Diego Ventur una oreja, mientras de vacío y poco de trascedentes Fandiño y el local
Castañeda.
El Fandi con su característico repertorio salvó artísticamente la tarde tras aprovechar el astado más potable de ayer en Pueblo Nuevo. Foto: EFE |
La materia prima en este espectáculo que es
la fiesta brava, tiene como elemento principal el toro. Si este falla o se
viene abajo, es el acabose. Y parte de ello ocurrió en la segunda corrida de
abono de la Feria de San Sebastián. Solo un astado, salvaría de la quema el
comportamiento en los engaños de pupilos que embarcaron para estos predios los
conocidos e influyentes Hermanos Matilla.
La materia prima en este espectáculo que es
la fiesta brava, tiene como elemento principal el toro. Si este falla o se
viene abajo, es el acabose. Y parte de ello ocurrió en la segunda corrida de
abono de la Feria de San Sebastián. Solo un astado, salvaría de la quema el
comportamiento en los engaños de pupilos que embarcaron para estos predios los
conocidos e influyentes Hermanos Matilla.
Dos rejones clavaria Diego Ventura al que
abrió plaza, a lomos de «Demonio», con facilidad y cercanías de terrenos en el
morrillo del toro de El Capea, quien lidia a nombre de San Mateo. Al quiebro
clavo primeras banderillas, para luego sobre «Morante» elevaría interés,
encelando en su grupa las nobles embestidas del burel, desplegando espectáculo
al máximo el jinete hispano luso con las “mordidas” del famoso equino al toro.
Cerró intervención con «Alcaraván» necesitando dos viajes con el rejón de
muerte y descabello para recibir palmas.
Sobrio y más templado lucio Ventura ante su
segundo, con la espectacularidad de siempre, exponiendo sus cabalgaduras a
milímetros de los mutilados pitones. Dosificó castigo con los de castigo, para
luego en banderillas lucirse, en especial con el desafiante «Morante». Una pena
que mencionada obra del toreo ecuestre moderno se emborronara con los aceros, para
recibir sola una oreja –cuando pudo haber sido mucho más- tras aviso.
El Fandi abrió lidia ordinaria con el
acapachado astado del hierro de sus apoderados, los mismos hermanos Matilla,
quien en banderillas iniciaría su repertorio, con sus clásicos pares de
rehiletes. Nobleza supina la demostrada por el burel «Aguileño», un carretón
para seguir los engaños a la velocidad del rayo por parte del atlético espada.
Fijeza, nobleza, bondad y en especial largo recorrido, lo que desató fuerte
petición de indulto del ejemplar denegada por el palco presidencial, yéndose
tras la espada, dejando espadazo trasero, fulminante para el corte de par de
orejas tras dos avisos, y vuelta al ruedo al bravo «Aguileño» de 529 kilos.
Variedad capotera la desplegada por el
granadino coleta en su segundo, por lopecinas, en el quite tras el minúsculo
castigo en varas. Labor de intermitencias de EF, torero de innumerables
recursos técnicos, de escaso emotividad para el tendido, en especial por
naturales, donde se explayó en pases de uno en uno, con más efectismo que
contenido artístico. Le despachó con celeridad requiriendo el verduguillo, para
ser silenciado tras aviso.
Bello de lámina el primero del lote de Iván
Fandiño, el cual en los medios endilgó sabroso toreo por gaoneras. Luego con la
muleta Fandiño brindaría lección técnica de toreo, ante un astado de remolonas
embestidas, metiéndolo en la muleta a base de temple, colocación, conocimiento
de terrenos y mando. El espadazo, ligeramente desprendido, para ser silenciado
tras aviso.
El séptimo de la larga función, de
censurable conformación de pitones –para el dineral que se ha gastado en
traerlo-. Pero en la muleta, poco pudo extraer un torero del poderío de
Fandiño, que tesonero lo intentó por ambos pitones. Le despenó con la brevedad
que ya requería la dilatada tarde.
Voluntad y deseos de agradar las
demostradas por el tachirense Fabio Castañeda, pechando un toro de exigente
condición el que hizo cuarto de función, el cual puso a prueba su aun bisoñez.
En banderillas pasaría con más pena que gloria, pero en la muleta supo
reponerse a las exigencias del serio morlaco en especial por la mano diestra,
donde basó en su mayoría trasteo dilatado. Le despenó con brevedad siendo
silenciado tras aviso.
Destellos los que dejaría el joven
tachirense Fabio Castañeda ante otro lote de astados a contraestilo de las
maneras y formas bisoñas del espada en mención. Igualmente fue silenciado, en
el que cerró plaza tras dos avisos.
FICHA
DEL FESTEJO
Plaza
de Toros Monumental “César Girón” de San Cristóbal. Jueves 29 de enero.
Toros
españoles de Hermanos García Jiménez y para rejones de San Mateo (1º) y (4º),
en su conjunto desiguales de presencia, y juego, destacando la nobleza del 2º,
premiado con la vuelta al ruedo. Pesos: 470, 529, 443, 460, 456, 460, 482 y 442
kilos.
Diego
Ventura, palmas y silencio tras aviso. El Fandi, dos orejas tras dos avisos y
silencio tras aviso. Iván Fandiño, silencio tras aviso y silencio. Fabio
Castañeda, silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.
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