*El madrileño cortó tres orejas para salir en hombros.- Octavio García “El Payo” a base de carácter logró cortar un apéndice.- Fernando Ochoa dejó ir el triunfo grande.- Tres toros buenos de Fernando de la Mora, incluido el de regalo, y tres de regulares a buenos.- Más de media entrada en el coso Monumental en tarde despejada y calurosa
ADIEL ARMANDO BOLIO
La cátedra taurina que ha dictado este martes en la que fue sexta corrida de la Feria Nacional de San Marcos 2012 el diestro madrileño Julián López “El Juli” ha sido de esas que no pueden quedar en el olvido por todo el contenido didáctico y taurómaco que tuvieron los dos trasteos que desarrolló, de diferente corte y de inigualable ejecución ya que el público pudo paladear y disfrutar de la faena al toro bueno, llena de arte y la del astado soso y parado que desengañó e hizo embestir, jugándose la existencia, ambas coronadas con la espada para cortar tres orejas y por ello salir en hombros.
De esta manera, ante más de media entrada en el coso Monumental de Aguascalientes bajo un cielo despejado y clima caluroso, se lidiaron siete toros del hato de Fernando de la Mora, siendo tres buenos, el primero, segundo y un séptimo de regalo. De regulares a buenos fueron el tercero, cuarto y sexto. Y complicado el quinto.
ESA ESPADA FER
Vestido de nazareno y oro, a cruces, faja y corbatín en negro, el michoacano Fernando Ochoa en el toro que abrió plaza lanceó bien a la verónica y llevó al caballo de manera estética, caminándole por chicuelinas. Con la muleta se dio a ligar largas series por el lado derecho con temple y buen mando al noble y obediente astado, intercalando los de pecho, el trincherazo y el cambio de mano por delante. Por el izquierdo mantuvo el nivel de la faena rematando con el molinete invertido. Continuó por el perfil diestro con más alargadas tandas derechistas y de buena factura. Adornos toreros para finalizar y mató de tres pinchazos y media estocada tendida para escuchar dos avisos y palmas.
En su segundo instrumentó una vistosa serie, yendo de las tablas a los medios, con capotazos girando en la cara del toro y terminando con gaonera, que en su conjunto se llama la moreliana, además de llevar al caballo por tapatías. Su quehacer muleteril lo inició con dos cambiados por la espalda y el de pecho para darle curso por derechazos llevando bien toreado a otro astado tardo pero que no se empleaba mal. Lo intentó con voluntad por el izquierdo hasta ser desarmado. Más series diestras pero sin la continuidad del principio y yéndose la faena a menos. Optó entonces por ligar pases de ornamento en un palmo de terreno frente a la puerta de toriles y matar de dos pinchazos y estocada trasera y desprendida, y dos golpes de descabello para escuchar palmitas.
Regaló un séptimo astado, el segundo reserva, de la misma casa ganadera titular, con el que jugó bien los brazos a la verónica y en una chicuelina. El toro iba muy bien y tras brindarle a los ganaderos de Caparica, Fernando entendió muy bien al astado para cuajarle una brillantísima faena, yendo de menos a más, siendo la parte medular de la misma cuando el toro se refugió en tablas y ahí el toreo le cuajó excelentes series por ambos lados, plenos de arte y buen gusto, con verticalidad y estética de las buenas. Le sonaron “Pelea de Gallos” y entre gritos de ¡torero! cuando estaba todo listo para coronar la obra se puso pesado con la espada echando por la borda todo lo realizado, provocando en él un llanto ahogado de impotencia pues sabía que tenía el triunfo grande en las manos y lo dejó ir. Gran ovación de despedida tras un aviso.
ESTUVO EN PLAN MAESTRO
De azul turquesa y oro, faja y corbatín en negro, el madrileño Julián López “El Juli” al primero de su lote, “Fina Estampa”, lo lanceó con empeño y torerismo, pero mejor se vio en un buen quite por chicuelinas de mano baja. Su labor de muleta, sin más preámbulo, la cursó por el pitón derecho llevando muy humillado al también buen burel, ligándole sin enmendar el terreno un natural en redondo previo cambio de mano por la espalda, siendo por ahí, por el perfil siniestro donde logró y alcanzó momentos de gran altura. Sin embargo, no conforme con lo hecho continuó por el derecho hilvanando muletazos de enorme calidad. Ya con el toro aplomado pero sin perder su clase, le pisó los terrenos para sacarle lances de infinito temple y arte por el pitón diestro para luego hacer el toreo parsimonioso en redondo y metido en la cuna. Más toreo pausado de pitiminí escuchando “Peles de Gallos” y el desplante que repercutió fuerte en el ánimo del público. Entró a matar y dejó una estocada trasera para matar, entre gritos de ¡torero! las dos orejas.
En el segundo que le tocó lidiar, soso y parado, bregó con oficio y su intervención con la franela fue de pleno torerismo y valentía, pues prácticamente lo obligó a embestir para “robarle” materialmente series de gran mérito por el lado derecho. Se metió entre los pitones y de manera temeraria terminó por cuajarle la faena, incluyendo soberbio toreo en redondo, peleándole de verdad y concluir con emotivo desplante. Se perfiló para entrar a matar y lo hizo de manera efectiva con una estocada ligeramente trasera para cortar merecidamente un apéndice, con fuerte petición del segundo. ¡Vaya torero!
FUE DE MENOS A MÁS
El queretano Octavio García “El Payo”, de burdeos y oro, faja y corbatín en negro, en su primero no se le anotó nada con el capote pero con la muleta, con un ejemplar tardo en embestir aunque sin problemas en su empleo, realizó un trasteo empeñoso y torero con las dos manos, destacando lo que hizo por el derecho pero sin conectar lo requerido en las alturas. Una faena que pudo haber tenido mejor proyección y que se perdió al final. Concluyó de estocada caída y tendida para ser aplaudido en el tercio.
Y en el que cerró plaza nada hizo con el capote pero en su trasteo de muleta, previo brindis a su alternante ibérico Julián López “El Juli”, se vio más asentado y centrado logrando una faena más que empeñosa y torera, principalmente por el lado derecho llegándole, ahora sí, a la gente y metiéndola en su quehacer. Le sonaron la música y más confiado alcanzó sus mejores momentos, aguantando y jugándosela en serio, sin tapujos. Le dio al final por introducir a su labor algo de toreo efectista y desplante. Finiquitó de estocada entera contraria y descabello para obtener una oreja.
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