La mejor versión de David Mora y tres toros de nota de Alcurrucén
El torero madrileño corta la única oreja de la tarde a una buena corrida de los hermanos Lozano
Diez toros de Alcurrucén para sacar cinco. Movida veterinaria en los corrales. Y dicen que seguirá. De los cinco alcurrucenes supervivientes, "Arrogante", el primero, vino definido muy pronto. Fino de cabos, puntas y hocico. De fina clase. Como la finura en el ritmo. David Mora midió todo mucho. El temple y el castigo. El saludo y la faena sellados por la serenidad. Y la intención del trazo largo. Que el toro siguió con mayor generosidad por su mejor pitón: el derecho. Mora se expresó a modo y en su mejor versión hasta que "Arrogante" gastó entera su calidad. La estocada cabal fue tras el pinchazo, que redujo la cosa a una ovación.
Exactamente igual le sucedió a Álvaro Lorenzo con el acero. Que también disminuyó su recompensa al saludo. Sólo que el toro traía una exigencia mayor. Bajo como un zapato y corto de manos, embestía como un encastado tejón. Por su pistón y su humillación. La firmeza de Lorenzo supo que había que dejársela en la cara. Para que no parase. El punto tardo costaba. Pero cuando arrancaba... El pistonazo lo toreó AL con embroque, ligazón y limpieza. Que no fue fácil.
Reaparecía Luis David Adame de su cornada en Olivenza. Tuvo su toro prontitud. Más de venirse que de irse. No tan descolgado como los anteriores. Otra salida de los muletazos. El empleo ni parecido. La movilidad por encima. Luis David lo dio todo. A la velocidad de la embestida. A veces arrollada la muleta por la misma. Lo mató con rectitud de vela.
Voló la verónica David Mora con compás y empaque al cuajado cuarto. En la salutación y el quite. Volvió a responder Álvaro Lorenzo. Por el mismo palo ahora. De notable cadencia la media del toledano. El toro de Alcurrucén lo hacía con calidad superior. Calidad y bravura, ojo. Una bravura sostenida que pedía el mando por abajo. "Economista" no economizó entrega y profundidad. Tampoco Mora. Que en su afán por romper el tope acodado de su brazo encorvaba el cuerpo. Un estoconazo rubricó ahora la construcción maciza de la faena. Cayó la oreja por su propio peso. Como la ovación en el arrastre para "Economista". El bajío de DM es cuestión de justicia divina.
El parche de El Ventorrillo lucía amplia cornamenta. Quinto toro ni bueno ni malo. De pasar. Más movimiento vulgar que categoría. Con su extenso cuello y su limitada forma de usarlo hasta el final. Cuando soltaba la cara. Hasta terminar defendiéndose. Álvaro Lorenzo no rompió el molde del clasicismo. Sin apretarlo ni apretarse.
Luis David tapó mucho al hondo sexto. De nuevo de Alcurrucén el toro, que estaba siempre encima del torero. Por su constante y pegajosa repetición sin salirse de los vuelos. Cuando lo enganchó por delante, la conducción fue larga. Hasta que la obediente embestida bajó su intensidad. En su muleta, el lote de menores prestaciones de la buena corrida de los hermanos Lozano.
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