Opinion Taurina: Texcoco y Aguascalientes.
Óscar López Gamboa*
Año tras año desde hace ya mucho tiempo,
se celebran puntualmente en estas ciudades, sus tradicionales ferias en
las que entre otros eventos artísticos y culturales que se llevan a
cabo, destacan las corridas de toros que organizan las empresas taurinas
correspondientes, para el beneplácito y esparcimiento del público
feriante que acude anualmente a ésas ferias y que originan fuertes
derramas económicas en beneficio principalmente del comercio organizado
de aquellas ciudades anfitrionas.
Por lo que respecta a Texcoco, y su ya
famosa Feria Internacional del Caballo estos eventos entre ellos las
corridas de toros, empiezan antes que en Aguascalientes, siendo el
empresario Marco Castilla, quien desde bastante tiempo atrás, es
el encargado de montar y confeccionar los carteles los cuales, se
integran con los mejores matadores mexicanos y extranjeros, así como de
encierros de las mejores ganaderías entre ellas, algunas que no lidian
en la plaza México, por razones obvias.
La feria texcocana y sus corridas de
toros empezaron a cobrar fama y prestigio, allá por la década de los
años setentas y sé celebraban en el centro de la población, en el cual
cada año, se erigía una plaza de toros desmontable y el creador de
aquella plaza, fue el Ingeniero Everardo Inurrigarro, quien
coincidentemente era apoderado del matador Mariano Ramos, ambos ya
fallecidos. En aquella memorable plaza portátil, se presentaron los
mejores matadores de aquella época comandada por Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera, Antonio Lomelí, el propio Mariano Ramos, Chucho Solórzano
y tantos otros que se me escapan a la memoria. Siendo insuficiente el
aforo de la plaza y las molestias causadas a la población local, por la
saturación de visitantes en la ciudad, que las autoridades locales,
buscaron unos terrenos propicios en las afueras del centro histórico de
Texcoco, para así de manera permanente hubiera una plaza de toros,
palenque de gallos y centro de espectáculos artísticos, arena para la
exhibición de los famosos caballos de raza azteca, y demás instalaciones
apropiadas para dar cabida y comodidad a los miles de personas que
desearan visitar la ciudad anualmente, en los días de feria.
Esta feria casi coincide con la de
Sevilla pues en Texcoco, se celebran corridas durante la semana mayor
mientras que en el coso del “Baratillo”, principia la temporada
sevillana con el festejo Domingo de Resurrección
Por lo que toca a la famosa Feria
Nacional de San Marcos, en Aguascalientes, esta tiene una gran tradición
que data del siglo XIX los antecedentes de la primera feria que hubo,
fue en el año de 1828, en el mes de noviembre y se llevó a cabo en el
Parían posteriormente a mediados de aquel siglo, las festividades las
hicieron en el mes de abril dentro de las celebraciones de San Marcos,
antiguo pueblo de indios, situado a unas cuadras de la plaza mayor de la
capital hidrocálida. Con la llegada del ferrocarril en 1884, la ciudad
se fortaleció económicamente y, con ello, su primacía regional, por lo
que la feria pudo promoverse y conocerse más allá de sus límites de una
pequeña fiesta de pueblo. Desde su primera edición, esta feria cumple
con una función catártica, no sólo al permitir actitudes que
habitualmente están prohibidas, sino también al propiciar el encuentro
de personas de todas las edades y clases sociales que, durante 23 días,
se reúnen en los lugares más emblemáticos de la ciudad como el Jardín de
San Marcos, el Templo de San Marcos, la Plaza de Toros y La Isla San
Marcos.
Desde el año de 1924 hasta la fecha, se
organiza un concurso de belleza para elegir a la Reina de la Feria. En
1958, siendo presidente de México Adolfo López Mateos,
la feria fue elevada al rango de ¡Nacional! En el año de 1896, se
construye la plaza de toros San Marcos desde entonces las corridas de
toros fueron incluidas en la feria, debido a la gran tradición taurina
de Aguascalientes y al creciente afluente de visitantes a la feria, en
los años 70 fue construida una de las más bellas plazas de toros del
mundo, la Plaza Monumental de Aguascalientes, misma que amplió, en 1992,
su cupo de 7,500 a 15,000 personas cómodamente sentadas.
Dicen que las comparaciones son odiosas
pero, hay ocasiones que es necesario establecerlas, para dimensionar una
cosa de otra tal es el caso dé, la cuadra de caballos de la plaza de
toros Real Maestranza de Caballería de Sevilla, la cual cuenta con
veinte caballos debidamente aprobados que son sometidos cada año, a una
prueba de doma, pesaje (que no rebasen los 600 kilos) y sanidad y
aquellos que no cumplen con los máximos estamentos de dicha plaza, son
rechazados por las autoridades. Cosa contraria sucede en nuestras plazas
de toros, que sólo en algunas; dichas cuadras son de seis caballos
únicamente y en la gran mayoría de ellas, apenas cuentan con dos
caballos mismos que ni siquiera, las autoridades de ésas plazas, los
someten a la prueba que es obligatoria, para que salgan al ruedo a
cumplir con la pica de caballos. No cabe duda hay de “fiestas a
fiestas”.
Es todo por hoy y hasta la próxima, sí el Divino Creador lo permite.
Marzo 29/2013.
*Ex juez de plaza Calafia y comentarista de Grupo Radiorama.
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