sábado, 17 de julio de 2010

TROMPETAS Y VIOLINES



El Fandi ha aprovechado plenamente a su primero, cortándole las orejas. Una ha conseguido en el cuarto El Cid, alternando logros y vacilaciones





ANDRÉS AMORÓS


Los toros de El Pilar han corrido un encierro rápido pero peligroso. En la Plaza, varios han flojeado pero han sido muy manejables. El Fandi ha aprovechado plenamente a su primero, cortándole las orejas. Una ha conseguido en el cuarto El Cid, alternando logros y vacilaciones. Ilusión juvenil ha mostrado Tendero.
Todo San Fermín está empapado de música: de la alegría desbordante de una jota navarra a la melancolía de un valsecito. Para empezar, las dianas; el chistu y el tamboril, para que dancen los gigantes; en Mercaderes, la chalaparta, con el rítmico percutir de la madera sobre los tablones; en la Plaza, la Pamplonesa y las charangas: «La chica yeyé», «Con dinero y sin dinero»...
En el Museo de la Catedral, veo las enormes campanas, con su nombre popular: «La Gabriela», «la Juana». Pasada la Puerta Preciosa, los instrumentos medievales: zanfona, cornamusa, viola, salterio... Y una partitura del «Réquiem» de Mozart, que llegó a Pamplona, misteriosamente, pocos días después de que muriera su autor, escribiendo su «Lacrymosa».
En el Condestable, una exposición de Pablo Sarasate, el genial violinista navarro, muestra que era gran aficionado a los toros y guardaba un juego taurino, con el toro y los toreros de metal...
Todas las músicas y todos los estilos taurinos pueden emocionarnos. Es fácil comparar a El Cid con el violín: clásico, grave, a veces «trémolo». Y a El Fandi, con las trompetas que enardecen a las masas.
No todo es igual de importante pero sí es respetable, si se ejecuta de verdad. Lo decía sabiamente un tratado de crotalogía del siglo XVIII: «Se pueden tocar las castañuelas o no tocarlas, pero, si se tocan, conviene tocarlas bien». El Cid alcanza cotas altas cuando carga la suerte. Además de sus carreras atléticas, El Fandi está cuajando en un buen profesional...
Comienza El Cid la tarde resbalándose en la cara del toro (¡martes y trece!). Tarda en acoplarse a las embestidas. Muestra el diestro su buena línea en algunos naturales sin acabar de estar a gusto. Mata mal.
Hace un esfuerzo en el cuarto, flojo pero noble. Va cogiéndole el aire poco a poco, aunque el animal puntea algo y se muestra pegajoso. Al final, consigue unos suaves naturales de mano baja, en su línea clásica. La estocada pone en sus manos una generosa oreja pero... algo le sigue faltando.
También flojea y mansea el tercero. Tendero muestra voluntad pero también inmadurez en una lidia desigual. Algunos muletazos son buenos pero no redondea la faena y todo se diluye con la espada.
Sale muy flojo el último pero el picador le pega todo lo que puede. ¿Para cuándo la norma clásica de medir el castigo? Por miedo a que el animal quede crudo, se pasan. Tendero muletea suave pero desigual, otra vez, y vuelve a pinchar. Esperamos más de él.
El segundo toro se viene arriba en la muleta y El Fandi puede demostrar el gran momento profesional que atraviesa, no sólo con las banderillas. Dentro de su estética, logra una lidia completa, con gran seguridad y algunos naturales limpios. La estocada completa el éxito. No puede redondearlo en el quinto, demasiado flojo y demasiado picado, pero vuelve a mostrar su seguro oficio.
Hoy, las trompetas han logrado mayor eco que los violines.

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