miércoles, 24 de enero de 2018

“PAISANO, NO TE HAGAS PENDEJO” POR LUIS RAMÓN CARAZO


 
“Paisano no te hagas pendejo, regala un toro” fue el grito estentóreo que surgió de la garganta del aficionado apodado el Negro y de apellido Aranda de la Porra de Sol, el 12 de enero de 1992, para conminar a Pedro Gutiérrez Moya EL Niño de la Capea (que actuó esa tarde con Mariano Ramos y Jorge Gutiérrezen la Plaza México) a regalar un toro cuando transcurría el sexto astado de la tarde. El público aplaudió la ocurrencia del NegroJorge Gutiérrez toreaba a “Orejitas” de San Martín y su premio fue de dos orejas. Pedro  salió al tercio para avisar que regalaba al séptimo después del ocurrente grito.
El toro de San Martín se llamó “Delicioso” y su característica más importante(a contra-estilo de la ganadería de  San Martín) fue la codicia y prontitud en la embestida desde su lidia con el capote. Al finalizar las banderillas, Pedro tomó la montera y se dirigió para brindar al ocurrente Negro (QEPD) y  con la muleta bordó una más de las faenas que lo consagraron, como uno de los toreros españoles, más queridos por el público mexicano.
Recientemente en la Feria de San Isidro en Madrid tuve la oportunidad al finalizar una de las corridas, de charlar con Pedro y su esposa CarmenJavier Aguirre y Silvia su esposa. Pedro con su gracia inigualable, completó la historia del grito del Negro. Resultó que un día después de salir a hombros junto con Jorge Gutiérrez de la plaza México, le buscó Aranda para agradecer el brindis, como bien lo dicta la costumbre, e invitó a  Pedro a su casa ubicada en uno de los barrios más populosos de México.
Pedro sin mucho darle vueltas, aceptó agradecido la invitación y el día de la comida lo que más recuerda del personaje brindado, fue que una vez que ubicó a Pedro y sus acompañantes en la mesa, salió hasta la entrada de la casa para cerrar la puerta gritando  “Hijos de la chingada no que no venía El Capea”. Cuando lo relata Pedro, entendemos el por qué se hizo consentido nuestro, nos entiende y le entendemos a las mil maravillas. Ríe y llora al recordar al personaje popular que lo impulsó a escribir una anécdota muy conocida en el toreo de México.
Javier Aguirre gran director técnico de fútbol y su esposa Silvia son grandes aficionados a los toros  y conocían la anécdota, pero no la posterior historia de la comida de agradecimiento, conforme Pedro la fue hilvanando, agradecimos el relato.
Pedro nació en 1952 y hace 40 años tomó la alternativa en Bilbao, después de presentarse como novillero en Madrid, con Julio Robles (QEPD),  el 19 de junio de 1972 de manos de Paco Camino y en presencia de Paquirri  se convierte en matador de toros y me comenta. “Yo creo que fue un poquito por ese espaldarazo de la alternativa de Bilbao, que fue televisada, pero ese primer año fue muy importante y yo pienso que cuando un torero toma la alternativa con la seriedad como la tomé en Bilbao y con las cámaras de televisión, que hacen que te vea todo el mundo, pues fue el primer aviso de que el Capea podía funcionar como torero”.
Pedro se formó en la Escuela de Salamanca y de aquellos años le queda la huella: “Mi contacto con ella fue importante. En realidad, me dedicaba principalmente a vender la carne de los toros bravos, que era la más barata en su barrio obrero. Por allí iban a entrenar varios toreros y de verlos se me fue despertando mi afición. Aquellos eran años muy duros, que gracias a Dios se pudieron superar”. El 22 de diciembre de 1974 en la plaza México tras una brillante tarea, logró una bella faena a “Corvas Dulces” de Garfias que le valió para obtener las orejas y el rabo.
El 17 de febrero de 1985, repitió la hazaña con Manchadito de la misma ganadería y fue cuando de ser un torero reconocido por su gran oficio, México le otorgó además, el grado de artista y sensible: ”De todas las plazas de América  hay una con la que siempre ha estado muy identificado, se trata de la Monumental de México, a pesar de que los comienzos no fueron muy brillantes ya que hasta me echaron un toro al corral”. Y añade: “Lo bonito de aquella mala experiencia fue que a ocho días después corté mi primer rabo en la México. En vez de hundirme, aquel episodio  lo que hizo fue estimularme más y pensar que había que dar la cara. Y así ocurrió”.
Un año más tarde se convirtió en el primer torero español en hacer faena para indulto a un toro en la México, “Samurai” de la ganadería de Begoña fue un toro castaño con gran nobleza y acometividad al que Pedro toreó magistralmente. Junto con Miguel Espinosa Armillita y Manolo Arruza, brindaron una tarde inolvidable el 4 de mayo de 1986, con un magnífico encierro de la ganadería guanajuatense propiedad de Don Alberto Baillères dedicado como homenaje los nombres de los astados, a Don Pedro Vargas (QEPD) quién asistió ese día muy orgulloso, a un palco de La México.
Posteriormente vendría una tarde cumbre en Las Ventas cuando se encerró con Los Victorinos para salir a hombros de la plaza de la calle de Alcalá.
En el aniversario número 49 de la inauguración de la Plaza México, el 5 de febrero de 1995,  el ídolo de la afición mexicana se despidió de los toros en una tarde cumbre y gloriosa, pocas veces se ha visto como esa tarde la cantidad de pañuelos pidiendo los máximo trofeos para el torero y escuchados con tanta fuerza, los gritos ensordecedores de ¡Torero, torero! “Piropo” de José Garfias, fue el toro propicio para la locura colectiva de un público entregado al Niño de la Capea que siempre fue recíproco en su sentimiento hacía los mexicanos.
Por esas y tantas grandes faenas en toda la geografía de los países taurinos, es que Pedro es considerado como figura de época, de esos que nacen de cuando en cuando. En unos meses más van a emparentar con Fermín Espinosa, se casa su hijo Pedro matador de toros con la hija de Fermín EspinosaPaulina y sigue dando motivo para considerarlo paisano nuestro.
Hoy dedicado a ganadero y a ser un gran amigo, cumplió años de recibir la alternativa, lo cual celebramos y le deseamos una larga vida a quién por su profesionalismo y carisma se ganó el incuestionable titulo de figura del Toreo, de lo cual muy contados pueden ufanarse de ostentarlo en su larga historia: Albricias y enhorabuena.

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