Pla Ventura España [ 10/12/2010 ]
TOMADO DE "OPINIÓN Y TOROS"
Es bella la definición que tienen en toda Hispanoamérica para definir a una persona que ha obtenido una titulación al respecto de su carrera universitaria: Les llaman licenciados y, tal distingo es el que les ennoblece frente a sus compatriotas. No es tarea sencilla obtener cualquier licenciatura por aquellos lares; la forma de vida con la que tienen que bregar dificulta muchísimo la labor de miles de muchachos y muchachas que, aún queriendo, la vida les imposibilita mucho más de lo debido para lograr su cometido.
Guilermo Albán en el pase del desdén, en Quito.
Como quiera que en el mundo de los toros todo es posible, entre el colectivo de todos los matadores de toros nos encontramos con el licenciado Guillermo Albán, un muchacho que se doctoró en ciencias económicas y que, para su “desdicha” quiso ser matador de toros, justamente desde allí, desde su Ecuador natal. Y digo desdicha por las dificultades que le entraña su carrera como torero puesto que para Guillermo Albán, no existe dicha más grande que enfundarse el traje de luces.
Recordémosle al mundo que Guillermo Albán lleva muchos años triunfando de forma rotunda en su feria quiteña, incluso desde cuando era novillero sigue cosechando triunfos de clamor, justamente, al lado de las grandes figuras de España. O sea que, estamos hablando de un gran triunfador, hasta el punto de que este año, hasta ha tenido el privilegio de indultar un toro; más concretamente, dos actuaciones en Quito, dos salidas en hombros con rotundidad.
Desdichadamente, Guillermo Albán no tiene valedores dentro de la prensa; digamos en los grandes medios de comunicación, precisamente los que deciden y ponderan para que los demás se lo crean; si es que todavía quedan inocentes que se lo tragan. Las diferencias son abismales. Ahí tenemos el caso de El Juli que, le conceden una sola oreja en Lima y se rasgan las vestiduras todos sus acólitos. O sea que, un hombre rico, famoso, harto de torear, de vuelta de todo en su profesión y, para su infelicidad, todavía se duele y llora sus penas junto a los que le adulan.
El natural de Albán.
Aquí la cuestión es tener acólitos o correligionarios dentro del mundo informativo; de alto nivel, claro. De lo contrario tenemos el caso de Guillermo Albán que, una vez más ha sido el gran triunfador de su feria quiteña, hasta ha indultado un toro y gracias a sus méritos artísticos debería ser el “plato favorito” de los grandes medios de comunicación; nada de eso. Guillermo Albán ha salido en las reseñas de los medios como uno de los actuantes y, ciertamente, nadie ha podido quitarle nada; sus éxitos han sido tales y, aunque sea en letra pequeña, han tenido que contarse.
La verónica según versión de Guillermo Albán.
Fijémonos cuán torpes somos que, perdemos el sentido dicho genéricamente porque no le conceden una oreja más a El Juli y, pocos nos percatamos de un gran triunfador como Guillermo Albán que, para mayor INRI, si compite con las figuras españolas en Quito y se erige triunfador junto a ellos, el dato evidencia que no debe ser un “matado”. Hablamos de un buen torero que, como tantos, sin estar tocado con la varita mágica de la suerte, sigue creando obras bellas en su feria natal y, a su vez, albergando ilusiones para que un día se la haga la justicia que su carrera merece.
Albán es, como otros muchos, el paradigma del respeto más desmesurado hacia su persona. Su carrera se dirime entre México, España y Ecuador, tres países que saben de su arte, de sus condiciones como torero; son sus tres feudos naturales en los que a diario combate junto con sus ilusiones, contra el muro de sus adversiades.
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