No hay respuestas ni hay preguntas. La llamada Temporada Grande de Ciudad de México es una duda negativa sin que parezca importar. Los tenedores del Derecho no preguntan nada. Los que han interpuesto la demanda contra el Amparo que suspendió definitivamente los toros en La México (en la Delegación Benito Juárez de CDMX) tampoco. En España, se da por hecho que no habrá Temporada Grande. En México, se espera que, al parecer, en el mes de diciembre, los jueces resuelvan. Diciembre, cuando ya se deberían haber celebrado al menos cuatro festejos el mes actual y los de los festivos del último del año.
La suma de estas realidades concluye que, de la misma forma que ha importado poco que el toreo desaparezca de Colombia, que Venezuela esté como está y que haya alarmas en Francia y en muchos lugares de España, no hay demasiado llanto por México, por CDMX. Al toreo español, reducido en un 65% de su mercado desde 2008, no le preocupa tanto que su productor (toreros) no puedan venderse en CDMX o en parte alguna de América. Porque no hay dinero. La cultura del toreo es si hay dinero. Se lucha si hay dinero. Si no lo hay, pues qué pena, pero adiós.
Un problema común inmenso, las prohibiciones, tienen una realidad o campo de acción global. Porque son idénticas, con las mismas argumentaciones y por los mismos sujetos. Y tienen un origen de más de dos décadas de forma consecutiva y estructurada. Pero la respuesta a ese problema global continuado no existe de forma estructurada. Da la impresión de que se asiste a un escenario en donde el toreo en América sufre las consecuencias de su no independencia o, al menos, de su dependencia con el toreo español.
Siempre se contó con la presencia del torero español. Éste vivía la mitad del tiempo en España y gran parte de la otra mitad en los países americanos. Una forma de hacerse del lugar. La tendencia a ir y volver sin más implicaciones ha ayudado a que, de la otra parte, los toreros americanos hayan tenido menos impacto en sus propios países. Por muy grandiosos que sean, caso Roca Rey, chocan con la realidad político social de la prohibición y del desafecto. Un trabajo muy bien construido por los antis. Desde el “efecto” César Rincón en Colombia, cuando Cali llegó a tener dos ferias de llenos diarios, hemos pasado a la nada. Desde los efectos de Ponce y Juli en La México hasta la actualidad, el día y la noche.
Por otra parte, en CDMX el Reglamento Taurino vigente obliga a celebrar 12 novilladas en esta plaza para poder anunciar el Derecho de Apartado. En las fechas en las que estamos, ya hay poco margen para poder cumplir ese requisito. Pero tampoco nadie dice como se va a resolver este escollo si es que en diciembre los jueces levantan la suspensión.
CDMX no se salva jurídicamente por si sola o por acción particular en CDMX. Ninguna ciudad o país se va a salvar por acción particular en ese país o en esa ciudad. La defensa jurídica ha de venir de una estructura y de una base jurídica legal que parta de esa estructura. Problema de argumentación global, respuesta de argumentación global. Sin esa estructura y sin esos trabajos no es posible un efecto real y positivo de acción/reacción. En un combate de boxeo, el golpe es consecuencia de una estrategia de combate. No existe el golpe mágico. Existe la preparación, el estudio del rival, el estudio de las propias fuerzas, trabajo constante y alerta máxima. Ir a remolque es pensar que se van consumiendo los asaltos y que, a los puntos, el perdedor no pierde. Pero pierde. Y este combate ya ha cubierto más de la mitad de los asaltos pactados.
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