lunes, 18 de julio de 2011

Diego…el hijo de David… ¿será capaz de conocer el sabor del ¡Silvetazo!?...


¿Seguirán ligándose los tiempos con aquellos tiempos entre puntadas de Dinastías?


CÉSAR DAO COLINA



*Por veces, la vida surrealista de la Fiesta de los Toros, nos deja perplejos por lo corta que se muestra y por la fuente de recuerdos imborrables que nos deja; unos, con el traje de triunfos legítimos; más, otros, cuando usted debe asimilar, asumiendo responsabilidades, que podrá encontrarse con nuevos escenarios donde se le convoca a presenciar cómo se siguen abriendo de capa las Dinastías Toreras cuando los hijos, nietos y bisnietos de quienes fueron toreros de valía, se asoman guerreando en los arenales para ver colgados sus nombres en letras de imprenta como en el colorámico Cartel de Toros, ese, que altivo en las calles, avenidas y tabernas estimulan, sin límites posibles, a intercambiar pasiones sísmicas o sosegadas.

Y ahora un hijo de David se viste de luces ante el toro del futuro


*SÍ, hijo de David Silveti Barry y se llama Diego; sí, asimismo como usted lo lee, Diego, quien ya se ha vestido de luces y por derivada de primera línea, ya se ha visto en los carteles de calle. Es bisnieto de “El Tigre de Guanajuato”-Silveti Mañón- el guapo alternante con Juan Belmonte García y padre de aquella famosa poesía en honor a su Marisela; nieto de Silveti Reynoso e hijo y sobrino de los Silveti Barry. ¡Carajo!-disculpen por hoy, pero no cabe otro vocablo- porque, ahora, leo en "A LOS TOROS", que, Diego, viene sonando con tañir de ansias ambiciosas, con una campana de plata mexicana vestida de torero con la talla de la casa silvetiana. Ese sonido se traduce en palabra gruesa y delicada, tan seria como ser torero….torero bueno.

Pero Silveti sin "Silvetazo" no es Silveti

*BIEN, recogidas estas letras con el pulso del capote de las vicisitudes escritas, nos preguntamos por inquietantes momentos:

*¿Le habrán dicho a Diego que su padre David hacía crujir estas plazas cuando, con su toreo muy personal, lánguido, cincelado en ese impar Temple Mexicano, de donde ya han bebido muchos diestros que no son aztecas?...¿Acaso, sabrá que El Rey David enganchaba a los toros en un palmo de terreno y, aún sin decodificar sus embestidas, siempre se metía en los frentes de guerra sin mover un lazo de sus abetunadas zapatillas componiendo faenas honradas, rítmicas, ligadas, corajudas y, lo más importante, suaves, contextuadas y almibaradas dejándose a los toros no en la línea sino detrás de la cadera alentejada?

*¿Alguien le diría a Diego que su padre se dio integro en el ruedo para redondear a pecho y plano sus faenas y que por eso, por ejemplo en Valencia, aparte de Manolo Martínez, tiene número y tardes importantísimas en el redondel carabobeño? *¿Sabrá, Diego, que, generalmente a partir del cuarto muletazo, su progenitor, aún mermado de facultades físicas, muy pocas, pero en poquísimas ocasiones ocultó sus credenciales profesionales mexicanas y, que por esa razón, más que vital, tenía un diálogo impersonal, pristino, cristalino con el tendido que latía exponencialmente al compás de sus trazos toreros?

*¿Supo, Diego Silveti, de la estancia torera de Alejandro, su tío, por estos cosos enarenados? ¿De su entrega, pundonor, de su capacidad para resolver y alzarse con el triunfo con toros abrazados del plano arenoso cuando los rejones de sol iban templados con el caer de la tarde?...¿Leyó, que, Alejandro, no le hizo asco a hierros bravos rechazados por muchas figuras?

*Con estas líneas, deseamos dejar, BIEN CLARO, y, las cuales se corresponden al respeto como a la condición de matadores de toros ahogados de vergüenza propia y a la amistad que nos dispensaron Juan Silveti Reynoso padre de David y Alejandro, por allá en la ganadería mexicana La Antigua de don Jorge De Haro-hijo de Don Manuel-, afecto ganado o que supieron ganárselo, que no pretendemos, ojo, que, Diego, imite, calque, o reproduzca los “modos” de su fuente dinástica, pues NO, porque con el parecido físico con su padre nos basta y “no nos sobra”, sino que invocamos a la Divina Providencia para que cuando debute por estos pagos venezolanos le permita a DIEGO, en ganada concesión, catar, saborear y ¡SENTIR! lo que es o significa la plena dimensión de un ¡SILVETAZO A PLAZA LLENA!... vale decir, sentir, ante un Silveti Crecido, tal como lo hicieron David y Alejo, al público, la masa, el aficionado, el entusiasta, el personal de plaza, los banderilleros, vendedores, acomodadores, todo ese conglomerado viviente, sin distingo de localidades, puesto de pie, enronquecido, envuelto por esa ¡emoción asilvetada! que explotaba con aquellos faenas largas, templadas, con vuelo de lado izquierdo por ser la mano del corazón; sí, cuando aquellos Silveti burilaban su nombre en el ruedo bajo el paroxismo colectivo con marca artesanal. ¡Los Silvetazos, son únicos, no tienen par... porque tienen amos únicos:- Los Silveti!…¿Será, Diego, otro de ellos?...Esperemos.



*Valencia, Venezuela, ya, a las seis de la tarde, una foto coquetea en el imponente Patio de Cuadrillas de la Monumental de Valencia, dejando traslucir aromas de un recuerdo acompañado de David Silveti y de “Pelo de Miel", julio, 2011.

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