miércoles, 25 de mayo de 2011

El brindis de la verdad: «Me voy a jugar la vida»




ROSARIO PÉREZ
ABC/ MAdrid



Mucho sombrero mexicano y gritos de «¡ándele, ándele!». Parecía el barrio de Coyoacán. Pero nada que ver: era el Metro de Ventas. Numerosas banderas tricolor ondeaban por los aledaños de la Monumental, donde se anunciaba un azteca con ganas y porvenir: Ignacio Garibay. Pero ni el capote de su Virgen Guadalupana pudo impedir que sufriera un cornadón con un imponente pablorromero, un galán de 672 kilos , «Morito» de nombre -«Morazo» más bien-, guapo por fuera y feo por dentro.

Tremendo susto el de sus seguidores, como Eloy Cavazos, a quien había brindado la faena, junto a César Rincón y Sebastián Palomo Linares. «Me voy a jugar la vida por ustedes, que han sido muy grandes». Dicho y hecho. El trío de maestros, con las pieles cosidas a cornadas, lamentaron el percance. Palomo estaba de celebración: se cumplían 39 años del último rabo cortado en Madrid. Más diestros aztecas: El Zotoluco y El Payo. Ejemplo de la internacionalidad de la Fiesta es el irlandés David White, adentrado en la difícil aventura de la novillería.

Aunque no se anunciaba un cartel de campanillas, en la plaza apenas cabía un alma. El glamour volverá mañana con Cayetano y Manzanares, quien preparaba ayer su compromiso madrileño en la ganadería de Peña de Francia. El otro triunfador de la feria, Talavante, llegó puntual a la cita y deseó que el destino regalase a Garibay «toda la suerte del mundo». Pero la fortuna le jugó una mala pasada y el extremeño acudió presto a la enfermería. La noche anterior, Alejandro el naturalista había cambiado la arena por el césped para vivir la leyenda de Cristiano Ronaldo en el Bernabéu.

El jugador Dani Parejo se mostró feliz por la salvación del Getafe. «Celebrar la victoria con una tarde de toros es una maravilla», nos comentó en el patio de arrastre. El presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, disfrutó del espectáculo desde el callejón, junto al periodista Roberto Gómez. Desde el palco de ABC siguió todas las «jugadas» Íñigo de la Riva, director de Comunicación del Banco Espírito Santo. Jesús García Calero, redactor jefe de la sección de Cultura de este diario, debutó en San Isidro. Billy el Niño al introducirse en su localidad fue el corredor Juan Carlos Higuero, campeón de Europa de 1.500. No faltó la marquesa de la Vega de Anzo.

Numerosos catalanes, como el escritor Fernando del Arco, tomaron el AVE para ver al matador de la tierra, Serafín Marín, con una pena negra por la abolición taurina. De fúbol, de campamentoSol y de las elecciones se habló largo y tendido en las gradas. Muchos abonados venían directamente de entregar sus papeletas; alguno como el barcelonés Paco March, decepcionado con la clase política, incluyó la suya particular: «¡Toros, sí!», título de la obra de Salvador Boix, que no quiere entrar en polémicas sobre la ruptura del idilio entre José Tomás y Núñez del Cuvillo.

Después de votar a sus políticos, el público botó con la espeluznante cogida a Serafín Marín. Juani Pontes y María José Sánchez, aficionadas de pro, temieron lo peor, pero el ángel de la guarda de los toreros hizo esta vez un quite providencial. Milagro en Alcalá 237.

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