'Me gusta cuando callas porque estás como ausente/ y me oyes desde lejos y mi voz no te toca/ Parece que los ojos se te hubieran volado/ y parece que un beso te cerrara la boca' (Pablo Neruda)
FRANCISCO MARCH
Hay que callar a Neruda. Así hicieron en 1973 los golpistas chilenos, Pinochet al mando. Callaron, mataron, al Premio Nobel, también a Víctor Jara y a tantos, a cientos, a miles.
En Asturias, la Federación de Enseñanza de CC.OO. ha distribuido un informe redactado por dos profesoras con una serie de “recomendaciones” para crear una Escuela feminista (sic). Entre otras: prohibir el fútbol en las horas de recreo (para convertirlo en un espacio amigable, dicen); emplear música feminista; cambiar los nombres de los centro educativos y sustituirlos por el de feministas; no separar los baños por sexos o eliminar libros “escritos por autores machistas y misóginos”, como -señalan- Pérez Reverte, Javier Marías, Rousseau o Kant. Y Pablo Neruda.
En pleno debate sobre los límites de la libertad de expresión y creación, trufado de sonrojantes manipulaciones , cínico postureo y ominosos silencios, ya casi nada sorprende pero no me negaran que el caso referido clama al cielo.
Se exalta al rapero y se glorifica al tuitero al tiempo que se prohíben los toros o se denigra al torero.
Lo de Asturias seguramente quedará en una ocurrencia pero es la enésima ocurrencia. Sucede, pero, que algunas de esas ocurrencias calan en el pensamiento colectivo y hasta acaban por convertirse en normas o leyes.
Sin ir más lejos, en las próximas semanas y meses habrá que estar muy atentos a la “Ley Cero” para el Bienestar Animal, impulsada por el PACMA, que está en plena recogida de firmas para llevarla al Congreso. La “Ley Cero” es un eufemismo totalitario que en nombre de los “derechos de los animales” impulsa todo tipo de normativas y fomento de sus postulados junto a prohibiciones, de la caza a los circos o zoológicos. Y los toros, claro.
Con la actual correlación de fuerzas representadas en el Congreso y la tibieza y oportunismo de algunas de ellas en el tema taurino (pero no sólo) , si tal Ley llega a discutirse en el plenario nos podemos dar por jodidos, con perdón.
Cierto es que existe una Ley que establece la Tauromaquia como Patrimonio Cultural y que obliga a su promoción y defensa en las formas y fondo que le son propios, pero también lo es que de poco ha servido – de momento- allí donde las huestes antis han puesto el ojo, el último y doloroso ejemplo, Baleares.
`Por eso , con la temporada ya en marcha y en pleno griterío, con razones o sin ellas, de si falta tal o cual torero en las ferias; sobra este o aquel ganadero en ellas; las figuras rehúyen compromisos ; los presidentes dan o quitan orejas sin criterio; los públicos no se enteran; los aficionados sí o los que escriben son ( la mayoría, salvo unos pocos “honestos y que ellos sí que saben”) palmeros del sistema, para concluir con el tan socorrido “el enemigo está dentro”, convendría- digo- no perder de vista al enemigo exterior, tan fuerte, tan crecido, tan subvencionado…
Y no perderlo de vista nos involucra a todos, nos alerta y nos llama.
Prohibir al poeta, prohibir el toreo…en esas estamos.
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