lunes, 3 de octubre de 2016

Puerta Grande en Madrid para el novillero tachirense Francisco de Manuel



RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz

El 2 de agosto de 1987, “Morenito de Maracay” se había convertido en el último torero venezolano en cruzar el umbral de la Puerta Grande de la Plaza de Toros de Las Ventas, hasta que este domingo, un joven novillero tachirense, inscrito a la Escuela Taurina Fundación El Juli, de nombre artístico Francisco Manuel, hijo del otrora novillero Manolo Fuentes, lo hacía de nuevo, tras el corte de una oreja en cada uno de los erales que en el festejo matinal de cierre del certamen Camino a Las Ventas lo conseguía. Hito histórico señores.

Si el paso de los novilleros Manolo Vanegas y Jesús Enrique Colombo se cuenta por triunfos tarde tras tarde, lo alcanzado por Francisco Manuel le coloca entre los hechos destacados del gran y prometedor momento que la cabaña novilleril venezolana y en especial la tachirense se jacta de contar en la actualidad.

Francisco Manuel, como ya se señaló, cortó una oreja de cada eral tras dos faenas serias y notables en las que destacaron sus formas. También Alejandro Adame (hermano de los matadores hidrocálidos Joselito y Luis David Adame), de la Escuela Taurina de Madrid, paseó una oreja pero la espada se atascó en su segunda actuación. Poco afinado con el acero anduvo Alfonso Ortiz, de la Fundación El Juli, que no obstante impresionó gratamente por su temple, suavidad y torería. Por su parte Daniel Menes, sobrado y variado con el capote, casi quedó eclipsado en una final muy reñida en cuanto a toreo pero que marcó distancias en la suerte suprema.


La nota anecdótica del festejo lo marcó la actuación como espada sobresaliente del novillero merideño Alfredo Parra, hijo del malogrado matador del mismo nombre, quien hizo el paseíllo de rodillas, en agradecimiento al hecho de haberse visto anunciado en la primera plaza del mundo, tras varios años de esfuerzos y vicisitudes por arenas ibéricas. Atención señores empresarios de ferias encopetadas, la solución a nuestra crisis de identidad taurina la tenemos a la “vuelta da la esquina”…

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