En la plaza del histórico
León Guanajuato, la cuna del maestro Rodolfo Gaona y del “león” Antonio
Velásquez, los nietos de Juan Silveti le rindieron un homenaje al “Tigre” como,
seguramente, él soñaría en sus muchas soledades mientras veía crecer los hijos de David, a sus dos nietos, a quienes salpicaba con sus cariñosos mensajes y las muy oportunas,
necesarias y ríspidas, correcciones que surgen en el camino de la formación
taurina.
Fue en el epílogo de una gran feria la corrida de los Hermoso de Mendoza y los Silveti, en el escenario de la Plaza de Toros
de La Luz.
Ambiente de gala en el ruedo y en los tendidos rebosantes de encontradas emociones, porque era el Homenaje a
un gran torero, un personaje irrepetible en la fiesta de los toros y en la vida,. Añorado Juan Silveti por quienes fuimos tratados por él como sus amigos.
Llenazo “hasta las banderas”, tarde de lujo con ocho toros de la ganadería de Bernaldo de Quiróz para el figurón del
rejoneo don Pablo Hermoso de Mendoza, su hijo Guillermo, el matador de toros Diego Silveti y su hermano el
novillero Juan Eduardo Silveti del Bosque, que se asoma una ventana en la historia de la dinastía.
Los rejoneadores, el maestro y su hijo, como
siempre, deleitaron, embelesaron y emocionaron al público de León. Pablo le
cortó dos orejas a su segundo toro y Guillermo como su padre no abultó la suma
de sus trofeos por razones de mal uso de los aceros y dejó la cuenta en una oreja.
Fue la tarde de Diego, la tarde que guardaba para regalo a su abuelo. Su faena, al muy noble Mezquite, 786, al que toreó como al
“Tigre” le habría agradado, fue una joya pletórica de arte desde que se abrió de capa con sus lances ceñidos y templados hasta que la plaza
entregada con locura le impuso al torero el perdón a la vida del
extraordinaria toro.
Faena que le abrió a Diego la puerta grande de La Luz,
umbral que cruzó a hombros junto al maestro Hermoso de Mendoza.
Emocionante el final, ya que
cuando surgían las notas de las Golondrinas, esa de letra que habla de una
peregrina y que dice: A donde irá veloz y fatigada/ la golondrina que de aquí
se va./
No tiene cielo, te mira angustiada sin/ paz ni abrigo que la vio partir … Instante que La Luz quedó a oscuras, mientras Alejandro Silveti, quien vena hoy por sus sabroso, Diego y Juan Eduardo recibían del pueblo de Guanajuato que tanto sabe de los Silveti el homenaje merecido, digno y sentido al maestro, a gran torero, al amigo muy querido Juan Silveti.
No tiene cielo, te mira angustiada sin/ paz ni abrigo que la vio partir … Instante que La Luz quedó a oscuras, mientras Alejandro Silveti, quien vena hoy por sus sabroso, Diego y Juan Eduardo recibían del pueblo de Guanajuato que tanto sabe de los Silveti el homenaje merecido, digno y sentido al maestro, a gran torero, al amigo muy querido Juan Silveti.
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