Jardinero de San Mateo
Esta pluma no cesará de censurar a aquellos que persistentemente hacen todo lo posible porque se pierda el interes y cariño por la fiesta brava a base de adulterar la escencia de la misma. Esto gravemente está sucediendo en la Plaza México. Llevamos cuatro tardes en esta temporada, han salido por la puerta de chiqueros 32 “toros” de variadas ganaderías, San José, Marrón, San Isidro, Bernaldo de Quirós, Rancho Seco, La Punta y J. Delgado y el común denominador ha sido la falta de bravura y la mayor parte de ellos, reses débiles anovilladas con ridículas defensas. Mientras no se presente en esta plaza el toro-toro, -el que desechan los visitantes-, la fiesta perderá adeptos y las localidades presentarán gigantescas lagunas, como ocurrió el día de hoy. Nuestra cabaña brava, insistimos, requiere de un inmediato remozamiento de sangre, quizá porque habida tal consanguinidad, las reses están perdiendo sus atributos fundamentales de fuerza y bravura.
Hoy, el quinto de la tarde parecía una excepción, “Cominito” de la histórica ganadería de La Punta, un hermoso berrendo rabicano, calcetero, estrellado, bien puesto de pitones que mostró bravura, aunque después dejó la cabeza en alto, y luego calamocheaba y que a un “diestro”, -tibio, miedoso y sin sitio-, José Luis Angelino exhibió, y él mismo luego mostró su absoluta incapacidad con el acero que provocó que el animal saliera vivo por la puerta que entró, ante la rechifla general de los húmedos concurrentes. También tuvimos esperanzas con el sexto de la tarde, “Mexicano” de La Punta con el que volvió a fracasar Angelino. Fue debido a una grave lesión en el pecho inferida a Joselito Adame al instrumentar un pase cambiado por la espalda quien pasó a la enfermería tras matar a su primer toro que permitió ese regalo sin pagar para el infumable José Luis Angelino.
Pero comencemos desde el principio con la pasarela. Diego Ventura, cuya fama de incumplido en las puertas de las plazas, sus exigencias económicas desorbitadas, su preferencia por novillos-mochos y su demanda excesiva por aplausos, es bien conocida en México. Su cuadra y su habilidad parece no tener rivales, salvo la del navarro Hermoso de Mendoza. Hoy nos mostró a ocho equinos de una belleza y destreza impresionantes (faltó Morante, que está en curación), pero aparecieron, Remate –palomino-, Chocolate –alazán-, Revuelo –tordo-, Wellington –apallusa-, BuenaVíbora, el extraordinario Nazarí –castaño-, Califa y Milagro –tordillo-, sin embargo en toda la tarde apenas lució con el clásico toro de regalo, “Escondido” de J Delgado, un dulce borrego anovillado, carente de bravura, que algunos recibieron con el solemne “miau” que reflejaba al torete sin peligro alguno y otras con aplausos; las niñas bien que les gusta el caballito. Antes el jinete con “Alboroto”, de Rancho Seco solo tuvo detalles, toreando justo a la grupa, simulando un trincherazo y los aplausos llegaron cuando el caballo puso patas en el estribo. El público se emocionó cuando el corcel “Remate”, se adornó con un balancín y movió la cabeza hacia los lados, pero falló con la hoja de peral. En su segundo, “Tequilero” del mismo hierro, un negro totalmente mocho, manso, que hizo el numerito de brincar dos veces al callejón en busca de algunos gorrones, que había más que los que se pararon el día anterior arriba del ring en el box. Ante este panorama vino el tradicional regalo al que aludimos ya.
Angelino con su primero, “Zarampahuilo”, un cromo, berrendo en cárdeno con el inconfundible trapío de La Punta, quitó por chicuelinas, salió del paso con banderillas, especialmente las últimas al sesgo, brindó a Manuel Caballero, de grato recuerdo en México. Pero la res acusó debilidad, descompuso su embestida y el viento hizo lo demás ante un torero que debió despedirse de esta plaza. Infame con una estocada atravesada. En su segundo, Cominito ya mencionado por su lámina, quitó por saltilleras y volvió a lograr algunos aplausos con los rehiletes. Inició con el péndulo, como ya es costumbre. Y se vino el desastre.
Joselito Adame, quien estuvo a punto de torear con guantes a su único enemigo “Estudiante”, un negro bien armado, bravo al castigo derribó al jamelgo y al caballero, retó el de Aguascalientes a su compañero en banderillas poniendo un gran par de poder a poder. El aire no invitaba al clásico péndulo, sin embargo, él insistió desde los medios, el toro lo prendió a la salida infiriéndole una cornada en el pecho que poco notó la concurrencia. El hidrocálido venía por un triunfo y metió la derecha abajo, embraguetándose, el toro, aunque áspero y con raza, apuntaba bien por el derecho y por allí le recetó buenos pases pero sin ligazón, finalizó con manoletinas emotivas, mostrando valentía y voluntad para terminar con una estocada trasera y tendida, que como ya es costumbre, el sujeto del biombo premió con una oreja inmerecida. (salvo que él hubiese sabido de la cornada y por ello le hubiere dado el apéndice).
Supongo que por pudor la empresa no anunció el cartel de la próxima semana.
Bueno señores, creo que me he excedido en el relato de una tarde infumable, quizá hubiere comenzado, porque el libro lo justifica, mencionándoles que con generosidad en su dedicatoria, José Carlos Arévalo, Director de “6Toros6” me ha enviado su última obra “El Secreto de Armillita”. A reserva de comentarios que haré en su momento a este magnífico trabajo, debo decir que no me asombra que esa pluma notable haya revivido las gestas del gran Manuel Espinosa “Armillita” sin siquiera haberlo visto torear personalmente, sino que logró excelentemente recrear la vida taurina mexicana de varias décadas (1927 - 1954). Eso lo rememoré porque una de las ganaderías de triunfo del Maestro de Saltillo fue precisamente La Punta con “Arribeño”, “Mexicano”, “Voladero”, “Bordador”, “Fanfarrón”, “Carolino”, “Pizpireto”, “Gavilán”, “Malagueño”, “Embutido”, “Tirabeque”, “Musulmán”, “Consentido”, “Medianito”, “Hermosillo” y además, como sabemos, cuando se cortó la coleta en la Plaza México, lidió también a seis toros del mismo hierro.
¡Salve a todos aquellos que lo vieron!
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