viernes, 21 de mayo de 2010

POR LA CATALUÑA TAURINA

La barretina y la senyera en el ruedo de Las Ventas





Juan Miguel Núñez

Madrid, 20 may (EFE).- Una reivindicación por la Cataluña taurina, expresada hoy en Las Ventas a través de la barretina y la senyera, a cargo del torero de aquella tierra, Serafín Marín, puso una nota de color y calor por el sentimiento de una afición que ve en peligro una de sus más arraigadas tradiciones.



FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Baltasar Ibán, muy bien presentados, grandes, serios, hondos y astifinos. Corrida con mucha plaza, sin embargo manseando en los dos primeros tercios, y de comportamiento muy distinto en la muleta. Los que más se desplazaron, primero, segundo (aplaudido éste) y cuarto. El tercero acusó una mala lidia. El quinto, brusco, tardo y probón. Y el sexto, parado del todo.

Eugenio de Mora: estocada (ovación tras aviso); y buena estocada (ovación).

Serafín Marín: estocada ligeramente desprendida (ovación); y dos pinchazos y estocada casi entera (silencio).

Luis Bolívar: pinchazo y estocada delantera y caída (silencio); y tres pinchazos y media (silencio tras aviso).

En cuadrillas, un buen par de Gustavo García "Jeringa" en el tercero, y la buena colocación y oportunas intervenciones a lo largo de la tarde de Domingo Navarro.

La plaza se llenó "hasta la bandera" en tarde deliciosamente primaveral.

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LA LIBERTAD NO SE PROHÍBE



"La Libertad no se prohíbe" es el mensaje que trajo hoy a la monumental madrileña de Las Ventas el torero de Montcada i Reixac, Serafín Marín, catalán puro, y esplendoroso, como el color de su terno, purísima y oro.

Llevó Marín por montera la barretina, otro símbolo del más acendrado catalanismo, y caminó en el paseíllo envuelto en la Senyera con la mencionada inscripción.

Qué bien que baje al ruedo la bandera de aquella autonomía donde algunos fundamentalistas de un mal entendido nacionalismo pretenden no se sabe bien por qué poner en entredicho la tauromaquia tan entroncada allí.

Y rugió Madrid, la catedral del toreo, "rota" la plaza con un encendido aplauso por el gesto, por Cataluña y su afición a "la Fiesta" más culta de todas, según la definió el universal poeta Federico García Lorca.

"Libertad", "toros" y "Cataluña", son palabras de moda por el debate que se ha seguido este invierno en el Parlament provocado por la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) con la que se pretende poner fin al espectáculo en la tierra de Serafín Marín.

Madrid quiere también una Cataluña con toros. Está claro. A ver qué pasa en la votación final prevista para el próximo julio.

Qué pena que la corrida de Ibán, con mucha fachada, no tuvo el fondo suficiente. Y Marín, como sus compañeros de terna, no pudo reivindicar con la rotundidad deseada que "el bon toreig es tambe catalá". Dejó más que apuntes, eso sí, muy firme en los dos astados de su lote, sobre todo en su primero, al torear con eficaz poderío y sumo gusto.

Hubo muletazos por el lado izquierdo de trazo largo y sentido, y en la media distancia, dejando que el toro se viniera de lejos para mayor emoción. Pero faltó unidad al trasteo por las intermitencias que impuso el toro, que quiso "rajarse" en más de una ocasión.

El quinto embestía con todo, y se dejó menos. Toro con escaso contenido, y que acabó a la defensiva, sin pasar de las medias arrancadas. Marín lo exprimió hasta mucho más allá de lo poco que se vislumbraba en él, pero sin lograr estructurar faena.

Abrió plaza Eugenio de Mora con un toro que le costaba meter la cara en el primer envite, pero que una vez dentro del engaño repetía con fijeza y por abajo. Lamentablemente duró poco (el toro), y en consecuencia también la faena acabaría yendo a menos. El proyecto de "parón" final, aprovechando lo poco que quedaba del toro, tampoco fue a ninguna parte.

El cuarto resultó corretón en los dos primeros tercios, pero conseguiría De Mora meterlo en la muleta tirando de oficio. Le pegó pases, más de los previstos inicialmente, aunque con escaso poso.

Y Bolívar, salió del paso en su primero, un animal quebrantado por dos volatines que llevó al meter los pitones en la arena al salir del caballo en los dos encuentros. Como también fueron nulas las posibilidades de faena en el sexto, que se vino abajo enseguida, totalmente parado. Tampoco le sobró mucho animo al torero que se diga.

Está claro que lo importante de la tarde fue la llamada de atención por los toros en Cataluña. EFE

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