CON LA VENIA: BAILANDO ALEGRE EL BAYÓN... /
Bocanegra
EL TORO AL INFINITO
Y así fueron los negros zumbones de los Bayones en la remendada corrida de la 11ª de San isidro. Cuatro toros quedaron tras el filtro facultativo a los que se añadieron otros dos de Pereda.
Se presentaba un cartel lleno de dudas por la escasa entidad de los diestros anunciados, y por la vuelta a San Isidro de una ganadería clásica en el abono, pero ausente el pasado ferial por castigo a su mal juego anterior. Se cumple la norma de escarmentar el fallo ganadero mientras no se trate de sangre artista.
No es que los espadas, Picazo, De Justo, y Lancho, le tomaran el ritmo al bayón como aquel negro zumbón de la célebre canción, pero sí que pusieron empeño para alegrar al público dominguero que, mira por dónde, fustigaron a estos modestos como no lo hicieron con las decepcionantes figuras de los garcigrandes. Cierto es que los espadas no estuvieron a la altura del juego de los Bayones, ni podrían estarlo nunca con tan escaso bagaje, pero ya se sabía, e incluso el abonado se preguntaba qué razones habría para incluir este cartel en la feria de San Isidro. La empresa y el Consejo taurino lo sabrán.
Los lisardos, hoy más que atanasios, se asomaron como solían. Buen trapío, fríos y desentendidos de salida, para después dejarse pegar en el caballo con más o menos clase, y a más en la muleta: unos bravos y otros menos, pero humillando y repitiendo, con fondo y final.
Gabriel Picazo tuvo la gran oportunidad con el lote que le cupo en suerte –ésta vez sí- pero la faltó cruzar la raya del ser o no ser. El torero de San Sebastián de los Reyes sempiterno colocado en las Ventas, ofreció, sin embargo, su mejor cara. Su conocida liviana firmeza se ha trastocado en buen oficio y mayor entrega, quizás le faltó creérselo y apostar decididamente por el triunfo. Tendrá que arrearle más el Gallo de Morón para infundirle la fe que en él tiene depositada.
El disgusto de la tarde llegó con los tres avisos del usía al humilde Emilio de Justo, y el toro al corral. Fue un gran ejemplar el que tuvo enfrente el toreo cacereño, candidato ya a premio ganadero en esta feria. El buen concepto del toreo, el clásico y depurado estilo del extremeño se vio desbordado por la bravura de “Pitillo”, de Los Bayones, núm. 21 y 555 kilos sobre sus lomos.
Muy acertado el presidente Don Trinidad. El palco de Las Ventas está muy bien ocupado por una persona de reconocida afición, sensata, equilibrada, y desinteresada, cuya bisoñez en sus comienzos fue aprovechada por algún gracioso para denostarle a costa del fácil y grosero uso de su nombre de pila. Queda claro quién es quién, y la diferencia existente entre una persona que es alguien y otra que es un don nadie.
En tres corridas, tres, hizo el paseíllo la pasada temporada el desafortunado Emilio de Justo. ¿Sería conocido este detalle por el Consejo Taurino y la empresa de Las Ventas?.
El recuerdo del cornalón sufrido el año anterior por Israel Lancho y que lo puso al borde de la muerte, hizo que los cariñosos aplausos del público lo sacaran a saludar al tercio tras el paseíllo. Pero ya no hubo más motivos para que le sonaran las palmas y su labor ante sus oponentes, gris plomo, como el color de su traje, se diluyó en un quiero y no puedo.
Se fue la tarde, y la gran ocasión de la terna. El alegre baile del bayón, solo apareció en el ritmo de los bayones.
Don Trinidad, un presidente con dignidad
RESEÑA DE LA CORRIDA
MADRID, 16 DE MAYO
11ª de Feria de San Isidro. Lleno.
Cuatro toros de Los Bayones y dos remiendos (3º y 4º) de José Luis Pereda. Desiguales aunque bien presentados. Destacaron 1º y 6º, manejables y nobles.
El 2º, un gran toro, ovacionado. El 4º, de Pereda, fue bueno. El 3º complicado. El 5º descastado.
Gabriel Picazo, ovación con saludos y división tras aviso.
Emilio de Justo, pitos tras tres avisos y silencio.
Israel Lancho, silencio en ambos.
Se guardó un minuto de silencio en memoria del 90º aniversario de la muerte de Joselito El Gallo.
Picazo fue atendido de una "Herida incisa en el 2º dedo de la mano izquierda, con sección del tendón profundo. Que no le impide continuar la lidia".
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