Madrid, 26 de Diciembre de 2011
Sr.D. Juan Lamarca, en Blog "Del Toro al Infinito"
Muy querido amigo:
Entre las gratas notas de estas fiestas navideñas encuentro en el Blog "Del Toro al Infinito" una mancha negra y fea, un olor a podrido que ofende nuestras sensibilidad olfadoria y gustativa, que van muy unidas. Esa mancha negra procede de Galicia, tierra para mí muy querida, muy respetada y casi venerada como para todos los españoles, los que hemos ido a rezar al Señor Santiago y a recorrer las bellezas naturales de la costa y del interior de tan amadas provincias. Pero de pronto, sale de allí mismo , de esa tan querida zona de España, una mancha negra, que no es tinta de calamar o de pulpo local, lo cual tendria pase, ni siquiera accidente de un petrolero contaminante, sino necedad, fea necedad, de algunos políticos cuyo nombre no quiero recordar. A estas alturas, los tales políticos -cuya inteligencia deseo que Dios ilumine algún día - no se han enterado de que hace pocos años una comisión de expertos presidida por el Defensor del Menor, hizo saber con toda claridad que las corridas de toros no envilecen ni pervierten el alma infantil ni hacen brotar la crueldad, el sadismo, ni la violencia, solitaria o en bandas, ni nada parecido.
Sobre el cielo de Galicia y allá en su gloria, imagino el alma de doña Emiila Pardo Bazán, tan partidaria de "Guerrita" y tan noble defensora de la corridas frente a una ignorante Mrs Lowell, así como el alma de la más exquisita de nuestras damas académicas, la Excelentísima señora doña Elena Quiroga de Abarca, hija de los Condes de San Martín de Abarca, cuya infancia y gran parte de su vida estuvo unida a las dulces tierras gallegas, en cuyo seno falleciñó el 3 de octubre de 1996. Había nacido en 1921 en Santander, pero su espíritu estaba transido de sensibilidades gallegas cien por cien. Tuve el honor de asistir a su ingreso en la Real Academia de la Lengua y más tarde disfruté de su hospitalidad y la de su esposo, el académico e historiador Don Dalmiro de la Válgoma.
Doña Elena Quiroga, destacada novelista en los años de posguerra, escribió una excelente novela, "La última corrida", plena de respeto y afecto por la figura del torero protagonista y del entorno de la Fiesta Nacional. Un hermano de esta escritora es autor de una muy notable biografía de Manuel Rodríguez "Manolete".
Me informa un amigo gallego, soberbio pintor taurino, me lo dice esta misma tarde, por teléfono desde La Coruña, que hay brotes antitaurinos - antiespañoles, como si se tratase de seguir la corriente a otras aberraciones similares en alguna otra provincia de España.
Invoco al glorioso espíritu de don Ramón del Valle Inclán para que se les aparezca envuelto en su capa oscura a esos visionarios antiespañoles y les hable de su amistad con Juan Belmonte, de la cual también participó en menor medida don Wenceslao Fernández Flórez. ¡Ah, don Wenceslao! Lo invoco aunque su grado de taurofilia era menos evidente. No sé le pasó por la cabeza pedir que prohibierran ver toros a los niños gallegos. En cambio, llevado por su talante aristocrático sugirió que en las corridas se lidiaran gatos, que son animales de movimientos más elegantes y de pelaje más suave y distinguido, en su opinión.
Por otro lado, reproduje en uno de mis libros la carta que el 13 de octubre de 1955 el académico W. Fernández Florez escribió al Profesor D. Antonio Vallejo Nágera, catedrático de Psiquiatría en la Universidad Central de Madrid, consultándole acerca de la influencia sobre el carácter de los gallegos al ser picados por las moscas de Pontevedra. ¡Ah caramba! Bien pudiera ser una intuición de gran valor profético por parte de don Wenceslao. Si una de esas moscas ha picado al promotor de la prohibición antitaurina, podríamos hallar atenuantes a la retrógrada necedad de la mentada prohibición.
Puestos a invocar a los espíritus más esclarecidos, hagamos venir a don Camilo José Cela, de quien escuché, con motivo de la reinauguración de la Plaza de Toros, la cubierta, de La Coruña, que haber tenido veinticuatro años sin toros a tan noble ciudad había sido una salvajada. Fueron sus palabras textuales. Esa sería la opinión, no lo dudo, del matador Alfonso Cela "Celita" y del picador Dositeo Fernández "Gallego", amigo de Rafael "El Divino Calvo", de Joselito "El Gallo" y de Ignacio Sánchez Mejias, que por cierto llevó en su cuadrilla al poeta Rafael Alberti vestido de salmón y azabache en la plaza de Pontevedra.
¿Irán los niños gallegos a ver corridas de toros si lo desean? Espero que sí, por su propio bien, por el de sus familias esclarecidas y verdaderamente democráticas, alejadas de la influencia de las moscas morbosas, de los políticos ignorantes, y por ende intolerantes, así como por el bien de mi amada Galicia y por el bien de mi amada España.
Fernando Claramunt López. Presidente del Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida. Médico ex-director, por oposición de Dispensarios de Psiquiatría e Higiene Mental.
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