lunes, 3 de diciembre de 2012

CRÓNICA DE ACHO DE EL VITO ... Lima y su pasión por Ponce

PONCE,  IDOLO EN LIMA



EL VITO

Decepcionante la corrida más esperada en la temporada de Lima, a pesar que Enrique Ponce salio a hombros de  quienes le idolatran en la plaza de Acho. Los siempre exitosos toros de Roberto Puga,  echaron por la borda la ilusionada espera por ver en el Rimac, reunidos por primera vez a Enrique Ponce, Julián López "El Juli" y a José María Manzanares.
Mientras a Ponce sus incondicionales le llevaron hasta La Cochera, vestido de luces para que se tomara un Pisco Souer con sus amigos Rafael Puga Castro, Gabriel Tizón, Flavio Carrillo y Raúl Aramburu, El Juli y Manzanares  -"los dos solos", como cuando Juan Belmonte cuajó aquel toro de Conzha y Sierra, que cambió el toreo-,  cruzaban el umbral del patio de caballos de la bicentenaria y maltratada plaza de toros de Acho.

ESCASOS EN PRESENCIA Y CASTA

Los toros de Montegrande fueron protestados toda la tarde al pisar el ruedo, por su escasa presencia -dos de ellos devueltos a los corrales, en medio de la rechifla general- carecieron de casta y convirtieron la arena del Rimac en soporífero embudo.
Con dos toros colombianos sustituyeron a sus pares peruanos, uno de La Ahumada, en primer lugar, al que Ponce le cortó una oreja; y otro de San Esteban de Ovejas que  lidió El Juli con más bríos y entrega que acierto por las condiciones de la res. Manzanares, empeñoso, sólo pudo dejar  sueltos detalles, pero le fue imposible la cohesión de la faena.

CORRIDA DE EXPECTACIÓN

Durante toda la semana la actividad de los taurinos giró alrededor del estupendo cartel que había anunciado la empresa de Freddy Villafuerte. Lo ocurrido en Ecuador con El Juli un par de días antes,  apretó el acelerador en la venta de los boletos y la llegada de Ponce fue un acontecimiento pasional  que reunió en Campo Nuevo lo más granado de la afición de Lima. 
Era una locura poder pensar lo que a la postre ocurrió. El fracaso rotundo de la mejor ganadería del Perú -nueve veces conquistadora del Escapulario de Plata, al mejor toro de la Feria de Acho- y la impotencia de los toreros ante los descastados castaños.

CITA DE NOTABLES

Personalidades del más alto rango, como el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, estuvieron desde temprano. El empresario de Nimes, Simón Casas, personalidades del mundillo taurino y político llenaron los escaños en compañía de un público exigente y visitantes que viajaron desde Colombia, España, Francia y Venezuela entre quienes destacamos a nuestros paisanos Rafael Enrique Casal,  Alexander Volcán y el reportero gráfico Gualfredo Rojas, auténtico trotamundos de la fiesta.

ENOJO A POR MAYOR

El primer enojo llegó con la demora del inicio de la corrida. Apenas habían pasado unos minutos de la hora acordada, cuando se escuchó la silbatina exigiéndole respeto a la autoridad y censurado el retardo. Me preguntosi en Venezuela el público exigiera seriedad a la autoridad cuántas cosas cambiarían. 
Lleno en los tendidos y clamor de tarde grande, que se convirtió en bronca apenas Invicto de Montegrande pisó la arena de Acho. Se escuchó como si se esperara al toro, para reclamar virtudes de presencia violadas a primera vista. El toro fue rechazado, devuelto a los corrales por falta de trapìo. Severa contradicción por parte de la aitoridad que había aceptado el encierro enviado por Roberto Puga Castro. 
Enrique Ponce, al abrirse de capa con el de La Ahumada,  sintió la fervorosa entrega de una afición que le mima y le considera su ídolo.  El valenciano le cortó la oreja a este toro colombiano, que con su sola presencia ofendía el orgullo de los ganaderos peruanos, impuestos en los carteles de Acho por acuerdos reglamentarios. Insisto que, sin coherencia en la lidia, Ponce fue mimado y convertido en triunfador. A este toro lo brindó Ponce a Vargas Llosa, brindis que fue pitado por media plaza y ovacionado por la otra mitad provocando  gritos de ¡Viva Fujimori! y dándole a  la plaza calor político que no se fué del coso del Rimac hasta que se bajo la santamaría de la plaza.  
 Con el cuarto cortó otra oreja Enrique Ponce a Bodeguero, un manso cobardón, descastado y que luego del puyazo de César Caro Castillo, "el mejor de América" para los peruanos, el mozalbete de Puga quedó justo para las perrerías del torero de Chiva,  que concluyó esta actuación al grito de "¡torero!¡torero!" con fuerte petición de la oreja concedida.

DESAFORTUNADOs EL JULI Y MANZANARES

Menos afortunado en cuanto a trofeos fue El Juli, aunque resumiría su actuación al grito de uno del tendido que dijo "Mucho torero para tan poco toro". El grito se escuchó, cuando se la jugó en serio ante un jabonero. Bien armado y de escasas fuerzas el toro colombiano que sustituyó al diminuto toro de Puga. Buenos muletazos aislados, desapercibidor para la rabiosa multitud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario