miércoles, 10 de agosto de 2011

A LOS TOROS en MERIDIANO por EL VITO

México revive
con la fórmula de Tauromagia


Juan Pablo Sánchez, de quien se espera llegue a la cima


CIUDAD de MÉXICO.- Hay asombro, tanto en España como en el propio México, a la respuesta que los toreros mexicanos han dado al compromiso de la campaña española. Sin llegar a lo que significó en su momento la excelencia del “maestro de maestros” Fermín Espinosa “Armillita Chico”, o posterior competencia en suelo ibérico entre Luis Castro “El Soldado” y Lorenzo Garza, lo que han hecho Arturo Saldívar, Joselito Adame, Sergio Flores, Ignacio Garibay y Diego Silveti, provoca evocación de aquel grupo encabezado por Carlos Arruza, a la postre rival de Manolete. Fue aquel grupo surgido de la postguerra, que integraron con Carlos Arruza, Fermín Rivera, David Liceaga, Chucho Solórzano y todos los que marcaron la época de la reconciliación, cuando se depusieron las armas que impedían a los aztecas actuar en arenas de España, o a los españoles hacer el paseíllo en plazas de México.
¿Qué pasó? ¿Qué provocó tal cambio?
Pertinente pregunta, porque la generación de Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Mariano Ramos y Curro Rivera, nombres que brillan en la historia del toreo como una lentejuela de oro en el capote mexicano, no logró la atención de la afición de España, y en Sudamérica sólo Venezuela se les entregó.
No hay causa, sin efecto, expresión trajinada y recurrida, que en esta ocasión sirve para comprender el porqué ocurren cosas. Martín Arranz hará seis o cinco años propuso la creación de un proyecto para educar toreros mexicanos, en la técnica y en la actitud, para que pudieran torear en España.
Esta iniciativa, de la que Arranz, el descubridor y forjador del maestro Joselito, dejó de formar parte, junto hermano de “Yiyo”, Juan Cubero, , maestro de Octavio García "El Payo", Mario Aguilar y Arturo Saldívar, Sergio Aguilar y otros aspirantes a la gloria mexicana dejaron la escuela de Tauromagia. Como la dejaron muchos de los que creyeron en principio.
Tauromagia, sin embargo, comienza a dar frutos y hoy los conocemos por sus nombres: El Payo, Mario Aguilar, Arturo Saldívar y el aguascalientense Juan Pablo Sánchez, torero de dinastía, hijo de Ricardo Sánchez, uno de los que han hecho historia en la Plaza de Toros México.
Tauromagia es algo, pero mucho más que simplemente una escuela. Juan Cubero creó las bases ideológicas y técnicas, Martín Arranz quien fuera en sus inicios el maestro del gran José Miguel Arroyo, “Joselito”, referente a la maestría y sabiduría del toreo universal, son dos de los pilares sobre los que se sostiene este monumental proyecto de la realización de la universalidad de la tauromaquia moderna.
Tiene sus enemigos, que son muchos. Consideran que Tauromagia es la creación insípida del torero monotemático. Que le quitan a la fiesta la variedad, la que ha sido base para la competencia, necesario contraste para que encaje la coherencia de la rivalidad. Contrastes, los claroscuros del aguafuerte goyesco, el blanco y el negro fueron Lagartijo y Frascuelo, Joselito y Belmonte, Manolete y Arruza: y la isla a mitad del océano de la personalidad lo han sigo Guerrita, Chicuelo, Silverio, El Cordobés, Ojeda y ahora José Tomás, toreros que aunque tuvieron muchos contrastes fueron de arrolladora presencia y sus nombres son marquesinas en los capítulos de la historia del toreo.
Pero ellos, per se, fueron creadores de su propia tauromagia

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