HA SIDO UN CONSENTIDO DEL PÚBLICO DE MÉXICO |
Víctor José López
EL VITO
El 25 de enero de 1981 el gran torero hidalguense Jorge Gutiérrez indultó un toro en la plaza Monumental México. Fue un toro de la ganadería de San Martín de nombre “Poco a poco", primero de tres que lo colocan como el matador de toros con mayor número de indultos en el historial de la gran plaza de Insurgentes.
Hoy 25 de enero de 2018 recordamos la efemérides de aquella tarde, la gran faena del primero de tres indultos en el haber de El Coloso de Tula. Capítulo de muchos éxitos de su historia en el
inmenso coso de Insurgentes.
Más tarde vendría la faena a Giraldillo de la ganadería de Manolo Martínez en la Temporada Grande de 1996. Un tercero fue en el 2001, “Fenómeno”, perteneciente a la divisa de Julio Delgado.
Más tarde vendría la faena a Giraldillo de la ganadería de Manolo Martínez en la Temporada Grande de 1996. Un tercero fue en el 2001, “Fenómeno”, perteneciente a la divisa de Julio Delgado.
Así se convertía Jorge con la faena a “Fenómeno” de Julio Delgado en el matador de toros con más
toros indultados en los 72 años en la reseña histórica de la Plaza de Toros
Monumental México, plaza en la que se le ha personado la vida a 30 toros, desde que Luis Procuna indultó el 15 de abril de 1951 a Muñeco de don Ernesto Cuevas .
Ordenamos nuestros recuerdos, y en ellos está la hidalga
presencia de un torero que vivió entre nosotros, le recordamos como uno de los asiduos de aquella tertulia en Cuchilleros.
Allí en la tempestuosa tertulia se encontraban personalidades destacadas del toro en
Venezuela, como el doctor Tobías Uribe,
presidente de la Peña Taurina Los Amigos del Toros y de la Asociación
Venezolana de Aficionados Prácticos y el profesor César Dao Colina, gran amigo de Jorge Gutiérrez y que en el tiempo
publicaría un libro de poesía muy hermoso, dedicado a su amigo y gran torero.
Entre los contertulios en el Bar Los Cuchilleros estaba un gran aficionado andaluz llamado Aurelio Brenes. Mejor conocido como "Piquito".
Entre los contertulios en el Bar Los Cuchilleros estaba un gran aficionado andaluz llamado Aurelio Brenes. Mejor conocido como "Piquito".
AHIJADO DE MANOLO MARTÍNEZ |
Fue la época cuando Alfredo
Gómez “Brillante” y Jorge Gutiérrez llegaron a Caracas, “Piquito” era propietario del Bar Sport. Sitio de reunión de los
taurinos muy antiguo en la vieja Caracas, situado a un costado de la Basílica
de Santa Teresa y que mira de frente la estatua del norteamericano Henry Clay,
considerado por algunos como el gran americanista, aunque hoy los radicales lo
califican de Judas.
Era el Sport hospedaje, bar, restaurante y sitio
para tertulia y reuniones de los Bienvenida, que vivieron a pocos a pocos metros de la Pensión de La Gaona que más tarde en el decenio de los años cuarenta hospedaría toreros como Raúl Acha "Rovira" y su fraternal amigo Gabriel Alonso "El Cagancho Rubio”.
PADRINO DE JOSÉ TOMÁS |
Alfredo y Jorge,
entrañables en la amistad
Le llamaban "Piquito"
a don Aurelio, porque había hecho una fortuna vendiendo pan de piquito por las
calles de Caracas. En España, los llaman palitroques y, de estas varitas de pan
salado, surge la metáfora para referirse a las banderillas. Hombre agradecido Aurelio
Brenes y por generoso le abrió las puertas de su casa a los dos
novilleros mexicanos, Alfredo Gómez y Jorge Gutiérrez, que comenzaban sus
andanzas sudamericanas. Alfredo ya con
cartel y Jorge balbuceante en la profesión.
DOS AMIGOS QUE EN VENEZUELA SEMBRARON MUCHAS AMISTADES |
Recordaba "Piquito" que el gusto por el picante era tan exagerado que por comida Alfredo y Jorge consumían un frasco de Tabasco. –Me sale más económico el cocido que el Tabasco, decía muerto de la risa el muy apreciado Aurelio.
Cuando Jorge vino a Venezuela lo hizo recomendado por Curro Leal. Era la época cuando Leal
iniciaba su aventura venezolana, la que
realizó con éxito. Curro trenzó amistad con
Alejandro Mondría, por esos días segundo de abordo en la ganadería de
Guayabita, dada su amistad con el ganadero Luis
Morales Ballestrasi. Fue Curro Leal representante
en México de Roberto Marubini, que crecía
como empresario y organizador de eventos taurinos.
Jorge apenas habría toreado dos o tres festejos en México
y llegaba a Caracas gracias a la influencia del matador de toros Jaime Rangel. El impacto de Jorge Gutiérrez
en Caracas fue importante, tanto que se
convirtió de inmediato en la figura de los novilleros. Se presentó en el Nuevo
Circo junto a Sánchez Cáceres y Gilesillo con novillos de Dosgutiérrez. Se le
vio al de Hidalgo desenvuelto, creativo, valeroso y con un mensaje fresco convirtiéndose
en sostén de la temporada.
