domingo, 4 de febrero de 2018

HOMENAJE A JUAN SILVETI EN LEÓN CON TRIUNFO GRANDE DE SU NIETO DIEGO


 
Y LA DINASTÍA CONTINÚA 

En la plaza del histórico León Guanajuato, la cuna del maestro Rodolfo Gaona y del “león” Antonio Velásquez, los nietos de Juan Silveti le rindieron un homenaje al “Tigre” como, seguramente, él soñaría en sus muchas soledades mientras veía crecer los hijos de David, a sus dos nietos, a quienes salpicaba con sus cariñosos mensajes y las muy oportunas, necesarias y ríspidas, correcciones que surgen en el camino de la formación taurina. 
Fue en el epílogo de una gran feria la corrida de los Hermoso de Mendoza y los Silveti, en el escenario de la Plaza de Toros de La Luz. 
Ambiente de gala en el ruedo y en los tendidos rebosantes de encontradas emociones,  porque era el Homenaje a un gran torero, un personaje irrepetible en la fiesta de los toros y en la vida,. Añorado Juan Silveti por quienes fuimos tratados por él como sus amigos. 
Llenazo “hasta las banderas”, tarde de lujo con ocho toros de la ganadería de Bernaldo de Quiróz para el figurón del rejoneo  don Pablo Hermoso de Mendoza, su hijo Guillermo, el matador de toros Diego Silveti y su hermano el novillero Juan Eduardo Silveti del Bosque,  que se asoma  una ventana en la historia de la dinastía.
 Los rejoneadores, el maestro y su hijo, como siempre, deleitaron, embelesaron y emocionaron al público de León. Pablo le cortó dos orejas a su segundo toro y Guillermo como su padre no abultó la suma de sus trofeos por razones de mal uso de los aceros y dejó la cuenta en una oreja.
Fue la tarde de Diego, la tarde que guardaba para regalo a su abuelo. Su faena, al muy noble Mezquite, 786, al que toreó como al “Tigre” le habría agradado, fue una joya pletórica de arte desde que se abrió de capa con sus lances  ceñidos y templados hasta que la plaza entregada con locura le impuso al torero el perdón a la vida del extraordinaria toro. 
Faena que le abrió a Diego la puerta grande de La Luz, umbral que cruzó a hombros junto al maestro Hermoso de Mendoza.
Emocionante el final, ya que cuando surgían las notas de las Golondrinas, esa de letra que habla de una peregrina y que dice: A donde irá veloz y fatigada/ la golondrina que de aquí se va./
No tiene cielo, te mira angustiada sin/ paz ni abrigo que la vio partir … Instante que La Luz quedó a oscuras, mientras Alejandro Silveti, quien vena hoy por sus sabroso, Diego y Juan Eduardo recibían del pueblo de Guanajuato que tanto sabe de los Silveti el homenaje merecido, digno y sentido al maestro, a gran torero, al amigo muy querido Juan Silveti.  


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