Asomándose al balcón, en el Nuevo Circo (Foto cortesía Jesús Ramírez EL TATO)
EL VITO
El domingo en Maracay los toreros, la afición y los taurinos en general se manifestarán en un Festival en la Plaza de la Maestranza, para rendirle un homenaje, y un beneficio, a quien ha sido un torero de trayectoria.
Vitico Sandoval recibirá un beneficio, como es tradicional en la familia taurina, porque necesita con urgencia de un trasplante de un riñón, para dejar de lado la esclavizante diálisis y dar un paso adelante en una vida que aún le debe muchas oportunidades, que cuenta con el motor de su juventud para enfrentar retos y ofrecer soluciones.
Vitico Sandoval es un torero de aquella generación que en 1971 integró el mayor número de novilleros en nuestra historia taurina. Una generación estimulada por la ambición taurina de un hombre al que pocos recuerdan y al que todos le debemos un reconocimiento. Me refiero al santanderino Gregorio Quijano Sanmiguel, el hombre que se atrevió pensar en grande, apoyado por otro personaje al que, en este caso Sur América, no le reconoce la siembra del toro bravo en sus tierras: Jerónimo Pimentel.
Gregorio Quijano, hombre de una familia del Cantábrico donde en Santander enfrentó al franquismo desde las filas de los sindicatos. En Venezuela, como taurino, lo primero que hizo Quijano fue darle personalidad, cohesión y proyección al gremio de los toreros subalternos. Banderilleros y picadores, que con Quijano vivieron sus mejores momentos económicos y de dignidad profesional.
Vitico Sandoval, como otros 35 novilleros aquella temporada de 1971, vivió los sueños de Venezuela entre 24 aspirantes criollos a figuras del toreo. Vitico toreó seis tardes, la primera en Caracas con un resultado de impacto, pues le cortó las dos orejas a un novillo de José del Carmen Cabrera y superó en competencia a dos toreros que en su desempeño como matadores de toros, más tarde en sus vidas, han llegado a ser figuras del toreo como Bernardo Valencia y Enrique Calvo “El Cali”. A Vitico aquella tarde se le abrieron las puertas de las plazas después del impactante triunfo del 5 de septiembre en el Nuevo Circo. Repitió en Caracas el domingo siguiente, 12 de septiembre, recibiendo una cornada de un novillo de El Socorro. Vitico compartió cartel con Héctor Sosa y el mirandino Rafael Pirela.
Superada la convalecencia, y con el cartel intacto, Vitico se estrenó en Maracay con novillos colombianos de Santamaría, del hierro de Laguna Blanca con Freddy Girón y El Boris. Un entradón en la Maestranza, plaza que este domingo ha de rendirle un homenaje – beneficio muy merecido. En Coro, el 9 de octubre, se presentó con El Boris y “El tornillo” Reynaga para lidiar novillos de Guayabita, Luis Gandica y Aguasvivas.
Con Antonio Arteaga “Arteaguita”, quien fue el triunfador de la tarde al cortar una merecida oreja, Vitico regresó a Maracay con novillos de Laguna Blanca y el porteño Joselito Álvarez. Su última actuación aquella histórica temporada de 1971 fue la tarde de la presentación de la divisa de Los Aránguez en el Nuevo Circo. Freddy Girón estuvo en el cartel, y también Jorge Herrera que le cortó el rabo a un novillo de Cuéllar que le regaló la empresa cuando los tres espadas se iban de vacío en el festejo, y Herrera era el as en la mano de Quijano y no podía permitir bajara su cartel.
Seis novilladas en el año de 1971 para Vitico, cuatro en 1972, 5 en 1973, 4 en 1974 cuando hubo récord de puestos -209 para 50 novilleros – en la temporada, lo que le hizo realizar que mejor perspectiva le ofrecía militar entre los hombres de plata como banderillero, ya que como rehiletero fue hábil y lucidor, efectivo capoteador y valiente para ir a la cara de los astados.
Aquel año de 1974 surgieron los nombres del mexicano Adolfo Guzmán, la gran figura de la temporada con 23 tardes de triunfo, convirtiéndose en el ídolo de Maracay, curiosamente la ciudad que reclamaba el título de “cantera” de nuestra torería. Vitico le cedió el paso a Rayito, con la inteligencia que le distingue, un torero que con fuerza tomó la bandera de Aragua para defenderla de los triunfales invasores, como el ya mencionado Guzmán y el colombiano Oscar Silva, que sus 13 novilladas en Venezuela lo llevaron al estrellato del toreo en Colombia.
El domingo Maracay le rinde el homenaje al torero, al amigo y a quien como unos pocos representa uno de los mejores momentos que ha vivido la fiesta de los toros en Venezuela. Un momento que promovió toreros en México y Colombia y convirtió en matadores de toros a las mejores camadas de coletas que hemos tenido en nuestro escalafón.
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