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El iglú de Las Ventas
congela
la personalidad
Que nadie piense que la novillada dominical fue un fracaso: encontramos unos doscientos muletazos que no calan, reflexión que para Edison ya sería un éxito. El frío se apoderó de la Monumental –convertida en un iglú– y a los artistas se les debió de congelar la personalidad, prácticamente ausente frente a una novillada de Fuente Ymbro con opciones. Sin ser como la estupenda del pasado año, y pese al viento, se tuvo que arrastrar sin más de una oreja...
Una hora después del tiempo de silencio en memoria de don Ángel Peraltadoblaba el segundo, un noble animal con el que Carlos Ochoa se llevó un aviso antes de perfilarse para matar. Y apenas se recordaba algún muletazo suelto, pues, más que con la cintura rota, a veces toreó «quebrado» en una imagen poco estética. Antes, Isiegas se mostró dispuesto con un manso y obediente primero, al que dejó varios zurdazos con asiento. Este animal hirió en el muslo al subalterno Jesús Montes cuando acccedía al burladero: sufrió una cornada de dos trayectorias de 15 centímetros.
No mejoró la cosa en el tercero, que renqueó algo de los cuartos traseros, pero también servía. Ángel Téllez anduvo aseado y puso broche con cierto gusto.
Isiegas quiso meter luego en vereda al serio cuarto. El maño aguantó con arrestos las paradas y miraditas de este «Historiador», al que cazó con habilidad.
El quinto, aun sin ser un dechado de clase ni guapeza, se movió con transmisión, pero Ochoa se aceleró con escaso acople.
Téllez, con detalles clásicos y buscando el temple, se plantó directamente a izquierdas ante el buen sexto, pero fue a derechas por donde mejores embestidas regaló, con mucha calidad. Intacto, como sus hermanos, se marchó al desolladero...
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