tan insólito como la llegada al poder de quien yo me sé). Y comienza con miuras, que, además del respeto a la tradición –algo insólito, en la España actual–, «vende» diferencia y singularidad, en una época tan gregaria. 
Los de esta tarde siguen siendo altos, variados de capa, abiertos de pitones, agalgados; parecen escurridos, con un cuello o «gaita» muy largo; aprenden pronto, tienen reacciones imprevisibles… Miuras. Se discute su presentación pero lo malo es lo complicados que resultan, fieles a su leyenda. Sólo el segundo embiste con nobleza y permite una buena faena de Pepe Moral, que pierde el trofeo al matar. Román se la juega de verdad en el último, muy serio. También se aplaude a los picadores Pedro Iturralde, en el tercero, y Chocolate, en el último. 
Pepe Moral, en un pase de pecho
Pepe Moral, en un pase de pecho - Paloma Aguilar
Con los miuras llega a la Feria Rafaelillo, ese «pequeño gran hombre» (como Dustin Hoffman, el blanco criado por indios): pequeño por la talla; grande, por los toros a los que se enfrenta. En una tarde de toros complicados, a él le tocan los dos más difíciles. El primero echa la cara arriba, prueba, se le para, no permite lucimiento alguno. Rafaelillo machetea por la cara: lo que había que hacer. Mete la mano hábilmente, con la espada, y sufre una cogida espectacular, le destroza la taleguilla por el lado izquierdo (no el derecho, el de salida) pero se encasquilla con el descabello. Tiene un puntazo corrido de carácter leve. Recibe al cuarto con una larga de rodillas. El toro flaquea pero vuelve rápido, queda corto, busca. Rafaelillo intenta una pelea «a la antigua» pero ha de desistir, cuando le pone los pitones en la cara.
Se ha ganado entrar en esta cartel Pepe Moral por su buena actuación ante los miuras, en Sevilla. El buen corte clásico que le inculcó Manolo Cortés vale también para estas reses… cuando lo permiten, claro está. Esta tarde, sólo el segundo, que sale frío pero va a más, embiste con nobleza. Moral lo conduce bien, en derechazos largos y templados. Cuando ya tiene la espada en la mano, logra excelentes naturales. Ante la inminencia del triunfo, se precipita, al matar: pincha, antes de la estocada. El quinto hace floja pelea; corta en banderillas; cabecea y busca, por alto y por bajo, en la muleta, provocando el desarme. Moral se lo quita de en medio.
Derechazo de Román al último de la tarde
Derechazo de Román al último de la tarde - Paloma Aguilar
Buen gesto del joven Román es apuntarse a estos toros. (Ya lo hizo en Bilbao, el año pasado, y aprobó, con nota). Conocemos su valor, su fácil conexión con el público; a veces, se acelera: eso, con un miura… En el tercero, que acude de largo al caballo, se luce Pedro Iturralde. El toro vuelve rápido y hace hilo dos veces, poniéndole en apuros. Román hace el esfuerzo pero se queda a medias y naufraga, con la espada. El último, el más serio, salta limpiamente al callejón, de salida. Pica bien Chocolate. En la muleta, el toro pega arreones, se defiende, pero Román le planta cara, le saca derechazos con mérito, sorteando derrotes y mete el brazo con habilidad.
Se ha pitado de salida a varios toros, por escurridos; por ejemplo, al segundo, al que, al final, se ha aplaudido. Y he escuchado algún «¡miau!» Con miuras complicados, es absurdo. Repito lo de siempre: me importan poco los kilos; hay que conocer el tipo de cada ganadería. Lo que importa es el juego que den. Los miuras de esta tarde han salido difíciles, conforme a su leyenda. No se repetirá, esta vez, el tópico de que los miuras ya no son lo que eran. ¿Recurrirán al de que ha sido una moruchada? No lo sé. Si no nos gustan los toros blandos, flojos, hay que aceptar los duros, pesen lo que pesen: con ellos, todo lo que logran hacer los diestros tiene seriedad, importancia y mérito. Como aficionado, prefiero los toros de pedernal a los borregos. 

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