Un cuento para un amigo firmado con un Estoque
de Seda
Entre los pueblos Casal y Heredia se trilló un camino de
aficiones
*EXISTEN dos
poblaciones tan cercanas que se confunden una con la otra. La de Casal y la de
Heredia. El tiempo las hermanó y, desde hace años, un camino, ancho las
cruza entre episodios, horas y pasajes.
*POR ese sendero, se
notaba la presencia de un hombre quien nunca dejó de transitarlo, entretanto,
los moradores, forasteros, gambusinos y parroquianos lo llamaban Rafael
Enrique; ese ser humano, fue quien inició la primera trocha divisoria de los
mencionados poblados ricos en humanidad, gentileza, errores, templanza,
talento, ocurrencias, picardía sana que no dejaba espacio para la imaginación
y, mucho menos, elementos que lo opacaban con facilidad para no poder conciliar
lo que parecía perdido e irreconciliable. Dos pueblos, sí dos, Casal y Heredia,
con alforjas, bambalinas de seda y mucha alegría…
¿Y cuál era su misión
en tan largo peregrinar?
*ENTRE tantas misiones,
Rafael Enrique, quien cumplía con los avatares de su vida de una manera
sorprendente, hasta el punto, que él se lo planteaba como un desafío diario,
llevaba sobre su alma, que no fue más que un leve soplo animado de vida, la fiel
defensa, proyección de la sin par Fiesta Brava.
*RETANDO la ruta que
se prolongaba hasta no sabemos dónde, portaba un libro de oro en su mano
izquierda irradiándolo en sus tertulias con frases de color carmesí…él,
Rafael Enrique, lo llamaba la Biblia Taurina porque consideraba que la
milenaria Fiesta de los Toros era un sacramento a adorar.
A cada paso, en cada
tarde, en cada cosa….
*IBA dejando en la
vía parte de su espíritu direccionado a alimentar al Toro y a su
Mundo inigualable. De vida y luz. De sombras y soles, de pasión y muerte,
exponenciando, elevando con realidad substancial, el misterio taurino
entrelazado en un surrealismo tan sencillo, que ni Neruda, Alberti, Martí,
Miguel Hernández, los hermanos Machado, Vicente Aleixandre, Mann, Baudelaire,
Stevenson y mucho menos el Dr. Benford podían descifrarlo...
*Obsesiones y
ocurrencias….”es que la muerte es tan generosa que nos da la oportunidad de
vivir”, repetía en los claustros, universidades, clínicas, partidos; en el
Colegio Don Bosco valenciano cuando, bachiller, aún, impartía clases de
Biología para retornar, de nuevo, a esos pueblos: Casal y Heredia…
Solo hay ánimo para unas líneas más….
*A,
Rafael Enrique, se lo tragó el camino y las arenas, quizás, sin odios ni
rencores: sólo, él, lo sabría, pero siempre en su anclaje taurino, llevando a
la Plaza de Toros Monumental de Valencia en el hondón de su alma con un
"óle" colgado en su último suspiro…suspiro, que en la distancia, se
lo alegramos con dos pasodobles: ¡Por la Gracia de Dios y Camino de Rosas!, la
mejor manera para quien bien trilló el camino de la torería, regresara a los
pueblos de ¡CASAL Y HEREDIA! tan, tan estrechamente cercanos.
César Dao Colina
Cronista Taurino
Oficial de la Ciudad de Valencia
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