En esta
pandereta de convergencias, aunque suene raro, sin la conjunción de todas ellas
la Fiesta Brava no estaría completa por la razón de que sus aristas son el todo de un engranaje y por ello tiene sustento que en la fiesta
existan los indispensables, como esos sin los cuales no existirían recuerdos de
los claro oscuros que se suceden en el albero, y que a través de la memoria
histórica siempre estén presentes, más
allá de las charlas entre aficionados, con las letras impresas, las grabaciones de voz, los
videos y desde luego con las fotografías.
En este mundo no todos los elementos son
renovables y por eso conforme van surgiendo con su propio estilo, los nuevos
valores hay que valorarlos, alentarlos y cuidarlos de la mejor de las formas que es el
no desorientarlos con el engaño de la coba, el surgimiento de los seres y las
empresas con valía es escaso, esto lo
vemos dentro de la torería, ¿hace cuánto que no surge un
ídolo?, en las letras el rubro se sostiene con perlas de la vieja guardia y algunos noveles esporádicos,
en las voces pocas se escuchan, más en la fotografía sucede lo contrario pues
ahí han surgido talentos que tarde a tarde van por la supremacía.
Por ello
cuando el destino le quita al tablero una de sus reinas, el mundo se consume en
la negrura del dolor, de lo lamentable, de lo triste, de lo inaceptable y se
dispara, el click del ¿Por qué tenía que ser Daniela Magdaleno la precoz
maestra quien pasara a la tierra de
nunca jamás?... por caprichos de la vida y de la muerte, que no respeta
juventud, ni jerarquías.
Supe de
ella a través de sus fotografías, esas que tienen vida propia, una tarde torera
escuche una voz apacible y a la vez jovial -Señor Bardo soy Daniela Magdaleno-
así de sencilla, como siempre la percibí, lo cual contrastaba con lo impactante
de sus tomas, las cuales lograba porque
entendía del toro, de la cámara y del secreto de la regla de los tercios. Regularmente
sus fotografías alcanzaban el subrayado de obras de arte, eran tiempos de las tertulias
taurinas y la invite a compartir cartel con otras artistas, meses después volví a admirar sus trabajos progresivos que resultaron de Puerta Grande.
Hoy la fotografía de su vida quedara plasmada en
la brillantez de la policromía y será por siempre, la de quien formo parte integral
de esta nueva fiesta la de los tiempos frescos, en la que Daniela Magdaleno, fue rocío hecho realidad, que entre pétalos de
arte, se despidió con aroma de figura.
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