viernes, 25 de febrero de 2011

UN NARANJO EN FLOR

Alberto Lopera, el gran periodista y amigo, es flanqueado por el aficionado venezolano Vicente Lozano y el joven valor del toreo colombiano, Santiago Naranjo, quien nos impresionó la tarde de su confirnmación en la Santa María de Bogotá (vjl)




EL VITO
Bogotá, Colombia
Plaza de Toros Santamaría



Santiago Naranjo era el “convidado de piedra” para el cierre de temporada en Bogotá.
Es lo que creía el público que agotó la boletería de la Santamaría, para la séptima corrida de una brillante temporada de toros en la capital colombiana. Los prolegómenos del festejos los vivimos entre la Santamaría, la plaza de toros donde hay muchos recuerdos para grandes acontecimientos. Entre sus placas está una en homenaje al caraqueño César Girón, torero que en 1956 cortó un rabo a un toro de Rocha, la tarde del debut de la ganadería de Achury en esta hermosa plaza neogranadina. En la playa de los tendios vivimos la intensidad que se vive junto a Alberto Lopera y Carolina Baquero en la previa al festejo, Ante los micrófonos de RCN (Radio Cadena Nacional) concurre todo el toreo. Así lo hicieron las cinco figuras de la fiesta que se encontraban en esos momentos en la ciudad de Bogotá, y que un día en su vida llegaron a ser primerísimas figuras de la fiesta de los toros: Espartaco, Roberto Domínguez, César Rincón El Juli y Manuel de Jesús “El Cid”
El Juli y El Cid en el patio de caballos, ya que eran ellos “el fuerte” del cartel que marcaba el cerrojazo de la temporada. Y era natural que fuera así, El Cid, menos de 24 horas antes, había escrito con letra grande un capítulo histórico en La Macarena de Medellín con dos grandes toros de Miguel Gutiérrez, a los que les cortó cuatro orejas y un rabo; y Julián López, “El Juli”, venía de México, de enloquecer a Insurgentes con su toreo, con triunfos importantes cortándole el rabo a un toro de Javier Garfias, y de triunfar en España, a todo lo largo y ancho de su temporada.
Santiago Naranjo se descubría como un precoz y travieso aspirante entre las sombras que proyectaba cada uno de estos gigantes con los que había de alternar. Era la tarde de su alternativa, la de Bogotá, pero un par de días antes en Medellín, habíamos coincidido con este simpático colombiano. Nos iinformaba Santiago de su carrera como novillero en ruedos de España, y nos contaba con una gran sonrisa que “este cartel no me presiona”.
Se refería al de su confirmación en Bogotá con toros de Las Ventas del Espíritu Santo, la ganadería del maestro César Rincón con el padrinazgo de El Juli y testimonio de El Cid, hecho por acontecer en la plaza más importante de su tierra.
De haber un traspié, todo habría terminado
No lo hubo. Todo lo contrario, nos hemos encontrado con la promesa de grandes frutos para el toreo colombiano como si de un naranjo en flor se tratara. Torero lleno de gracia, nervios de acero a pesar de los inconvenientes y recursos de gran interés para resolver en la cara de las dificultades. No le presionaron sus alternantes, mucho menos el llenazo en tan imponente plaza. Este joven de 24 años de edad, hijo de Cali, forjado en la Escuela Taurina de Cali, ciudad donde alcanzó su alternativa de matador de toros en la Feria de Cañaveralejo del año pasado.
En Madrid, ciudad en la que vivió seis años como alumno de la Escuela de Madrid, vivió un serio percance en la Monumental de Las Ventas cuando recibió una cornada en una novillada. Su actuación en la última corrida de Bogotá ha sido una clara clarinada para el toreo americano.

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