Esta modalidad de lidia, que contará con Román, Álvaro Lorenzo y el mexicano Isaac Fonseca, es el cinefórum de los taurinosValencia cierra su temporada con una corrida concurso de ganaderías

Por José Luis Benlloch.

En busca de nuevas fórmulas que capten la atención de los aficionados la empresa de Valencia ha organizado una corrida concurso de ganaderías para cerrar la temporada. En tiempos en los que tan poca atención se dedica el toro bravo en favor del torero, es una curiosidad y bien realizada, ahí está el quid, precisa de bravura y buenos lidiadores, un alivio para los amantes del toro; también un riesgo de fiasco más allá del que conlleva una corrida ordinaria, teniendo en cuenta que para que resulte bien hace falta que los toros sean bravos en el caballo en unos tiempos en los que se selecciona para que sean bravos en la muleta; hace falta además que los lidiadores -matadores y cuadrillas- tengan el conocimiento y la capacidad necesaria para hacer la lidia en beneficio del toro, cuestión que puede llegar a ir en contra de los intereses del torero; y hace falta que el público entienda la filosofía de la corrida a riesgo de cabreo general. No es fácil, pero si sale como se desea puede ser muy interesante y hasta educativa. Por probar…

El cartel de lidiadores, hay que denominarles así, estará compuesto por Román, Álvaro Lorenzo y el mexicano Isaac Fonseca, que tendrán dos retos por delante, el del triunfo personal, es fácil entender que ese será su prioridad, y el de colaborar al lucimiento de la bravura o de la no bravura de los astados que lucirán el hierro como es tradición en estos festejos de otras tantas divisas. La modalidad tiene más tirón entre los considerados aficionados toristas que entre el público general y tiene sus inconvenientes, uno de ellos es el de las expectativas que generan que son muy altas y no fáciles de alcanzar y por tanto la posibilidad de decepción es grande -no todos los toros son bravos y espectaculares por muy elegidos que estén- y sobre todo influye la dificultad de darle ritmo de espectáculo a lo que son unas lidias y unos tiempos diseñados para las labores de campo. Si lo extrapolásemos al cine diríamos que es cinefórum: se habla, se presume de ir, se comenta lo sucedido, se entiende, no se entiende pero se cree entender mucho y se interpreta al gusto…

La bravura en estos casos se mide fundamentalmente o exclusivamente en el tercio de varas, el toro se pone largo del caballo, fundamentalmente en los segundos y terceros puyazos si hay motivo para ello. Más allá del juego que den los toros las normas que se establezcan en el concurso son clave para el buen desarrollo de estos festejos. Entender cuándo un toro da señales de falta de bravura en varas como para seguir optando al premio y aplicarle una lidia ordinaria es fundamental. Un toro puede no ser bravo en el caballo con lo que se autoeliminaría para los premios pero puede ser interesante, encastado o noble como para permitir una gran faena y en ese caso si se insiste en un tercio de varas largo y tedioso va contra el ritmo del espectáculo y hasta contra el lucimiento del torero.

Las ganaderías elegidas para la ocasión tienen base e historia para acudir al concurso con garantías.

No entran de lleno en lo que se consideran ganaderías toristas, si acaso la de Adolfo Martín, pero todas ellas tienen la consideración de los aficionados y motivos genéticos y antecedentes de bravura necesarios para alcanzar los objetivos. Hay tres encastes diferentes, incluso se podría decir cuatro, detalle por sí interesante: los saltillos-albaserradas de Adolfo Martín, los núñez de Alcurrucén, los domecq de Joselito y la Palmosilla; y los domecq en una versión más inicial de Pedraza de Yeltes, que vienen de Aldeanueva, la ganadería que pusiese en lo más alto don José Matías, conocido por

El Raboso, con vacas y sementales de Antonia García Fonseca que compartió orígenes con los primeros domecq y luego ya se sabe que más que encantes habría que hablar de ganaderos que los modelan a sus gustos y criterio.

Concursos con historia

No ha sido frecuente en la historia de la plaza de Valencia este tipo de festejos. Las últimas que se celebraron en Valencia fueron dos en la Feria de Julio de 1985, organizadas por el grupo Casas, Patón, Espinosa, en las que la cara fue para Ortega Cano, único espada que cortó oreja y la cruz para El Maletilla de Oro al que como consecuencia de una cornada le tuvieron que amputar la pierna. Hubo otra en la temporada de 1982, auspiciada por la Diputación Provincial que bajo el mandato del PSPV apoyaba decididamente a los toros. Se anunció como Corrida de Beneficencia y en la misma, José Fuentes, Luis Francisco Esplá y Copetillo lidiaron toros de Hernández Plá,

Ramón Sánchez, El Tomillar, Hermanos Núñez, Murube y Félix Cameno. En ninguna de las tres hubo éxito ganadero, más bien lo contrario y algo parecido sucedió en la concurso de celebrada el 3 de agosto de 1923, esta patrocinada por el ayuntamiento de Valencia como parte de lo que llamaron Fiestas Salmantinas, con toros de divisas charras, Pérez Tabernero, Terrones, Buenabarba, Tejadillo, Coquilla y Angoso para una terna de raíces valencianas Valencia I, Valencia II y Rosario Olmos.

Publicitado en Las Provincias