La madurez de Luis Bolívar, el caleño indultó un toro de Juan Bernardo Caicedo y abrió la Puerta Grande
El éxito obtenido ayer por el diestro español Román ha contribuido en gran parte para que hoy, la plaza de Manizales haya registrado una entrada bordeando el lleno total. No ha sido para menos si tenemos en cuenta lo interesante del cartel: Antonio Ferrera diestro queridisimo por la afición, los compatriotas Luis Bolívar que pasa un gran momento y José Arcila el torero de la casa. Lamentar eso sí – igual a lo ocurrido en Cali – el anuncio con el debut vestido de luces del joven niño salmantino Marco Pérez, ha sido no autorizado por la alcaldía cumpliendo obligaciones del ministerio del trabajo. En los toriles un encierro con seis toros con el hierro de Juan Bernardo Caicedo, con puro encaste Domecq.
El primer toro permitió el lucimiento con el capote ‘acortinado’ de color azul de Ferrera. El extremeño, después de brindar a Marco Pérez fue sometiendo paulatinamente al toro y el toro también se fue entregando de forma progresiva. Con la zurda ejecutó muletazos de uno en uno, de trazo curvo. Postre efectista, estoconazo y dos orejas.
El segundo, muy en tipo ‘torrestrella’, fue un buen colaborador. Bolívar se hizo aplaudir con el capote y tras iniciar por estatuarios logró varias series con la derecha de excelente factura, propias del momento de madurez que atraviesa. Mediada la faena el toro buscó las tablas y allí en los adentros ligó una serie de naturales de mucho mérito. Buena estocada y oreja.
El tercero muy bonito y muy bien hecho, fue aprovechado por José Arcila desde el saludo capotero. Buen quite por gaoneras antes de una labor muleteril aprovechando el son del toro. Inició de rodillas una faena que tuvo más dimensión al natural, el mejor pitón del toro. Cerró por manoletinas y tras una efectiva estocada paseó una merecida oreja.
Precioso el castaño cuarto al que toreó por faroles de salida. Lo lució en el peto Ferrera pero luego de doblarse con él el animal presentó algunas complicaciones, embistió a media altura, quedándose corto, y el extremeño no pudo redondear porque la bravura del animal se quedó en un exigente tercio de varas.
El quinto ‘Legionario’ de nombre, marcado con el número 179, de 488 kilos tuvo una nobleza y una bravura inconmensurables. Lo aprovechó Bolívar a la perfección. De impresionante son en la muleta el astado de Juan Bernardo, con alegría y bondad en su tranco, disfrutó el torero de su condición en una obra de gran temple, con asolerado trazo, que puso en pie al cónclave. A mitad de faena el público empezó a pedir el indulto y el toro acabó regresando a los corrales mientras Bolívar fue altamente vitoreado.
Cerró plaza el garbanzo negro del encierro para Arcila. Un toro jabonero sucio manso desde su salida que no tuvo un pase. Lo intentó el manizalita al hilo de las tablas, sin éxito.
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