EL VITO
Rafael
Orellana realizó su mejor temporada en
2014, pero hoy en Mérida debe salir al ruedo a defender el derecho de su propiedad, el ser dueño del cetro del toreo en Mérida con rango pertenencia, por ser la primera figura de la torería andina.
Y ocupar ese sitial hoy día en Venezuela es como ser lider del escalafón nacional.
Y ocupar ese sitial hoy día en Venezuela es como ser lider del escalafón nacional.
Además de destacarse en plazas nacionales se atrevió incursionar
en ruedos de Colombia, hasta ahora vetados para los espadas nacionales. Veto
metafórico, pues no hay tal obstrucción para los criollos, que si no torean es
por falta de profesionalismo, promoción, no atreverse ir al extranjero y absoluta ignorancia del sentido de mercadeo.
Orellana
tocó la puerta de las plazas colombianas exitosamente, pasos en el camino hacia
las grandes ferias. Marcha que comienza a estimular a otros toreros nacionales que tímidamente se asoman a la ventana de la fiesta colombiana.
Orellana
llega en buen momento a defender el cetro emeritense que considera le
pertenece, pues reina en solitario en el escalafón taurino. Hoy en la
Monumental de Mérida no sólo confrontará las excelencias de sus alternantes,
Morante de la Puebla y Alejandro Talavante con ganado de Hugo Domingo Molina,
sino que hará el paseíllo con el fantasma a sus espaldas de César Valencia, el
menor de la dinastía que como habría dicho don José Flores “Camará”, -“Viene
con la escoba”. Respuesta de don José, en los tiempos de Manolete, cuando le
preguntaron su opinión sobre aquel niño que se anunciaba como Luis Miguel y que
era “el peque” de la Casa Dominguín.
Valencia es
“el peque” de la Dinastía de los Valencia de Venezuela, ese clan de toreros
importantes en nuestra torería que encabeza Bernardo, su tío.
Rafael
Orellana, el más andino de todos los andinos y primera figura de su natal Tovar
y en su estado Mérida debe defender hasta con la vida este sitial al que le ha
costado llegar y que más difícil será mantener
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