Zabala de la Serna | Pamplona
Llegada la hora de la merienda, la corrida de Miura había hundido la tarde en el más absoluto sopor. Morucha desde la expresión de esas caras tan abiertas y paletonas como las de segundo y tercero coronando sus cuerpos largos y cárdenos. Romana huesuda, carnes repartidas, feos perfiles. Rafaelillo y Serafín Marín se estrellaron sin remisión.
Juan José Padilla había estrenado la tarde con una mole de 695 kilos que se emplazó primero y quiso saltar al callejón después. Por el burladero de los fotógrafos. Se les bajó hasta el zoom. Padilla a la verónica compuso un correcto saludo, sacando mucho los brazos como imprescindiblemente requería tal volumen. Un puyazo en rigor y un quite por navarras. En banderillas llegó el miura con los dos pitones escachifollados. El par al violín del jerezano elevó la tensión, por el galope del toro, por todo el terreno que acortó. Bestial la reunión en la misma cara. Impresionante. En la muleta el toro se lo pensó siempre. Cuando pasaba, un ojo pendiente, una bala en la recámara. Se defendía. Punteaba. Cambiante.
El cuarto era cuarto y mitad del anterior de Padilla con sus 540 kilos, sus hechuras cuesta abajo, su aspecto híbrido. Volvió a destacar el jerezano con los palos pero no tanto. El miura aparentaba bondad hasta que se acordaba del Miura de las patillas. Trabajo profesional de Padilla que remató con una gran estocada. Se pidió la oreja y la cosa se quedó en saludos desde los medios.
La pinta sarda del larguísimo quinto embellecía su carrocería. Rafaelillo le tiró dos largas cambiadas, se peleó con él en faena meritoria, guerrillera, de esquiva de los derrotes que acarrearon un solo desarme. Se encasquilló con la espada, lo peor que te puede pasar en Pamplona. El toro tapando salida. Cabreo general que derivó en pasotismo. Rafaelillo de quedaba en la cara.
Para Serafín Marín era su debut con los miuras. El colorado y orientado sexto que enseñaba más las puntas puso fin a la primera de sus pruebas miureñas. La siguiente le espera en Beziers. Y luego, otra en Bilbao. Tomó antigüedad para tomar experiencia. Y decir: "La que me espera".
Ficha:
Monumental de Pamplona. Domingo, 10 de julio de 2011. Sexta de feria. Lleno (20.000 personas). Toros de hijos de Eduardo Miura, desiguales de seriedad y presencia, hechuras y pesos, caras muy abiertas y paletonas como 2º y 3º; 5º y 6º enseñaban más las puntas; de condición morucha, peligro sordo, poder escaso y pobre fuerza.
Juan José Padilla, de azul marino y oro. Metisaca y media estocada (silencio). En el cuarto, gran estocada. Aviso (petición y saludos en los medios).
Rafaelillo, de corinto y oro. Estocada atravesada un punto contraria y tres descabellos. Aviso (silencio). En el quinto, media estocada tendida, seis pinchazos y dos descabellos. Aviso (silencio).
Serafín Marín, de rosa y oro. Estocada baja y trasera (silencio). En el sexto, media estocada pasada (silencio).
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