Rosario Pérez ABC
Sabina ha vuelto a mostrar su pasión por la Fiesta en la Monumental de México. Allá acudió para ver a Alejandro Talavante, uno de sus toreros predilectos (con permiso de José Tomás, a cuyo capote está cosido su corazón). De negro ambos, como aquel disco al alimón con Serrat en Dos pájaros de un tiro, Sabina con bombín y Talavante con montera. Al otro lado de la barrera el cantante, disfrutando con los doblones del matador; en la arena, el extremeño, que ensaya al son de las notas sabineras.
Sabina, el mismo que ahora ha puesto letra a la campaña de Ciutadans, invita a la afición a atraverse a soñar en medio de perfumen de desengaño. Ya saben: «No hay nada más sagrado que la libertad». Y no hay tristeza comparable a la de un torero al otro lado del telón de acero...
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