Gutiérrez y “El Brillante” que tenía cartel de figura
desde su presentación en Caracas con novillos de Las Mercedes, vivían en un
apartamento de las Residencias Anauco en Parque Central. Un grupo residencial que
pertenecía al Hilton y que Marubini alquiló para alojar los toreros
contratados. Roberto siempre ha tenido ideas renovadoras, de alcances
positivos.
Los jóvenes mexicanos, oportuno señalar que no se conocían
en su tierra, hicieron que entre ellos naciera una gran amistad y, a diario,
iban a entrenar al parque de Los Caobos. Espacio abierto adherido Parque
Central y utilizado por los toreros para sus entrenamientos en las mañanas.
Cuando Jorge Gutiérrez se presentó en Caracas, apenas
tenía experiencia de cuatro o cinco novilladas, y fue tan grata la impresión
que dejó en sus primeros lances, que alborotó a la afición y hasta de le
comparaban con Manolo Martínez. Venezuela le sirvió para su formación, dada la
competencia que el hidalguense encontró nuestras arenas. Por estos lares
estaban sus paisanos Gilberto Ruiz
Torres con gran cartel, Arturo
Magaña listo ara la alternativa, Adolfo
Guzmán que en Maracay era “El rey, su compadre Alfredo Gómez y venezolanos que apretaban muy fuerte como “Morenito de Maracay”, Pepe Luis Núñez, Rayito, Jesús Salermi y
una baraja de muy buenos toreros colombianos que “también cantaban rancheras”.
Con el tiempo Gutiérrez se convertiría auténtico maestro
del toreo. Como artista desarrolló autenticidad en su personalidad. Evolución de
la que con fortuna fuimos testigos en diversos escenarios con sus actuaciones
en la Plaza México donde Jorge Gutiérrez se convertiría en un torero consentido
por aquella afición.
En España Gutiérrez
toreó más de 30 corridas desde que confirmara su alternativa con la terrorífica
corrida de Celestino Cuadri en la Monumental de Las Ventas en presencia de dos figurones del toreo como
registra la historia grande del toreo y que fueron Antonio Chenel “Antoñete”
y Manolo Vázquez. Le vimos una tarde en Burgos con los toros de Manolo
González, junto a dos "monstruos" que por su grandeza han sido El Capea y Espartaco. Gutiérrez no fue de paseo a España. Desde que pisó arena
íbera el de Tula tuvo una actitud digna y muy profesional. Si Madrid fue un
Rubicón lleno de trampas, Bilbao no se quedó atrás. España toda le clavó
divisas de terror como si fueran banderillas: Conde de la Corte, en Madrid como
en Bilbao, y en Madrid también los de Celestino Cuadri y la inolvidable corrida
de los Moreno Silva la tarde de la horrible cornada a Curro Vázquez, cuando en el Sanatorio amanecimos junto a Jaime Rangel y Enrique Bernedo “Bojilla”
esperando lo peor para el gran torero rubio de Linares.
Queridos personajes surgieron siempre en el camino de la
amistad con Jorge Gutiérrez. Su suegro, José
Ramón Villasante, padre de su encantadora esposa María Isabel de Villasante en inolvidables tardes de tertulia junto a Jorge Cuesta y Laura Herbert de Villasante, su gran admiradora. En México,
aquellas comidas entre grandes y muy apreciados amigos organizadas por Chucho Arroyo, junto a quien
compartimos en Caracas una tarde de triunfo celebrada en El Punta Grill de Las
Mercedes, tarde en la que realizó una grandiosa faena Jorge ante un toro de José Julián Llaguno.
Jorge Gutiérrez, hace poco, en la Santa María de
Querétaro luego de siete temporadas sin
pisar una arena taurina, sin desplegar un capote o agarrar una muleta, estuvo
inmenso en el festival homenaje a su apreciado amigo Jorge San Román "El Queretano".
De corazón se preparó Jorge Gutiérrez para ese evento.
Estoy seguro de lo que significó. Un compromiso de vida en compañía de su
fraterno amigo Alfredo Gómez “Brillante”
quien dobló su contrato de obligaciones, y lo acompañó en su preparación por
los tentaderos de los ganaderos amigos.
De Jorge Gutiérrez, en lo personal, recordaremos su
verticalidad en la amistad. Varias fueron las reuniones con él varias
oportunidades en Querétaro y Juriquilla, una de ellas en casa del ganadero y
amigo Carlos Castañeda junto al
ganadero Antonio de Haro y los
matadores de toros Rafael García, Erick Cortéz y Martínez Vertiz. Otras en México y Venezuela, ya fuera en Caracas,
San Cristóbal, Valencia, Maracay, Barquisimeto o Maracaibo que fueron sitios donde
su toreo, honesta entrega y exquisita expresión regaron de goce estético los
corazones de los mejores aficionados…Inolvidable aquel viaje a Burgos en
compañía del matador Jaime Rangel. Tarde
que le acompañaron en el cartel dos toreros históricos: su padrino Antonio Chenel “Antoñete” y José Cubero
Sánchez “El Yiyo” … Chenel reaparecía y ocupaba la cima,
Yiyo aparecía prometiendo ser primera figura.
Fue aquella una gran tarde de Jorge Gutiérrez, en medio
de dos históricos del toreo surgió como un auténtico Gigante de Tula al que hoy
recordamos en las postales de sus
triunfos que llevamos tatuados en nuestras retinas y al que desde esta Caracas
de su gran triunfo aquella tarde junto a Emilio Muñoz y una gran corrida de
José Julián Llaguno recordamos a amigo, al compañero de viajes y muy en
especial a la gran figura taurina que supo labrar en nuestro corazón con trazos
profundos nuestro amor por México.
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