Rincón, el César universal, descubrió un azulejo en el XX aniversario de sus cuatro Puertas Grandes
ROSARIO PÉREZ / MADRID
Tal era la multitud que se agolpaba en los aledaños de la plaza que alguno no sabía si la corrida había pasado a sesión matutina. Innúmeros aficionados se arremolinaban en la puerta de la sala Bienvenida, totalmente abarrotada. El epicentro de aquel volcánico gentío tenía nombre y apellidos: Julio César Rincón Ramírez. La Comunidad de Madrid le rendía un merecidísimo homenaje en el vigésimo aniversario de sus cuatro salidas a hombros consecutivas en Las Ventas, todo un hito en la Historia. «¡Torero, torero!», le gritaron, como en aquel cuarteto de Puertas Grandes de ese chaval colombiano que había cruzado el charco para conquistar las glorias de la Fiesta española, universalizada con figuras de su grandeza.
«Gracias, gracias», reiteró una y otra vez Rincón con la afición venteña rendida al maestro de Bogotá. «Madrid no da y quita: solo da —sentenció emocionado—. Me dio a mí y a mi familia, a la que pude traer conmigo. Cambió mi vida». Y expresó su gratitud «eterna». Para eterna, la pureza del emperador del toreo. «¡Esto es un torero y no los de ahora!», se oyó en el aula cultural.
La carta de la presidenta
Antes, el director gerente del Consejo de Asuntos Taurinos, Carlos Abella, había glosado con brillantez las calidades humanas y toreras del colombiano, haciendo hincapié en sus seis pórticos y en su mítica faena a «Bastonito». Excusó la ausencia de Esperanza Aguirrey leyó en su nombre una emocionante carta de la presidenta: «Siento mucho no poder estar contigo en este día tan especial para ti y para la Comunidad de Madrid. Es un homenaje tan merecido y tan justo que te envío mi afecto y admiración como aficionada a los toros y como española. Tu aparición hace 20 años en los ruedos de España fue un revulsivo y un atractivo enorme para los aficionados de todo el mundo. Las Ventas guardará en su memoria las cuatro Puertas Grandes de 1991 como uno de los grandes hitos de su historia. Eres un ejemplo de lucha, de sacrificio y de tesón. Te quiere todo el mundo. Y te deseo mucha felicidad».
En el acto intervinieron también el empresario, torero y ganadero Pablo Lozano, el ganadero Victoriano del Río, el crítico Javier Villán y Luis Álvarez, su apoderado en aquel esplendoroso 1991, que recordó cómo se fraguó la contratación tras su magno éxito del 21 de mayo. Tal revuelo se formó en el hotel Foxá, que mentor y torero se tuvieron que esconder en el baño para conversar sobre la sustitución que iluminaría su carrera por siempre. Un día después, el héroe repetía gesta. Otra más en Beneficencia, «cuando era para los triunfadores de San Isidro...» Y una cuarta en Otoño. Aquellos clamores y pasiones los describió en corto y por derecho Pepe Dominguín, cuya palabras rememoró Álvarez: «Ver torear a Rincón en Madrid es hablar con Dios... ¡Y que te conteste!» Ayer la afición volvió a platicar con su ídolo, con el César de las distancias, el temple y la verdad, con el torero que ofrecía el pecho en el ruedo y en la calle, con un hombre con un espíritu de sacrificio sin fronteras.
En medio de una colosal ovación que hizo crujir los cimientos de la «Catedral», numerosas gentes del toro contemplaron cómo el ídolo descubría el azulejo que perpetúa la leyenda de sus cuatro victorias contiguas. Lo destapó acompañado de su mujer, Natalia, y su hijo; del embajador de Colombia, Orlando Sardi de Lima, y de Pío García-Escudero. No faltaron al homenaje Dolores Navarro, Rosa Basante, Samuel Flores, Luis Manuel Lozano, Uceda Leal, Felipe Lafita, Juan José Rueda, Álvarez del Manzano, Lázaro Carmona, El Puno, Manuel Armillita.... Y un kilométrico etcétera. Su mosaico quedó a la vera del que encumbra la majestuosa figura de El Viti, a quien el Club Taurino de Londres rindió un sentido tributo.
Por la tarde, la tormenta debió de provocar interferencias y el diálogo con Dios se quedó fuera de cobertura. Muchos famosos no quisieron mojarse y renunciaron a la tarde de toros. No asustó la lluvia a Nuria González, espectacular como siempre. Carmen Lomana, en el terreno de los Peña, se inquietó con el valor de Saldívar. La presidenta-editora de ABC, Catalina Luca de Tena, presenció la corrida desde un burladero, acompañada por Carmen Pérez Portabales. En el callejón se encontraba también Félix Aguirre, consejero delegado del Banco Espirito Santo. En un palco, la marquesa de la Vega de Anzo y Remedín Gago, viuda de Manolo Vázquez. El notario José Aristónico García no perdió detalle desde su trono preferente. Samuel Flores ocupó su barrera y Adolfo Suárezoptó por la delantera.
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