El diestro reapareció en la bella plaza de Ronda.



 Patricia Navarro.





Roca Rey reapareció en  Ronda, que no es cualquier cosa, entre otras, porque bajo sus cimientos, debajo de su arena descansan las cenizas del mismísimo Antonio Ordóñez y es hoy su nieto Francisco Rivera Ordóñez el encargado de organizar los festejos su plaza. El torero ha necesitado unos días de descanso para que su cuerpo se recuperara de las huellas de un esfuerzo épico, de los que marcan un antes y un después en las carreras de un torero, en la vida de un hombre. Fue en Bilbao y no venía de nuevas, porque Andrés ya había recorrido parte del camino. Ya hacía tiempo que se había ganado el gusto del público y fue desde que irrumpió en las plazas españolas, venido de Perú, cuando se convirtió en el torero más taquillero. Sin duda hoy lo es. Roca Rey es el torero más gente lleva a las plazas del momento, el seguro para los empresarios. Esto es así.

En Bilbao, el pasado 22 de agosto, protagonizó una tarde épica, que se recordará para siempre. No fue un día más. Andrés cruzó la línea que separa a las figuras de época sabiendo que al otro lado podía estar la gloria o perderlo todo. Consciente de ello, castigado por los toros y habiendo tenido que cortar temporadas anteriores por los percances, fue capaz de dar el paso adelante. Pocos lo son.

Roca Rey deslumbró en sus primeras temporadas cuando apenas tenía 19 años y era capaz de jugarse la vida sin trampa ni cartón. Las cogidas también le pasaron factura. Tuvo que cortar temporada, como fue el caso del Sanfermín en 2019 y reaparecer casi dos años después con la pandemia que todos conocemos de por medio. La vida aprieta. Desde entonces, hemos visto a un Roca avasallador, pero que en muchas ocasiones le faltaba la profundidad del toreo fundamental.

En Málaga, en la pasada feria, hubo otro antes y después. Si el arrebato de Bilbao fue a sangre y fuego, el de feria andaluza llegó por la conquista del corazón, por torear bien, encajado, despacio y por los cánones clásicos que no solo no pasan de moda, sino que ponen a todos de acuerdo. Dio un paso más dentro de su capacidad de torero.

Roca Rey es necesario en el toreo, en un momento en el que las carreras de las figuras se hacen tremendamente largas. Y en esa duración es difícil mantener la ilusión. Eso se nota, sobre todo en taquilla. Los idilios rara vez son para toda la vida.

La tauromaquia, es una obviedad que vive tiempos difíciles y también lo es que siempre los vivió, necesitan nuevas ilusiones, vidas nuevas, caras nuevas… Romances que nos lleven a las plazas. Como Roca o Ángel Téllez, que tiene una zurda para perderse. Roca ha traspasado, hace tiempo, la frontera de la afición y trae gente (joven y mayor) a los cosos. Bendición. Hay futuro en sus manos, en esa espigada figura.

Es más que necesaria una renovación por la supervivencia de un espectáculo maltratado por demasiados frentes y que cuando es capaz de recuperar su verdad conmueve, aun en estos tiempos.

Publicado en LA RAZÓN