El mexicano, que tomaba la alternativa, dio la única vuelta al ruedo de un festejo celebrado con una temperatura superior a los 40 grados
Isaac Fonseca ha dado la única vuelta al ruedo en el arranque de la Feria de Dax. El torero mexicano, que tomaba la alternativa, ha realizado lo más sobresaliente de un espectáculo condicionado por la falta de fondo de una corrida de Cuvillo a la que se intuyó clase, pero a la que seguramente influyó en su comportamiento la sofocante ola calor que padece estos días la región de Las Landas. En este espectáculo, que se celebró con una temperatura superior a los cuarenta grados, Manzanares y Roca Rey apenas tuvieron opción de lucimiento.
Fonseca tomó la alternativa con un toro noble, que tardeó en los cites y le costó tirar para delante. Lo entendió perfecto el mexicano, que le dio pausas entre un pase y otro para que el animal se oxigenara, y sin apretarlo lo toreó reunido, muy hundido en la arena, con gran entrega, llenando la escena y vendiendo cada cite, siempre muy cruzado. Se apretó por manoletinas, se fue detrás de la espada con convicción y dejó una buena estocada a toro parado. Se pidió la oreja pero el presidente no tuvo a bien concederla. Pañuelos había. Fue obligado a dar la vuelta al ruedo.
Al colorado segundo le dio celo Manzanares de salida lanceándolo sin quitarle el capote de la cara, casi de modo circular. Tuvo el toro bueno intención pero se afligió pronto. La faena de Manzanares, basada en la mano derecha, siempre pulcra, no terminó de llegar al tendido. Lo despachó con facilidad. Silencio.
Lanceó muy embraguetado Roca Rey al colorado tercero, otro toro que quiso más que pudo, pues se le adivinó clase pero como a sus hermanos, le faltó empuje, quizá acusando la terrible ola de calor de estos días en Las Landas. El peruano lo muleteó siempre a su favor, sin quebrantarlo ni en cites ni en embroques, y sin obligarlo nunca fue capaz de llevarlo largo y muletearlo ligado las tres series que el animal admitió antes de desfondarse y amargar con echarse. Silencio.
El cuarto regresó a los corrales por blandear más de la cuenta y en su lugar salió un sobrero del mismo hierro, más fino y lavado de cara, al que Manzanares cuidó en el peto. No llegó sin embargo el astado con vida al último tercio y la obra del alicantino, compuesta de series cortas y limpias que era lo que el toro admitía, no tuvo eco entre el público. Silencio.
El que hizo quinto apenas recibió dos picotazos en varas. Ordenó Roca Rey un castigo exiguo para tratar de que el animal durara en la muleta. El inicio fue sublime, de rodillas al hilo de las tablas, con muletazos de gran cadencia y tersura, mentón hundido y figura encajada. En ese son prosiguió luego ya de pie. Hubo naturales de excelente dibujo y trazo lento y templado… pero faltó la emoción que el toro no puso. Y el torero hubo de desistir. Silencio.
Cerró plaza un precioso ensabanado, muy en la línea de ‘osborne’, al que Fonseca saludó con una larga cambiada en el tercio. Se apretó de nuevo de salida y se acompasó de nuevo en un quite por chicuelinas al paso y después de brindar a Roca Rey principió faena con un pase cambiado de rodillas en los medios. Volvió a tirar de decisión al tiempo que su enemigo se apagaba y dejaba inconclusa la faena del nuevo matador. La espada fue su único lunar. Silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario