miércoles, 2 de mayo de 2012

Cuando la gloria se rindió a los pies de Manolo Escudero



UN día como hoy de 1943, Manolete le dio la alternativa a Manolo Escudero, "El torero de Embajadores" en Murcia,con el toro Bienvenido de El Conde de la Corte. Escudero vivió en Caracas, y entre los venezolanos cultivó la amistad. Hoy le recordamos y le añoramos. Torero de Madrid que le dió prestigio a la profesión y gloria a su paso por la más hermosa de las fiestas. (VJL)



Actualizado 15/10/2006 - 02:43:14
Manolo Escudero, con el rabo del toro «Aviador» en Barcelona
Manolo Escudero, con el rabo del toro «Aviador» en Barcelona
 ANTONIO SANTAINÉS  
BARCELONA. Recuerdo aquel día de la Merced de 1978 cuando Manolo Escudero en rápido e imprevisto vuelo vino a Barcelona. Le entrevisté en el Hotel Ritz. Y rememoramos su época dorada en nuestra ciudad de la que fui afortunado testigo. De Embajadores ¿verdad?. «Bueno -me dijo- yo nací en la calle Buenavista, dos calles antes de Embajadores, a trescientos metros. Pero a los dos años ya me llevaron a Embajadores y allí me crié».
En la madrileñísima calle citada de Lavapiés vino al mundo Manuel Escudero Gómez el 13 de febrero de 1917 pero no tardaron sus padres en trasladarse a la del Casino, en el mismo cogollo de Embajadores. Aquí desarrolló Manolo su considerable estatura y germinó su inconmensurable afición.
Aquella radiante mañana hablamos de sus pasos más victoriosos en nuestra ciudad en las 21 corridas toreadas. Fluían en su mente sin esfuerzo y puso especial énfasis en aquella tarde en la que, se presentó como matador de toros Silverio Pérez. Tal vez el reciente fallecimiento del Faraón de Texcoco sea un revulsivo más para desempolvar viejas pasiones.
Silverio Pérez murió el pasado día 2 de septiembre a las 4,30 de la madrugada en su finca de Pentecostés.
Pero pongamos orden en la cronología de lo más destacable ocurrido en la vida de Manolo Escudero. Como novillero se presentó en Madrid el 15 de agosto de 1941 estoqueando ganado de Pérez de la Concha con Pepe Chalmeta y Dionisio Rodríguez. Unos días después, el 28, hizo su debut en Las Arenas de Barcelona, lidiando novillos del Conde de Ruiseñada con Vicente Vega y Manuel Álvarez Andaluz. Se le advirtieron finas maneras con el capote aunque le revolcaron mucho los novillos. Repitió con menos suerte el 1 de noviembre en la misma plaza. No volvió más de novillero. El 2 de mayo de 1943 recibió la alternativa en Murcia de manos de Manolete con toros del Conde de la Corte actuando de testigo Pedro Barrera. No tardó en presentarse en Barcelona. Lo hizo el 6 de junio con el Estudiante, Morenito de Valencia y Dominguín que lidiaron seis toros de Alipio Pérez Tabernero y dos de José de La Cova. Y el público de toros que no suele equivocarse se desentendió de las tres citadas realidades y al salir de la plaza sólo hablaba de una firme esperanza: Manolo Escudero. No tardó en confirmarse.
El 29 de agosto salió a torear en la Monumental con Paquito Casado, Morenito de Valencia y Valencia III, lidiándose seis toros de Buendía y dos de Conradi. Cuando le entrevisté en el Ritz habían transcurrido siete lustros de la histórica faena de Manuel Escudero y al preguntarle cual era su mejor recuerdo como torero, me contestó: «El mejor recuerdo lo guardo de Barcelona. Que fue la famosa corrida de Santa Coloma-Joaquín Buendía. Le corté el rabo al famoso toro «Aviador»». Este toro, lidiado en cuarto lugar, negro y señalado con el número 79 era grande, gordo y astifino. Se arrancó tres veces con bravura a los caballos permitiendo un lucido tercio de quites. Manolo Escudero escuchó una de las mayores ovaciones de la temporada en un quite por chicuelina con temple y una suavidad y lentitud excepcionales. La ovación duró varios minutos viéndose obligado a saludar montera en mano.
La faena de muleta de Escudero fue de las que hacen época. Toda ella modelo de arte y de calidad. Los ayudados por alto cargando la suerte; una faena maravillosa, medida; el toreo al natural perfecto, engarzando el último de éstos con el forzado de pecho. Y cuando el toro juntó las manos el volapié clásico. La gloria se rindió a los pies de Escudero que dibujó una obra maestra, elevándose a las más altas cimas del arte del toreo. Las orejas, el rabo, el delirio, dos vueltas al ruedo y la salida a hombros.
En la corrida del 10 de abril de 1944 se produjo un inesperado suceso que proclamó a Manolo Escudero nuevamente ídolo en Barcelona. Sus compañeros de terna fueron Morenito de Talavera y Domingo Dominguín y los toros una gran corrida de don José Luis y don Felipe de Pablo Romero.
Apenas pisó la arena el primero el peón Epifanio Cristóbal Lázaro «Pifa» fue alcanzado sufriendo una cornada en el muslo izquierdo y a la salida de un quite Dominguín sufrió otra en el muslo derecho, graves las dos. No quedó aquí la cosa pues al entrar a matar por tercera vez al cuarto Morenito de Talavera salió empitonado. La cogida fue impresionante porque el diestro se echó la mano a la garganta. En la enfermería diagnosticaron puntazo en el sub-maxilar, por debajo del ángulo de la mandíbula, menos grave. Escudero acabó con el toro de un descabello.
Cuando salió el quinto en el ruedo no quedaba más espada que Manolo Escudero. En el tercero hizo una buena faena que ya mereció la vuelta al ruedo. El toro que cerró plaza se llamaba «Despierto», de preciosa lámina. Su salida fue acogida con una gran ovación. La faena de muleta de Manolo Escudero hecha en los medios completamente solo, fue brillante, entusiasmando sus dotes de gran lidiador. Tras un pinchazo cerró la corrida con el broche de oro de una estocada clásica. Dio la vuelta al ruedo, sin dar apenas señales de fatiga física.
Pero las cosas se tuercen. El 21 de agosto torea Manolo Escudero en San Sebastián la corrida concurso de ganaderías. Alterna con Andaluz y Luis Miguel Dominguín, diestro sustituido por el mejicano Gregorio García. Al hacerle Escudero un quite al mejicano, al ser cogido, sufrió una gravísima cornada que le interesó el pulmón con rotura de costillas y que puso su vida en peligro. «En los corrales -me comentó Escudero- me dijeron que el toro era de Clemente Tassara. Tenía unos ojos de asesino...».
Reapareció Manolo Escudero en Barcelona el 26 de abril de 1945 alternando con Morenito de Valencia y el mejicano Silverio Pérez, que hacía su presentación como matador de toros. El torero de Embajadores, inspirado por la musa del genio realizó una faena genial con el sexto de nombre, Tentador, de Ramos Gallardo. Dos pinchazos que se ovacionaron y el volapié de la tarde. Oreja y salida a hombros. Escudero me decía: «Silverio había estado en la Feria de Sevilla y había visto triunfar clamorosamente a Manolete y Arruza. Si aquellos dos son figuras y éste que no es tanto es capaz de hacer lo que hace, yo aquí no tengo nada que hacer».
En las últimas corridas que toreó Silverio en España se dijo que había notado cierta dificultad de visión. El mismo torero dijo: «Creía volverme loco, porque la ceguera aumentaba con intervalos más cortos...». En México como dicen que Silverio ve doble, Cantinflas, siempre agudo le dirá en una fiesta campera ante una sola empanadilla: «Tu coge la otra que yo me comeré esta...».
Manolo Escudero murió en Madrid el 10 de agosto de 1999. Fue un genio manejando el capote, toreaba de maravilla con la muleta y practicaba el volapié a la perfección. Embajadores fue famoso porque allí nació Vicente Pastor y porque coadyuvó la frasecita de Don Modesto: Embajadores, 9. Hay ascensor. Manuel Escudero nació en Lavapiés y se hizo figura en Embajadores. Que más da. La rosa -decía la Julieta de Shakespeare- perfumaría igual aunque la llamáramos de otro modo.

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