La feria de San Sebastián
terminó dejando un mal sabor en la boca por lo organizativo, una feria que se
dio de milagro desnudando una verdad que se sabía iba ocurrir.
Lo primero que la empresa
taurina Fabio Grisolia cuando fue a licitación tenía muchos años sin verse en
el universo taurino, lo mostraba que sus cuentas bancarias no se habían movido.
Pero contaba con el respaldo
del llamado “Socio Solidario” una empresa láctea que era la que con su activos
muy grandes en lo económico respaldaba a la empresa taurina.
El requisito de la
experiencia en organizar actos taurinos se basaba en Fabito Grisolia, quien
estuvo en la organización de la feria de Mérida y quien fuera parte de la
ganadería La Carbonera, ese era el apoyo taurino.
Con la fuerza de la empresa
láctea en lo económico gana la licitación la empresa pero después de eso las
cosas mostraron un mal prólogo.
El sostén de lo taurino se
rompe cuando una disputa publica donde Fabio Grisolia señala a uno de los
socios de “mitómano compulsivo” termina con esa sociedad ante la demanda del
afectado y obliga la salida de Fabito.
Luego empieza la lucha por
conseguir los dólares, las trabas burocráticas en el país para ello son
conocidas por todos y se busca apoyo en gente del gobierno.
El gobernador del
estado Táchira junto a personal de su más estricta confianza sirve como aval
para hacer el lobby y que aparezcan los dólares.
Un anuncio público por parte
de la empresa en el periódico de mayor circulación regional lo confirma, ellos
agradecen al Gobernador todo lo que les colaboró para realizar esa feria.
Vienen los toros de los
hierros españoles violando normas sanitarias sabidas por todos que llevaron a
los que fueron indultados y los no lidiados terminaran fusilados en las fincas
donde pastaban.
Luego empieza la tragedia de
las deudas, los matadores que vinieron de afuera se les deben a algunos
dos años, a los venezolanos también y se suman a ellos las ganaderías
venezolanas.
En este 2017 fueron claras
las cobranzas públicas, Castañeda fue uno y también un ganadero en un Whatsup
les pedía que se comunicaran con él para “arreglar asuntos administrativos”.
Se quiso quitar la concesión
pero por la decisión de un tribunal local eso quedo en pura intención.
Entonces viene la terminada
edición de las corridas de la feria de San Sebastián y ante la no venida de los
toreros anunciados se cambian los carteles y se reducen a tres en vez de cuatro
los festejos y se comienza a convertir en la feria de las sustituciones.
Cosas como atrasar la corrida
del sábado porque el matador Colombiano Ramsés no vino al país, o Eduardo Gallo
que estaba en San Cristóbal y no toreo porque no hubo acuerdos en el
pago.
Sucedieron hechos de verdad
sorprendentes, dejar como “garantía” de pago un vehículo para poder cumplirle a
una ganadería.
Lo otro es la esperanza para
los que tuvieron que sustituir que puedan cobrar, o como a “maravilla” que solo
le dieron “pírricos” trecientos mil bolívares.
La feria en lo taurino quedó
muy herida, la desorganización empezó a verse desde el comienzo cuando sus
problemas internos como la demanda entre sus miembros se hicieran pública.
La gente se sintió burlada
por los anuncios no cumplidos, sabiendo que “cualquier cosa” ante tanto
desorden podría pasar pensando, “es que sería igual jugar ajedrez con una
paloma, tú haces la jugada pero en cualquier momento, seguro ella te caga el
tablero…”.
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