PONCE, IDOLO EN LIMA |
EL VITO
Decepcionante la corrida más esperada en la temporada de
Lima, a pesar que Enrique Ponce salio a hombros de quienes le idolatran en la plaza de Acho. Los siempre
exitosos toros de Roberto Puga,
echaron por la borda la ilusionada espera por ver en el Rimac, reunidos por
primera vez a Enrique Ponce, Julián López "El Juli" y a José María
Manzanares.
Mientras a Ponce sus
incondicionales le llevaron hasta La Cochera, vestido de luces para que
se tomara un Pisco Souer con sus amigos Rafael Puga Castro, Gabriel Tizón, Flavio Carrillo y Raúl Aramburu, El Juli y Manzanares -"los dos solos", como cuando Juan Belmonte cuajó aquel toro de Conzha y Sierra, que cambió el toreo-, cruzaban el
umbral del patio de caballos de la bicentenaria y maltratada plaza de
toros de Acho.
ESCASOS EN PRESENCIA Y CASTA
Los toros de Montegrande fueron protestados toda la tarde al pisar el ruedo, por
su escasa presencia -dos de ellos devueltos a los corrales, en medio de la
rechifla general- carecieron de casta y convirtieron la arena del
Rimac en soporífero embudo.
Con dos toros colombianos sustituyeron a sus pares peruanos, uno
de La Ahumada, en primer lugar, al que Ponce le cortó una oreja; y otro de San
Esteban de Ovejas que lidió El
Juli con más bríos y entrega que acierto por las condiciones de la res. Manzanares, empeñoso, sólo pudo dejar sueltos
detalles, pero le fue imposible la cohesión de la faena.
CORRIDA DE EXPECTACIÓN
Durante toda la semana la actividad de los taurinos giró
alrededor del estupendo cartel que había anunciado la empresa de Freddy Villafuerte. Lo
ocurrido en Ecuador con El Juli un par de días antes, apretó el acelerador en la venta de los boletos
y la llegada de Ponce fue un acontecimiento pasional que reunió en Campo Nuevo
lo más granado de la afición de Lima.
Era una locura poder pensar lo que a la
postre ocurrió. El fracaso rotundo de la mejor ganadería del Perú -nueve veces
conquistadora del Escapulario de Plata, al mejor toro de la Feria de Acho- y la
impotencia de los toreros ante los descastados castaños.
CITA DE NOTABLES
Personalidades
del más alto rango, como el Nobel de
Literatura Mario Vargas Llosa, estuvieron desde temprano. El empresario
de
Nimes, Simón Casas, personalidades del mundillo taurino y político
llenaron los
escaños en compañía de un público exigente y visitantes que viajaron
desde Colombia, España, Francia y Venezuela entre quienes destacamos a
nuestros paisanos Rafael Enrique Casal, Alexander Volcán y el reportero
gráfico Gualfredo Rojas, auténtico trotamundos de la fiesta.
ENOJO A POR MAYOR
El
primer enojo llegó con la demora del inicio de la
corrida. Apenas habían pasado unos minutos de la hora acordada, cuando
se
escuchó la silbatina exigiéndole respeto a la autoridad y censurado el
retardo. Me preguntosi en Venezuela el público exigiera seriedad a la
autoridad cuántas cosas cambiarían.
Lleno en los tendidos
y clamor de tarde grande, que se convirtió en bronca apenas Invicto
de
Montegrande pisó la arena de Acho. Se escuchó como si se esperara al
toro, para
reclamar virtudes de presencia violadas a primera vista. El toro fue
rechazado,
devuelto a los corrales por falta de trapìo. Severa contradicción por
parte de la aitoridad que había aceptado el encierro enviado por Roberto
Puga Castro.
Enrique Ponce, al abrirse de capa con el de La Ahumada, sintió la fervorosa
entrega de una afición que le mima y le considera su ídolo. El valenciano le cortó la oreja a este
toro colombiano, que con su sola presencia ofendía el orgullo de los
ganaderos peruanos, impuestos en los carteles de Acho por acuerdos
reglamentarios. Insisto que, sin coherencia en la lidia, Ponce fue mimado y
convertido en triunfador. A este toro lo brindó Ponce a Vargas Llosa, brindis
que fue pitado por media plaza y ovacionado por la otra mitad provocando gritos
de ¡Viva Fujimori! y dándole a la plaza calor político que no se fué del coso
del Rimac hasta que se bajo la santamaría de la plaza.
Con el cuarto cortó otra oreja Enrique
Ponce a Bodeguero, un manso cobardón, descastado y que luego del puyazo de
César Caro Castillo, "el mejor de América" para los peruanos, el
mozalbete de Puga quedó justo para las perrerías del torero de Chiva, que concluyó esta actuación al grito de
"¡torero!¡torero!" con fuerte petición de la oreja concedida.
DESAFORTUNADOs EL JULI Y MANZANARES
Menos afortunado en cuanto a trofeos fue El Juli, aunque
resumiría su actuación al grito de uno del tendido que dijo "Mucho torero
para tan poco toro". El grito se escuchó, cuando se la jugó en serio ante
un jabonero. Bien armado y de escasas fuerzas el toro colombiano que sustituyó
al diminuto toro de Puga. Buenos muletazos aislados, desapercibidor para la
rabiosa multitud.
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