viernes, 29 de septiembre de 2017

MURIO FELIPE VELASQUEZ, FRATERNO CABALLERO DE LA AMISTAD




Llamada exaltada en agitada tarde en la redacción de Meridiano. Desde Porlamar. Denuncia del acoso violento de un grupo de  Antitaurinos en Margarita. Primer contacto con Felipe Velásquez: personaje que reunía todas las virtudes del venezolano, consciente que sus límites territoriales están demarcados mucho más allá de la Isla, de Maracay y mucho más allá de Caracas, porque él fue un personaje que hizo muchos amigos, amigos de fuera, amigos para Venezuela.

Ayer jueves 28 de septiembre se fue Felipe, no pudo soportar más el calvario de un  accidente cerebro vascular que lo ató a un espacio incontrolable, y ciudadano amante de toda Venezuela. Llegó la partida arrancándole recuerdos, sueños y voluntad.


Nacido en Puerto de La Cruz se fue de muy niño a Porlamar, para, más tarde, y siempre en unión de sus padres y de sus hermanos, convertirse en un muchacho de Maracay. Eso quiere decir, un muchacho de los toros, de la pelota y  del boxeo y, por supuesto, de la política nacional.
Alirio Castillo, ese camarada de la niñez que le escoltaría toda su vida llena de aventuras que tenían que ver con aquellos que soñaban con ser toreros como Curro Girón, o peloteros igual que Concepción y defensor de los colores de Aragua en los estadales de baloncesto con ejemplos de Rafa Romero y del Chapi Leyva.


La amistad de Rafael Carabaño fue su estímulo para el combate, porque con Paíque el tema de la discusión política es acometer en defensa de posiciones tomadas a priori, pero es también ocupar altura en función de la información y del conocimiento. Agrego en su formación de vida su cercanía a Rafael Poleo, a quien ayudó superar los primeros aciagos momentos de una etapa política adversa aprehendiendo del periodista enseñanzas para la lucha y la vida con ribetes de excelencia…Y por eso con profundo sentido del concepto del toreo Felipe remató –lo bien “toreao” es lo bien “arrematao”- como recomendaba aquel otro Rafael, el Gallo, y cerró el ciclo de estudios universitarios con la licenciatura en Economía para, insisto, rematar por todo lo alto con estocada limpia y efectiva al coronar sus estudios universitarios en Inglaterra.


Pero su mejor faena o si se quiere la mejor actuación en los nueve innings de su vida tienen dos nombres: su esposa Nina y su hijo Felipe Antonio. 


Contagiosa efusión cuando nos comunicó que Nina, gran profesional de la Medicina, había sido reclamada desde Nueva York para dirigir un proyecto de salud en la Gran Manzana, y, además, que Felipe Antonio habiendo concluido sus estudios de bachillerato, con brillantez y distinguido con honores, había sido aceptado en varias universidades norteamericanas. Pendiente estaba la beca deportiva con la que costearía sus estudios universitarios dadas su magníficas condiciones para la práctica del beisbol.


Todo eso ocurría la tarde que Felipe bajó a Maiquetía para recibir a Nina, portadora de las noticias del futuro de l familia… Hasta que llegó al Aeropuerto. Una jaqueca terrible preocupó a Nina y le recomendó que en vez de ir a casa “pasemos por la clínica porque no me gusta nada lo que anuncian los síntomas”.


Nina tenía razón, el noveno episodio en la vida de Felipe Antonio será una pesadilla la que hasta ayer le mortificó.
Se ha ido un grande de la amistad, como han de certificarlo quienes con él compartieron  sus relatos exagerados, llenos de gracias y recurrentes siempre en el estímulo. Se fue nuestro compañero de viajes y de tertulias, se ha ido una buena parte de nuestras vidas. 

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