UNA SEÑORA QUE ERA UN SEÑOR'
CARLOS RUIZ VILLASUSO / Madrid
La hierba ha crecido esta primavera hasta así, me dice una amiga de Salamanca señalando con su delicada mano su pecho. Yo la creo mirando la mano. Y el pecho. Lo mismo que en mi finca, le digo sin poner mi mano en nada. No porque no quiera. Mi finca, a la que le he añadido riego por aspersión: una miniregadera, está preciosa y en el potos del salón hay tres nidos de ave cigüeña, la kentia da el pego para un reportaje de National Geographic y encima del césped del Parque del Oeste ya retozan entre insectos cuerpos en masculino y femenino plural con la cal de la piel del invierno llena de buenas intenciones. Al sol. Hasta que se hace la noche, hora en la que salen a currarse el cuerpo con tacones y unas señoras que eran señores, y que son lo primero antes de que descubran lo segundo por razón de sexo y que les dicen travestis. Tengo un amigo de Badajoz que un día se llevó una sorpresa. La señora era del género masculino. Como la corrida de El Puerto, señora y tía, en femenino. Pedazos de toros con cuajo, mirada y embestidas de hombre. Queda la sorpresa. Que no la cuajaron los que deberían cuajarla.
Esa hermosa corrida por remate, cuajo, hechuras y condición, bien comida y fuerte se recordará a medida que pase esta feria mediocre en donde la primavera ha roto tarde pero de golpe. Fue el primero toro bueno por el derecho en su distancia y no malo por el izquierdo, metió bien la cara el bajo segundo, el tercero se movió dormido pero con nobleza, peleó mucho con el de aúpa el cuarto, toro importante y el sexto fue a más. Sólo el quinto, más descolgado de carnes y un punto mansito, blandeó sin fuelle ni fondo. Cinqueños los cuatro últimos. Una corrida para que El Cid, Castella y Pinar reventaran una feria en línea recta, plana, ora por el viento, ora por la espada, porque no había primavera y porque el toro era travesti. Hoy las excusas se antojan estériles y sólo cabe la sorpresa. Como la que se llevó mi amigo de Badajoz. Un mes le llevó disolver el disgusto a base de ingestión de tortas de El Casar. Engordó tela.
Lanceó bien El Cid el primero, el más alto de la corrida, suave y hacia fuera y tras un discreto tercio de varas, en medio un quite por gaoneras de Castella con el toro ciñéndose por el izquierdo, el toro le tapó la salida en tranco fuerte a Alcalereño. Por el mismo pitón. Por eso El Cid se fue, solemne, con la diestra y en la distancia, a citarlo en uan primera tanda ligada que prometió mucho. Era todo, como casi toda la corrida, para que soltara en línea, para que se fuera de los vuelos en cada pase. Hueco. Sitio. Perder pasos, sobre todo en los terceros pases. La faena, con el toro más corto por la mano buena de el de Salteras, no cogió vuelo. Enganchones y pausas entre pases limpios. Espera en el público y estocada fea. Al cuarto le dieron fuerte en varas. Tuvo mejor condición y fue una de las estrellas de la corrida. Astifino y de impacto en su cuerpo, la tomó bien por los dos pitones y El Cid se entonó bien en una tanda con la derecha y otra con la izquierda, que fueron insuficientes pues faltó mando en los muletazos que se iban sumando, sobre todo cuando, escarbando el toro en los medios, se lo llevó al tercio. Ahí la faena perdió crédito, ritmo, limpieza, distancias correctas.
Castella tampoco terminó de redondear con el segundo de la tarde, que tuvo embestidas de las apretadas. La primera, por inercia, terminaba con el toro yéndose y los siguientes pases, sobre todo el tercero, donde el torero y toro estaban excesivamente reunidos. No fue lo mismo el pitón izquierdo en una faena donde el francés estuvo con firmeza y valentía, pero, o faltó lucidez o emoción o ambas cosas, porque no caló en el público. Una sorpresa. El quinto no le dio opciones porque el toro fue endeble en todo menos en tamaño, sin fondo ni fuerza.
El primero de Pinar embistió suave y despacio y el torero acertó en ligazón cuando lo toreó por afuera y eso no gusta en Madrid. El foro es el foro, la periferia, Móstoles y Alcorcón. Pinto y Valdemoro. El sexto fue un tío por cuajo, musculación y carnes apretadas, toro para poder por abajo, y, sobre todo, para que en el tercer pase, apretando por dentro, el toreo le perdiera pasos con la muleta puesta. Le ganó la vez con la mano izquierda, se vio mucho toro y el torero no supo resolver. A la corrida le dieron mal trato con la espada. Una de estas corridas que podrán matizarse, tranco allí, allá, apretar más o menos, pero señora corrida de rendimiento sorprendente. De cerca de la finca de ese amiga venían, la que tiene la hierba hasta así de crecida. Qué me gusta ese sitio de ese así donde pone la mano ella. Sin sorpresas, que luego la noche confunde señora por señor y viceversa y damos las buenas noches con el género cambiado.
Plaza de toros Las Ventas. Tarde primaveral. Decimotercer festejo de la Feria de San Isidro. Cartel de no hay billetes. Se han lidiado toros de El Puerto de San Lorenzo, muy bien presentados. Destacaron por su calidad el cuarto y el sexto. En el arrastre obtuvieron respectivamente: silencio, aplausos, silencio, silencio, silencio y aplausos. Manuel Jesús El Cid, silencio y silencio; Sebastián Castella, ovación tras aviso y silencio y; Rubén Pinar, silencio y silencio.
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