MUCHO
GUSTO, SOY SEBASTIÁN CASTILLO
Kike
Rosales.-
En
color sepia están las imágenes de los maletillas, esos que se lanzaban a luz de
la luna para poder torear, los que siempre están en la parte alta de la tapia
en los tentaderos. Hoy en día las escuelas taurinas practicamente han dejado al
margen ese lado romántico del toreo, pero todavía quedan soñadores, Sebastián
Castillo es uno de ellos.
Su
padre estuvo haciendo campaña por los suelos tachirenses. En los años 70,
cuando en Venezuela se daban muchas novilladas, apareció el peruano Victoriano
Castillo “El Piti”. De allí es donde quizás le venga esa desmedida afición. Su
carrera novilleril no tuvo respaldo en Venezuela y entonces con más sueños que
realidades decidió en el 2007 arrancar a España; sin conocer a mucha gente, sin
haber toreado mucho, carente de documentos y para hacer más difícil la cosa:
sin dinero. Vivió los amargos sabores de la soledad, pasó hambre y miedo; y
nunca dejo de luchar… Lo más curioso es que no tiene rabia. Si no tiene dinero
para guardar, menos va a abrir espacio al resentimiento. Lo único que quiere es
ser tomado en cuenta. Ha toreado por tierras españolas y francesas. Al preguntársele
sobre si pensaba dejar eso de torerar…
se molestó y respondió: “mientras más piedras pongan en mi camino, más grande será mi
castillo”.
Extraña
a su familia que no ve desde que dejó estos lares para llegar a Europa. Anda convencido
de que va ser torero y de los buenos, a pesar de todas las dificultades
planteadas; con una personalidad única le está diciendo a los suyos, que poco lo
conocen: “¡mucho gusto, soy Sebastián Castillo!”
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