jueves, 6 de agosto de 2009

BIENVENIDA EDUCA UN TORERO

San Cristóbal tendrá torero!!!
por Williams Cárdenas
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Chinchón, MADRID



El pasado sábado 25, Día de Santiago, me reencontré con uno de esos sitios de la Comunidad de Madrid que guardo en mi memoria y porque no decirlo, en un rincón de mi corazón. Hablo de Chinchón, donde además tuvo lugar mi “bautizo de sangre”, una tarde en la que alterné con ese torerazo que es Carlos Escolar “Frascuelo”.
Las cicatrices de los que han toreado tienen ese efecto de retrotraernos en la memoria a los hechos y lugares donde las sufrimos. Por eso en la cabeza de los toreros se guardan muchas anécdotas y vivencias límite, más que el común denominador de las gentes que no se dedican a artes u oficios de tanto riesgo.
De eso han pasado casi 40 años y tal vez por ello volver a Chinchón me resultó tan familiar como si nunca hubiera dejado de ir. Se viven los toros en Chinchón como si nos trasportáramos dos siglos atrás, y salvo por algunos detalles de la inevitable modernidad, todo es mágico y auténtico.
Lo cierto es que lo que allí ocurre en relación a nuestra Fiesta de los Toros es inolvidable. El marco en el que se celebran los espectáculos en su Plaza Mayor, con sus balcones engalanados con la bandera española, es incomparable. La barrera, que perteneció a la vieja Plaza de la Puerta de Alcalá de Madrid, fue donada a la población por el otro Frascuelo, Salvador Sánchez, en gratitud por las atenciones que recibió de los vecinos con motivo de una grave cornada allí sufrida.
Me encontré en Chinchón con ese extraordinario aficionado a los toros que es el Excmo. Sr. Bruno Delayé, Embajador de Francia en España, amigo y auténtico valedor de nuestra Fiesta donde quiera que esté.
En esta oportunidad asistí con la curiosidad de ver actuar a Favio Castañeda, un joven novillero de San Cristóbal, mi bella ciudad venezolana, quien toreaba una novillada en la que alternaba con Alberto Escobar y Javier Martín, dos adelantados alumnos de la Escuela de Madrid.
Favio, quien está en España gracias a la generosidad y ayuda inestimable de mis buenos amigos D. Felipe Diaz Murillo, Director de la Escuela de Tauromaquia de Madrid, y D. Juan Lamarca López, Vicepresidente 1º del Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida, no nos defraudó, todo lo contrario.
Pude evidenciar que hay en él condiciones para que en un futuro próximo San Cristóbal pueda presumir de tener un torero importante. Obviamente, está en un proceso de aprendizaje en el que se evidencian defectos, lógicos en un torero en ciernes, pero me quedo con estos detalles: Tiene valor, no se aburre en la cara de los novillos, le gusta el toreo bueno y evidencia una gran afición, y estas son las bases fundamentales sobre la cuales puede construir su camino torero.
A la espada tendrá que dedicarle especial atención, pero en conjunto su labor nos dejó complacidos, no sólo a quien como paisano puede verlo con cierta indulgencia. No, también recibió la enhorabuena de Felipe y de su Maestro Joaquín Bernardó, el siempre bien ponderado torero catalán, Director Artístico de la Escuela Marcial Lalanda, Marcial quien por cierto toreo en muchas oportunidades el Festival Benéfico de Chinchón.
Por la noche, después de cenar en un balcón con vista a la Plaza, me trasladé a Aranjuez, lo que hizo de mi fin de semana un verdadero lujo. El Real Sitio conserva su belleza y encanto en las riberas del Tajo que lo baña y que en su unión con el Jarama conforman una verde vega que es Paisaje Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el 2001, que nos lleva a creer que nos hemos fugado a un lugar distante de la dura estepa castellana.
La incomparable majestuosidad de su Palacio Real, mandado a construir por Felipe II, continuado por Fernando VI y finalmente completado por Francisco Sabatinien tiempos de Carlos III; la belleza de los extensos Jardines por donde la Reina Isabel I solía pasear, o los Jardínes del Príncipe, nos ubican en un lugar idílico, que con sobrada razón inspiró al Maestro Joaquín Rodrigo su inolvidable Concierto de Aranjuez.
En ese Palacio Real de Aranjuez se han vivido momentos de singular importancia en la historia de España, desde aquellos románticos tiempos que contemplaron el amor de Alfonso XII por su prima y primera mujer María de las Mercedes, con tan doloroso desenlace, hasta aquellos que dieron lugar al célebre Motín de Aranjuez, del 18 de Marzo de 1808.
En la mañana del domingo, visita obligada a la Plaza de Toros mandada a construir por Carlos IV e inaugurada en 1797 y como obra real, ejecutada con los más mínimos detalles de elegancia y ornamentación. Llaman poderosamente la atención su Palco Real y sus toriles, que se conservan todos en madera, con 212 años de historia y alguna restauración. Ha sido declarada Conjunto Histórico Artístico de España.
Y antes de regresar a Madrid, la comida en Casa Pablo, el restaurante mas taurino de la vega del Tajo, con la esmerada y personal atención de su propietario.
Sólo eché en falta las alitas de pollo fritas de Vigema, aquel negocio que se encontraba diagonal a Casa Pablo, que te hacían agua la boca. Ya hace más de veinte años que cerró sus puertas.
De nuevo en Madrid, con la satisfacción de lo visto y vivido, lo dicho: San Cristóbal tendrá torero!!
Williams Cárdenas Rubio
29.07.09

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