Una parte del comienzo del libro EL TUNEL (Ernesto Sábato) nos
dice algo así más o menos, que toda época pasada fue mejor por una sola razón,
la presente es muy mala.
La recién finalizada Feria de San Sebastián como que es un
ejemplo de lo que por momentos se puede interpretar, vivimos con nostalgias
sobre recuerdos alegres del pasado, todo por culpa de un presente gris.
La Comisión Taurina con una actuación que por momentos rozó
lo vergonzoso, (recibió una pita descomunal por tocar la música a uno manso y
parado) lo peor es que se hizo cuando el matador se había alejado de la cara
del toro, además del “festín de bajonazos” premiados de manera hiperbólica en
la primera tarde.
La presencia de las
corridas nacionales fue considerada por muchos aficionados “una falta de respeto”,
la ausencia de trapío y fuerza nos llevó
a ver astados que se les hizo un simulacro en vez de picar, algo así como una
especie de “pellizquito”, porque la falta de vigor fue tan notable que se caerían
con una leve brisa.
Un encierro fue rechazado, luego de haber aceptado el de
abrir la feria que estuvo más en novillada que corrida, ello llevo a que los
representantes de la ganadería negada mostraran en un documento la suposición
más de un supuesto “plan macabro” que la falta de peso, tomando en
consideración que la corrida llegó a la plaza fuera de tiempo, (a las 6 a.m.
del día del espectáculo).
La empresa mantuvo en hilo las sustituciones y pasó por el
angustioso momento de buscar el dinero para que uno de los matadores lo cobrara
“al término de la distancia”, de lo contrario no saldría al ruedo, además un
documento de la asociación de toreros de España le pedía abierta y públicamente
a los organizadores que les cancelaran.
Varias sensaciones tuvimos en esta feria: rabia, decepción,
pena ajena y frustración; para terminar todas en una sola, la honda tristeza
que nos invade.
La dedicatoria del libro como que nos describe esta
apesumbrada realidad que vivimos en el mundo del toro en Venezuela y que
sentimos en la feria de San Sebastián 2016,”…en todo caso había un solo túnel,
oscuro y solitario: el mío”. O nos ponemos a enderezar esto, o la luz al final
del túnel será apagada por tantos desaciertos.
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